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Una respuesta a la equivocación de Netanyahu sobre Jerusalén

Palestinos muestran su solidaridad con los prisioneros detenidos en las cárceles israelíes tras la oración del viernes en el complejo de la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén; el 28 de Abril de 2017 [Mostafa Alkharouf / Agencia Anadolu]

El gobierno de ocupación israelí celebro el domingo su sesión semanal en uno de los túneles excavados bajo la sagrada mezquita de Al-Aqsa. La sesión coincidía con la conmemoración de la brutal agresión de Israel en junio de 1967 y su ocupación del resto de los territorios palestinos, además de otros territorios árabes.

Celebrar esta reunión en el túnel y, especialmente, en este momento en particular, sugiere una conclusión principal: Israel no se retirará de Jerusalén, que permanecerá “unida como la eterna capital de Israel”. Durante esta misma sesión, el gobierno israelí aprobó unos presupuestos adicionales que sumaron decenas de millones de dólares para acelerar una serie de proyectos de asentamiento en la Jerusalén ocupada. También aprobó un presupuesto adicional de más de 13 millones de dólares para proyectos en la Ciudad Antigua, que se extienden hasta el Muro de Buraq. El proyecto también implica el desarrollo de la infraestructura con el fin de animar a los judíos y a los turistas extranjeros a visitar el Muro de Buraq.

Los ministros del gobierno israelí en una reunión de gabinete celebrada en el Muro Occidental de la Ciudad Vieja de Jerusalén

Según el periódico israelí Maarev, los proyectos de asentamiento requieren de extensas excavaciones subterráneas bajo la Plaza de Buraq. Esto amenaza el colapso y la destrucción de los monumentos y puntos de referencia árabes y musulmanes en la zona. El proyecto también pretende convertir la plaza en un centro para judíos, para así controlar la zona por completo. Otro proyecto que se aprobó en la reunión fue el de un teleférico que vinculará la estación de tren de Jerusalén con el Muro de Buraq. Este proyecto tiene como objetivo facilitar el transporte de los 130.000 colonos hasta el muro. El proyecto ha sido presentado a empresas internacionales para su ejecución. Hace unos meses, una empresa francesa anunció que se retiraba del proyecto, ya que sobrepasa el área ocupada en 1967.

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Por su parte, el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, anunció anteriormente el comienzo de los planes para el proyecto del teleférico, y ha planteado vincularlo con las estaciones en pleno centro de los barrios palestinos, especialmente en Silwan, adyacente a las mezquitas de Al-Haram Al-Sharif y Al-Aqsa. También se anunció que el municipio seguirá adelante con el proyecto, a pesar de las objeciones internacionales.

El gobierno israelí celebró su reunión bajo la mezquita de Al-Aqsa pocos días después de que el presidente estadounidense Donald Trump visitara el Muro de Buraq (conocida por los israelíes como el “Muro de Occidente” del supuesto Templo de Salomón) según los rituales judíos. Tras sus declaraciones pro-sionistas, en las que demostró ser la mano derecha de Netanyahu y Lieberman, hasta el punto de que los partidos más extremistas han competido por hacerle miembro honorario en sus filas. Lo más importante que señaló el primer ministro israelí en su discurso con motivo de lo que él llamó la conmemoración del 50 aniversario de la liberación y “reunificación de UrShalim”, es que, al celebrar la reunión semanal del gobierno en los túneles del Muro de Occidente, en “el lugar en el que el Rey Salomón construyó el primer templo, y donde aquellos que regresaron del exilio babilonio construyeron el segundo. Tras su destrucción, este lugar fue el corazón del anhelo del pueblo israelí durante generaciones”. También declaró:

“Han pasado miles de años desde que el pueblo judío regresara a su patria, y está decidido a construir una capital unificada”.

Netanyahu y su gobierno han tratado de promover un error tras otro sobre la “judeidad” de Jerusalén. Palestina y Jerusalén son puramente árabes. Es lo que dictan los hechos históricos. El historiador griego Herodoto confirma: “Palestina es parte del Levante.” Los historiadores francos afirman unánimemente: “Palestina es una tierra árabe.” El famoso historiador Henry Breasted afirmó que Jerusalén es una civilización cananea y, por supuesto, los cananeos son tribus son tribus árabes; a esto se debe que se llame a Palestina “la tierra de Canán”. Los jesuitas árabes se asentaron en Palestina 4.000 años antes de Cristo, y se establecieron en Jerusalén en el 2.500 a.C. Jerusalén siempre ha sido árabe, antes incluso de la aparición del Islam, ya que la documentación histórica de su arabismo no empieza con la conquista islámica árabe en el 638, como afirman muchos historiadores.

El califa omeya Marwan bin Abdul Malik construyó la bóveda de la Mezquita de la Roca para confirmar que el islam había entrado en la ciudad. Sin embargo, el origen de lo que los judíos llaman Jerusalén, es decir, UrShalim, es cuando los jesuitas árabes llamaron de verdad llamaron por primera vez UrShalim a la ciudad, que significa la “ciudad de la paz”. Por lo tanto, el nombre no tiene ninguna relación con los judíos, y no tienen ninguna historia en nuestra ciudad. Salah Al-Din Al-Ayyubi se trasladó a la ciudad inmediatamente después de la Batalla de Hattin, y la consideró la clave para liberar al resto de las zonas palestinas. Estos sólo son algunos de los hechos históricos sobre Jerusalén y su vínculo orgánico con los árabes y el Islam varias décadas después de su aparición.

Por otro lado, el arqueólogo más destacado de Israel, Israel Finkelstein, de Tel Aviv, admitió que los judíos no tenían ninguna relación con Jerusalén. Esto se publicó hace unos meses en un informe del diario israelí Jerusalem Post, en el que Finkelstein afirmó que los arqueólogos judíos no habían encontrado ninguna prueba arqueológica o histórica que apoyara las historias contenidas en la Torá, como la historia de la victoria de Yusha’ bin Nun contra Canán. Finkelstein también planteó dudas sobre la historia personal de David en la Torá, más estrechamente asociada con Jerusalén según la creencia judía. Destacó que no existe ninguna base o prueba histórica de que los judíos tomaran Jerusalén como su capital, que alguno de ellos supervisará la construcción del llamado Tercer Templo, y que no hay resto de los reinos de Judea e Israel. Piensa que la creencia en la existencia de ambos reinos es una ilusión. También destacó en que no hay ninguna prueba sobre la existencia del imperio judío comprendido desde Egipto hasta el Río Éufrates, y que, si los reinos judíos existieron realmente (como menciona la Torá), eran tan sólo tribus y sus batallas eran en realidad pequeñas guerras tribales. En cuanto al templo de Salomón del que habla Netanyahu, no hay ninguna prueba arqueológica que sugiera que existió alguna vez.

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Por otra parte, Raphael Greenberg, arqueólogo y conferencista de la Universidad de Tel Aviv, declaró que Israel debería haber encontrado después de excavar durante de seis semanas, mientras que Israel ha estado excavando en Jerusalén durante años sin encontrar nada. Además, el profesor Yoni Mizrahi, un arqueólogo independiente que trabajó con la Agencia Internacional de Energía Atómica, coincide con los dos arqueólogos mencionados, afirmando que Israel no ha encontrado nada, ni siquiera un cartel que diga “Bienvenidos al Palacio de David”. Añadió que Israel está utilizando la arqueología de forma impropia, usándola para la expulsión de los palestinos que viven en Jerusalén y para convertirla en una ciudad judía.

Por supuesto, lo que han dicho estos tres expertos judíos de Israel no es nada nuevo, ya que muchos historiadores y arqueólogos internacionales han llegado a la misma conclusión. Una de estas arqueólogas es Kathleen Kenyon, que expuso esta conclusión en su libro Archaeology in the Holy Land. Los estudios del historiador Peter James, publicados en su libro Centuries of Darkness, también llegan a esta conclusión, así como los de los conocidos historiadores Arnold Toynbee o Gustave Le Bon en su libro The First Civilisations of the Orient, el famoso historiador judío Koestler, y el historiador Shlomo Sand en sus dos grandes obras, The Invention of the Jewish People y The Invention of the Land of Israel. También podríamos mencionar a Norman Finkelstein, Israel Shahak, Bernard Lazare, Ilan Pappe, Sami Samuha y muchos otros.

Nuestra respuesta a Netanyahu es: Jerusalén es árabe, no importa cuánto intentes falsificar o inventar. La tierra de Palestina se extiende desde An-Naqura hasta Rafah y desde el Río Jordán hasta el Mar Mediterráneo. Las aguas regionales de Palestina siempre han sido y seguirán siendo árabes.

Traducido de Al-Quds Al-Arabi, 1 Junio de 2017

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