Durante décadas, los pueblos de Israel y Palestina han vivido bajo el gobierno de élites que se preocupan más por prolongar el conflicto que por resolverlo. Hay mucho por hacer respecto a este desastre. La reelección, de un político israelí de derechas, es un premio lo bastante decente como para excusar una nueva guerra en Gaza. Esta misma guerra también aumentará la popularidad de Hamás. ¿Cómo esperan los políticos de la Autoridad Palestina ganarse una vida digna si no pueden sacar provecho de las Naciones Unidas o de la Unión Europea?
Entonces, ¿qué podemos hacer con el estereotipo de que los palestinos son una horda de salvajes que atacan las costas del Israel civilizado? ¿Y con la narrativa del “aliado de la paz”, en la que los partidarios de Israel afirman que los palestinos son criados para odiar a Israel y a los judíos y nunca aceptar la existencia de Israel? ¿O es que el verdadero agresor es el pueblo israelí, una nación de colonizadores igual que los británicos, franceses u otomanos? ¿O es que ambos pueblos están hartos de sus dueños?
La respuesta es escalofriante. Lejos del estereotipo de que los palestinos son los que están incitando a los israelíes, parece que ahora los roles se han invertido. La sociedad palestina está dispuesta a la paz, mientras que la sociedad israelí no; está en contra.
Como demuestran los datos de encuestas publicadas la semana pasada por el lobby pro-Israel de Estados Unidos, los palestinos están dispuestos a encontrar una solución razonable. De hecho, son sorprendentemente razonables, dadas las terribles circunstancias de sus vidas bajo la ocupación. La reciente encuesta fue promovida por el Instituto de Washington para las Relaciones del Cercano Oriente; el think tank ha descrito su propia encuesta como “sorprendente” y repitió esta afirmación frente a la prensa americana. En realidad, estos resultados no son sorprendentes en absoluto.
La actitud respecto a Hamás es un buen punto de partida. La encuesta pregunta: “¿Debería Hamás dejar de pedir la destrucción de Israel y, en su lugar, aceptar una solución permanente de dos Estados basada en las fronteras de 1967?” En la Cisjordania ocupada, tres cuartos de los palestinos encuestados dijeron que sí; que Hamás debería dejar de pedir la destrucción de Israel. La proporción en Gaza fue de un 62%, una mayoría considerable. Un increíble 80% de los palestinos del enclave también cree que Hamás debe mantener su alto el fuego con Israel.
Después, se preguntó a los encuestados: “¿Qué es lo que más le gustaría que hiciera Estados Unidos respecto a los conflictos palestinos a día de hoy?” Dadas las afirmaciones de la estridente narrativa internacional sobre el conflicto Israel-Palestina, podríamos esperar que las respuestas fuesen algo como “matar a los judíos y destruir la Declaración de Balfour.”
Sin embargo, la mayoría de los palestinos de Cisjordania contaron que su prioridad era “presionar a la Autoridad Palestina y a Hamás para que sean más democráticos y menos corruptos.” Fueron más que aquellos que preferirían que “se presione a Israel para hacer concesiones” o que “aumente la ayuda económica para Palestina”. En Gaza, quedó en primer lugar la ayuda económica, seguida de cerca por la presión contra Israel; después la democracia y la anticorrupción.
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“Nada de esto significa que el pueblo palestino respalde la legitimidad de Israel”, concluye el instituto, como si se tratase de un resultado sorprendente o catastrófico. Es un guiño al desconcierto que puede haber creado esta encuesta entre los observadores casuales del conflicto, entre los cuales los palestinos siempre son representados o percibidos como los malos.
No importa que los palestinos no reconozcan al Estado que les robó sus hogares. Dejen que eso cale un momento. De hecho, no importa en absoluto; esta misma encuesta lo demuestra. Entre los palestinos de Cisjordania, el 60% está de acuerdo en que “independientemente de lo que sea correcto, la realidad es que, probablemente, la mayoría de los colonos israelíes se quedarán donde están, y la mayoría de los refugiados palestinos no regresarán a los territorios de 1948”. Incluso entre los ciudadanos de Gaza, casi la mitad (el 46%) aceptó esta afirmación; sus hogares han desaparecido, es hora de llevarse bien. Exhiben un pragmatismo crudo ante la humillación; porcentajes de una sola cifra son los que apoyan la idea de un Estado de Israel.
Lo único sorprendente de estas opiniones es que son una sorpresa. Cualquiera que haya pasado un tiempo en la sociedad palestina y después haya ido a Israel probablemente sabrá que las opiniones más duras son las de los israelíes y no las de los ciudadanos del otro lado del muro de separación. El constante alzamiento de la derecha en Israel lo demuestra.
Por ejemplo, tomemos las opiniones sobre el derecho de Palestina a existir como un Estado independiente. El no-reconocimiento de los palestinos del “derecho de Israel a existir” siempre ha sido un grave problema para el lobby pro-Israel. Sin embargo, no se genera tanta indignación cuando Israel no reconoce el derecho de Palestina a existir. De hecho, cuando se trata del Estado israelí, el reconocimiento mutuo da un paso más allá, como expresó Elie Friedman el año pasado: “El gobierno de Netanyahu insiste en que los palestinos reconozcan Israel como el Estado judío, en lugar de simplemente reconocer que existe. Pero el primer ministro israelí se niega a reconocer al pueblo palestino y su derecho a existir como nación, en lugar de simplemente reconocer que viven aquí”. Así que el punto de vista israelí es mucho más extremo. ¿Qué piensa el público israelí? El 62% de los israelíes – la misma proporción de palestinos en Gaza que creen que Hamas debería reconocer a Israel – no aceptan que “retener Judea y Samaria” sea “una ocupación”. La encuesta se llevó a cabo poco después de la visita de Trump a la región.
El año pasado, otra encuesta reveló que la mitad de los judíos israelíes “respaldan la expulsión de los árabes” en una encuesta de Pew calificada como inexacta por Sammy Smooha, profesor de sociología en la Universidad de Haifa. Su argumento era que “sólo refleja la alienación y el rechazo por los árabes”, más que un deseo de llevar a cabo una limpieza étnica (como si eso lo hiciera más aceptable).
Por un lado, la alienación y el rechazo; por otro, el deseo de vivir pacíficamente. Durante décadas, los palestinos han sido considerados los agresores. Es hora de reconsiderar la situación.