Cuando Shenouda se convirtió en el Papa de la Iglesia Copta en 1971 sólo había dos iglesias coptas en EE.UU. –una en Nueva York y otra en Los Ángeles–. Cuando murió en 2012 ya había 202. Hoy son 250.
“Esto te dice algo acerca de la ola, del tsunami migratorio que está teniendo lugar, y no sólo en EE.UU.”, me cuenta Samuel Tadros, profesor emérito del Centro del Instituto Hudson para la Libertad Religiosa, un think tank con sede en Washington. “Los coptos cuentan con más de 650 iglesias en todo el mundo –lo que es un tercio o incluso más de las que puedes encontrar dentro de Egipto–".
Una de las principales amenazas contra la comunidad cristiana de Egipto son los ataques llevados a cabo por Wilayat Sinai, una filial del Daesh en el país, y que ha obligado a cientos de coptos del norte del Sinaí a huir de sus casas. El domingo de ramos, más de 40 fieles fueron asesinados en un doble atentado en las iglesias de San Jorge –en Tanta, en el delta del Nilo– y San Marcos –en Alejandría, sede del papado copto–.
Aunque los atentados con bomba son sin duda terroríficos, muchos coinciden en que el Dáesh no es la mayor amenaza a la que hacen frente. Los coptos han sido largo tiempo discriminados en la sociedad egipcia, lo que en ocasiones les ha supuesto dificultades para encontrar empleo o incluso para unirse a equipos de fútbol. No hay un solo gobernador del país ni un rector de universidad que sea cristiano, explica Tadros, tampoco hay cristianos en los servicios de inteligencia o en las fuerzas de seguridad del Estado. No hay ni un 1% de oficiales cristianos en el ejército y como mucho un 2% dentro del cuerpo diplomático y de exteriores y en la judicatura.
La historia cristiana no está siquiera en el programa académico de las escuelas. “En el colegio pasas de los faraones a Alejandro Magno, después a los romanos y luego un vacío de 300 años en los que no ocurre nada hasta la llegada de los ejércitos árabes”, afirma Tadros.
En las zonas rurales, especialmente en el sur del país, los ataques contra cristianos ocurren de forma habitual, y empiezan siempre por rumores de que los cristianos están planeando construir una iglesia, de que un cristiano y una musulmana han mantenido relaciones sexuales o de que un cristiano ha insultado al profeta. Siempre todo termina con el saqueo y la quema de las casas de las víctimas.
Las autoridades no están haciendo nada siquiera parecido a proteger a los cristianos egipcios, cuyo dilema es ahora incluso peor que con gobiernos anteriores. La policía es advertida en ocasiones de los ataques, pero no se les ofrece ninguna protección. En su lugar, tanto los cristianos como los musulmanes son arrestados y obligados a realizar sesiones de reconciliación antes de ser liberados sin cargos. “Esto crea una cultura de la impunidad que incentiva que los hechos se repitan”, comenta Tadros.
“El gobierno simplemente debería acabar con estas sesiones de reconciliación y de hacer apariciones simbólicas en las catedrales coptas durante la Navidad y simplemente aplicar la ley de manera igualitaria. No es que los coptos egipcios pidan un estatus especial, sino que tengan protección legal como el resto de ciudadanos para que si, por ejemplo, alguien les quema la casa, sea llevado ante un tribunal”.
Neven Melek, defensora de los derechos humanos y miembro fundadora de Cristianos Contra el Golpe, abandonó Egipto después de enfrentarse a una pena de trabajos forzados por distintos cargos de los que se le acusaba. En este aspecto, coincide en que:
“La ausencia de rendición de cuentas y la impunidad de los que llevan a cabo los ataques es una entre muchas razones de la ausencia de justicia y de la pérdida de esperanza, que hace que muchos jóvenes tiendan a la reflexión crítica pero también a la violencia”.
El Estado necesita aplicar el imperio de la ley para garantizar tanto a las minorías como a la mayoría igualdad de derechos. “Necesitamos democracia, no una dictadura”, declara la abogada.
Melek afirma que trabajar en el ámbito de los derechos humanos en Egipto es como trabajar en una zona de guerra. “Las autoridades han prohibido las protestas y han acabado con la libertad de expresión, apresando a opositores –muchas veces tras juicios no imparciales–, ilegalizando la organización de los Hermanos Musulmanes y expandiendo sus poderes para combatir el terrorismo” comenta Melek.
“En mi opinión, las políticas actuales están conduciendo a un aumento del radicalismo”.
Desde el golpe de 2013, la iglesia copta ve al presidente Abdel Fattah Al-Sisi como la persona más adecuada para combatir el terrorismo. Aunque, como dice Melek, “el terrorismo anticristiano no es una prioridad para Al-Sisi y sus seguidores”. “El parlamento títere de Al-Sisi se está centrando simplemente en blindar a las autoridades contra la crítica y en promulgar leyes que le permitan permanecer más tiempo en el poder y criminalizar la libertad de expresión. El estado de emergencia no es la solución a la situación de los coptos en Egipto. No lo era durante la época de Mubarak y no lo será ahora con Al-Sisi”.
“La iglesia copta y el Papa Tawadros deberían responder con valentía y con una contundente crítica contra aquellos responsables de la falta de seguridad y de protección en las iglesias y comunidades cristianas”, añade.
En Egipto, la discriminación por parte del gobierno y de la sociedad ha sido ignorada durante mucho tiempo. “Todo el mundo tiene siempre una historia preferida que contar acerca del hermoso barrio que tenían y sobre cómo todo el mundo vivía en paz”, dice Tadros. “Pero no está bien, está claro que Egipto tiene serios problemas”.
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El día de los atentados del Domingo de Ramos, una agente de policía fue asignada a la Catedral de San Marcos, en Alejandría, para registrar los bolsos de las mujeres al entrar a la iglesia. Murió en el ataque, y fue aclamada como una heroína.
Su sobrino fue después invitado a un canal de televisión egipcio para hablar de su tía, y reveló que varios días antes de los atentados, cuando supo que se le había asignado una posición en la catedral, había intentado cambiar la localización. Al no poder, preguntó si Dios la aceptaría como una mártir en el paraíso si moría protegiendo a cristianos.
“No quiero atacar a la mujer, pues murió haciendo su trabajo, pero si al final del día alguien que ha sido asignado para defender una iglesia tiene sus propias dudas acerca de hacerlo, ve a los cristianos esencialmente como infieles y tiene problemas para protegerlos, entonces no es una sorpresa que esta sociedad vaya a producir hombres que se alisten al Dáesh” declara Tadros.
Mientras los cristianos sufren persecución en casa, en el extranjero existe muy poco interés en su difícil situación. “Por supuesto, cuando sufres un gran atentado tienes la atención de la prensa, condenas desde la Casa Blanca, del gobierno británico etc. Pero generalmente los problemas de los cristianos de Oriente Medio son ignorados”.
“Son demasiado cristianos como para ser apoyados por la izquierda y demasiado raros como para interesar a la derecha, cayendo en tierra de nadie”, dice Tadros. Teóricamente, la persecución de los cristianos de Oriente Medio concuerda con la narrativa de la derecha religiosa –la narrativa de los islamófobos– afirma Tadros, pero su reacción es más parecida a “sí, claro que los mataron, pero ni siquiera eran cristianos”.
“Parecemos muy curiosos a los ojos de los occidentales, con nuestros Papas, nuestros patriarcas, vistiendo estas ropas extrañas y con nuestros ritos y rezos particulares”.
Particularmente en la izquierda, los cristianos son percibidos como los perseguidores, como lo fueron durante la reconquista de la Península Ibérica, cuando los ejércitos cristianos tomaron el territorio de los musulmanes a en el siglo XV. “La idea de que el cristianismo sea la religión perseguida no cabe en la mente de un occidental” comenta Tadros.
A pesar del peligro que corre su gente, los líderes cristianos hacen a menudo llamamientos a sus comunidades para que permanezcan en la región. “Uno de los miedos que existen es que si esta gente va a occidente podamos perderlos para siempre, lo que significa que podrían verse atraídos por el ateísmo que se cambiaran de rama religiosa”, explica Tadros. “Así que hay esa sensación de que lo vas a perder todo lo que te hace único, todas tus tradiciones y ritos”.
“En realidad es un cambio demográfico muy importante. Esta región, a lo largo de los siglos, ha tenido este rico mosaico de religiones y minorías étnicas –cristianos, musulmanes, drusos, sectas heterodoxas del islam, alauíes, y otras religiones como los yazidíes, los manadeos y grupos étnicos, como los kurdos–. La pérdida de este paisaje heterogéneo es algo muy triste para estos países y tienen muchas implicaciones al suponer un vínculo entre occidente y la región”. “En los ríos de Babilonia nos sentamos y lloramos mientras recordamos a Zion” dice Tadros, citando un pasaje de la biblia (137:1) en el que los israelitas se lamentan tras ser exiliados por los babilonios
“Es un pensamiento tan deprimente. Perder tu tierra, tu patria, tu historia, todo lo que te une a este lugar. Sin embargo, la pregunta que me hago a mí mismo –y debo ser honesto conmigo–’ es : ¿Soy capaz mirar a un copto a los ojos, a una madre o un padre, y asegurarle que está seguro quedándose en Egipto? Sinceramente no, y si no soy capaz entonces debería parar de aparentar que todos ellos deberían quedarse”.