A pesar de que aún es difícil juzgar qué repercusiones tendrá la crisis del Golfo para el futuro de las políticas de Qatar, así como para sus medios de comunicación y para su papel general en la región, no es tan difícil como adivinar las pérdidas estratégicas que Arabia Saudí sufrirá cuando esta misma crisis finalice.
Las pérdidas o los réditos de Doha dependen las trayectorias que tome la crisis y de las características que tomen las interacciones entre la administración Trump y la Turquía de Erdogan, que ha corrido en ayuda de Qatar. También depende de la posición de Europa, particularmente la de la Alemania. Esto hace muy difícil para cualquier analista predecir de manera adecuada cómo impactará esta crisis a Qatar, sin embargo, las pérdidas para Arabia Saudí son claras y predecibles, y no dependen de la dirección que tomen los acontecimientos.
El fin del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)
La pérdida más importante que deberán soportar los saudíes en el medio-largo plazo es el fin del CCG. El consejo desaparecerá tal y como lo conocemos, después de que el mayor de sus integrantes haya decidido asediar a un pequeño país también miembro de la organización. Los países Golfo nunca habían tomado antes medidas tan agresivas en conflictos desde que se fundara el CCG tras la revolución iraní. El consejo mantuvo su unidad incluso en los tiempos más difíciles y durante los peores conflictos, gracias en parte al tratamiento de los miembros como “hermanos”, muy propio de la cultura beduina tribal característica de los pueblos y Estados del CCG.
El CCG había representado un extraño ejemplo de efectividad en medio de un mar de consejos regionales fallidos y frágiles, propios del mundo árabe. Era un modelo de unidad y de diplomacia, pero todo ello ha pasado a ser cosa del pasado tras el “asedio a Qatar” después de que “la hermana mayor” decidiera escalar tensiones y boicotear a uno de los pequeños de la familia. Lo hizo sin ni siquiera presentar sus demandas a su vecino y sin reunir previamente al CCG para discutir la cuestión y ver cómo podría resolverse sin tener que imponer el cerco. El secretariado general del CCG se ha mantenido en silencio mientras el resto de líderes regionales e internacionales han tratado la cuestión día a día.
Independientemente del resultado de este terremoto político, el CCG no será nunca más el mismo y su acercamiento “familiar” para lidiar con las crisis en el Golfo Pérsico ya ha terminado. Cada Estado buscará alcanzar sus propios intereses y condiciones de seguridad, al margen del consejo, el cual ha quedado reducido a un cadáver después e algunos de sus miembros decidieran destruir diplomáticamente a otro.
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Pero, ¿qué significa el fin del CCG para Arabia Saudí? Básicamente significa el fin de su papel como “hermana mayor” en el Golfo Pérsico.
El Emir de Kuwait intentó jugar un papel mediador para intentar resolver la crisis, y viajó a Riad, Abu Dhabi y Doha para buscar una posición de consenso entre los antiguos “hermanos”, pero tuvo que volver a Kuwait con las manos vacías. Esto significa que, hasta ahora, no ha logrado lo que consiguió durante la crisis diplomática de 2014.
Por su parte, el sultanato de Omán ha permanecido completamente ausente en esta crisis, como si no fuera con él, y no ha hecho ninguna declaración, acción diplomática ni se ha posicionado. Esto significa que Arabia Saudí no ha logrado que todos los Estados del CCG se sumen a su agresiva campaña contra Qatar.
Más importante que este fracaso es la pérdida estratégica que representa la transformación de Arabia Saudí de un país que negocia con sus vecinos a uno que pretende dominar la región al completo e imponer sus inetereses y políticas cueste lo que cueste. Esto empujará a Kuwait y a Omán a buscar mejores cartas y nuevas alianzas quizás “inesperadas” para poder defenderse de su vecino, pues quién sabe si son las víctimas del próximo ataque diplomático de Arabia Saudí a raíz de un mero desacuerdo político respecto a una cuestión menor u otra o por una choque de sus estrategias de política exterior.
Los países del Golfo creían que estaban protegidos por su alianza con EEUU, y que podían confiar en Washington para mantener el equilibrio y la estabilidad en la región, dado que es una zona de importancia vital para la seguridad nacional de EEUU. Sin embargo, esta crisis ha demostrado que confiar en el poder de EEUU como agente regulador no es suficiente, y que la llegada de alguien, desequilibrado, como Trump, puede hacer que Arabia Saudí decida dar el paso y amenazar las vidas de los ciudadanos de dichos países cuando así le plazca. Todo ello llevará a los Estados de la zona a buscar nuevas relaciones diplomáticas que garanticen sus intereses y su seguridad. Algo que amenazará los intereses de Arabia Saudí, sino también los de EEUU.
La crisis emergió después de que la Agencia de Noticias de Qatar fuera hackeada, y tras la publicación de unas supuestas declaraciones del Emir de Qatar, desmentidas por Doha. El discurso emiratí y saudí comenzó centrándose en una serie de cuestiones disputadas con Doha, todas ellas relacionadas con la política exterior qatarí. No obstante, aquellas personas que sigan de cerca las políticas del Golfo se darán cuenta que dichas acusaciones podían ser aplicadas a cualquiera de los países de la zona, pues existen diferencias naturales entre sus políticas exteriores, dependientes, entre otras cosas, de su posición y recursos. Hay incluso diferencias entre Arabia Saudí y EAU, y respecto a asuntos de vital importancia. Todo ello llevará a los políticos de estos países, especialmente los de Kuwait y Omán, a preguntarse: ¿Qué evitará que Arabia Saudí decida iniciar una ataque similar por meras diferencia de política exterior?. Esta pregunta es el resultado inevitable de este terremoto político que recorre el Golfo y que empujará a Kuwait y a Omán a buscar métodos no convencionales de protección, con el objetivo de no terminar en la misma situación incómoda en la que se encuentra Qatar a día de hoy.
Independientemente del resultado de esta crisis y de las concesiones que Doha vaya a tener que dar a Arabia Saudí para finalizarla, en días, años o meses, el Qatar de antes de la crisis será distinto del después de la misma.
Qatar se ha dado cuenta de que sus relaciones con Washington y la presencia de numerosas bases militares en su territorio no le dan inmunidad frente a su vecino. Esto empujará a Qatar a tomar medidas a largo plazo, incluso después de haberse recuperado de esta crisis. Estas medidas harán que los saudíes no sean más la “hermana mayor” y hará de sus fronteras con Qatar un espacio altamente inestable.
Qatar reforzará sus relaciones militares con Turquía y seguramente buscará aumentar el número de tropas de la base que tiene Turquía en el país. Además es probable que Qatar firme un acuerdo de defensa con Pakistán, tal y como filtró un periódico turco próximo al AKP. Y también, sin lugar a dudas, reconsiderará sus relaciones con Irán, al menos en cuanto a mantener un conflicto abierto entre ambos. Todo ello significa que Arabia Saudí se encontrará a sí misma en frontera con un país con tratados de defensa con dos valiosos aliados y con relaciones normalizadas con Teherán, después de haberse deteriorado por la guerra en Siria y por alineamiento de Doha con Riad en Yemen.
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Asimismo, además de las pérdidas políticas y estratégicas, el modelo económico qatarí cambiará inevitablemente después de esta crisis de una manera que afecta a lo ganado por Arabia Saudí con su bloqueo comercial a Qatar. Esto es porque un país no puede continuar confiando exclusivamente en dos países vecinos después de darse cuenta de que podrían sitiarla por cualquier disputa política. Doha quizás decida construir centros de producción de alimentos dentro de su propio territorio, en cooperación con su aliado turco, que también se beneficiará económicamente de esta crisis
‘Aquellos que nombran al diablo deben ser también capaces de expulsarlo’
Un viejo proverbio egipcio dice: “Aquellos que nombran al diablo deben ser también capaces de negarlo” En otras palabras, si vas a iniciar una guerra, asegúrate de conocer todas las consecuencias de tus actos, y de prevenir cualquier daño que puedas sufrir en el proceso.
El conjunto de demandas y acusaciones realizadas por Arabia Saudí, los EAU, y el resto de paises que les han seguido de manera totalmente desorganizada y confusa, hasta terminar con la acusación de apoyar el terrorismo. Estas alegaciones, malogradas por la confusión en cuanto a la naturaleza de este terrorismo, que incluye a los Hermanos Musulmanes, Hamás, y a otros individuos y entidades incluidos en la lista elaborada por Riad, Abu Dhabi y Manama.
Arabia Saudí ha convocado al “demonio” del terrorismo para enfrentarse a Qatar, ¿pero será Riad capaz de expulsarlo una vez la crisis sea resuelta? ¿Acaso no está Riad sentando las bases para que diferentes actores le acusen de lo mismo en el futuro –especialmente por su apoyo a la doctrina wahabí–, como ya han sido los saudíes tantas veces acusados en el pasado, cuando se les ha responsabilizado de la brutalidad de grupos y organizaciones que aseguran ser “islamistas, salafistas y yihadistas”? ¿Cómo puede el reino, que usó este “demonio”, enfrentarse a la ley JASTA, que busca castigar específicamente a Arabia saudí, y cómo se defenderá después de ser más vulnerable a estos ataques que Qatar y que cualquier otro Estado de la región?
Riad probó suerte en este “fugaz” momento y predijo que sería capaz de cumplir sus objetivos y de “aplastar” a Doha de una vez por todas, todo ello gracias al nuevo ocupante de la Casa Blanca. Sin embargo, parece que no tomó suficiente tiempo para considerar que el “demonio” del terrorismo que había convocado podía volverse contra él cuando así lo desee Washington, en un momento no tan efímero que, indudablemente, llegará en algún momento.
Traducido de Arabi21, 11 de Junio de 2017