La intensificación de la disputa en el Consejo de Cooperación del Golfo, como lo resume el esfuerzo de Arabia Saudí para aislar a Qatar, ha acabado (al menos en el futuro próximo) con la unidad de Arabia Saudí para construir una coalición regional creíble contra Irán. En ese contexto, Teherán se beneficia de la disputa Arabia Saudí-Qatar, al menos en privado.
De hecho, la respuesta oficial de Irán ha sido, fiel a sus formas, altamente diplomática y cuidadosamente redactada para evitar ponerse de una parte o de otra. Esto ha sorprendido a muchos, ya que un mayor acercamiento a Qatar es considerado por algunos analistas iraníes como una política razonable frente a las constantes provocaciones saudíes.
Entonces, ¿por qué Irán no se acerca a Qatar con una visión de profundizar la división regional entre el bloque conservador saudí y el bloque de la oposición representado por Qatar?; ¿por qué no consigue capitalizar la disputa entre Arabia Saudí y Qatar? Una respuesta obvia es que la política iraní no está necesariamente enmarcada en términos de oposición, ya que Irán tiene poco que ganar de las tensiones regionales. Otra respuesta obvia es que Qatar no tiene por qué aceptar necesariamente el acercamiento de Irán por razones muy comprensibles.
Sin embargo, existen factores más profundos en juego. Para empezar, la República Islámica no parece considerar que Qatar tenga un papel regional importante a largo plazo. En segundo lugar, la dimensión qatarí va más allá de la región del Golfo, tanto que es aliado de Turquía, al menos en varios asuntos clave; Siria, en particular. En tercer lugar, y el más importante, Irán y Qatar difieren en temas de fuerzas extranjeras y en la cuestión de la presencia a largo plazo del ejército estadounidense en la región.
Qatar como enigma
La aparición de Qatar en los últimos 20 años como una potencia creíble en el Golfo – independiente de Arabia Saudí – no ha sido muy apreciada por los analistas y estrategas iraníes. Por ejemplo, Teherán no se toma en serio el desarrollo de Qatar de medios creíbles y recursos educativos – y la aparición de una visión global distinta que surge de este desarrollo. Del mismo modo, la excéntrica política exterior de Qatar, como demuestran sus intervenciones en Libia y Siria, suele ser considerada como de excesiva imprudencia, en contraposición a las intervenciones reguladas de acuerdo la diplomacia regional.
Teniendo en cuenta el pequeño tamaño de Qatar y su inherente falta de profundidad estratégica, el hecho de que Irán no se tome a Qatar en serio no es una percepción completamente irracional. Sin embargo, los países pequeños pueden conseguir grandes resultados, especialmente si se centran en ideas y mercados específicos con el objetivo de satisfacer necesidades ideológicas o económicas. En el caso de Qatar, sus impresionantes recursos educativos y mediáticos, junto a su apoyo a los movimientos de la oposición en la región, está claramente orientado a satisfacer las demandas políticas e ideológicas.
Con respecto a las ambiciones políticas de Qatar, o, más exactamente, a la visión política regional de Qatar, desde un punto de vista iraní, no hay nada inherentemente ofensivo en ellas, al menos no a primera vista. Vale la pena señalar que, en el nacimiento de la llamada Primavera Árabe en 2011, Irán recibió positivamente los movimientos de oposición de la región e intentó enmarcar los levantamientos como parte de un “Despertar Islámico” más amplio.
El problema de Irán parece ser la falta de confianza en la capacidad de Qatar de liderar un bloque regional. Además, los elementos que componen este bloque no aportan confianza a Teherán. Los principales aliados de Qatar son los Hermanos Musulmanes y Turquía, dos grandes potencias que Irán considera rivales. Aunque esta percepción puede cambiar y, de hecho, hay varios puntos potenciales de cooperación (por ejemplo, Teherán y Ankara ya cooperan en varios asuntos regionales); la noción de un bloque cohesionado con Qatar, los Hermanos Musulmanes y Turquía es problemática para Teherán, debido al enfrentamiento ideológico-sectario de estos sectores con el Eje de la Resistencia, liderado por Irán.
División fundamental
Irán envió rápidamente suministros humanitarios a Qatar en una muestra de solidaridad en contra del asedio económico iniciado por Arabia Saudí. Sin embargo, hay que señalar que, incluso antes del comienzo de esta crisis, Irán mantenía una relación muy diferente con Qatar en comparación con los demás países del GCC. Por ejemplo, Irán y Qatar son aliados en el desarrollo de un vasto campo de gas en alta mar, conocido como Pars Sur/Dome Norte.
Sin embargo, en términos de visión estratégica básica y objetivos, los estrategas y políticos iraníes no hacen distinción entre Arabia Saudí y Qatar. El principal objetivo regional de Irán es expulsar a las fuerzas extranjeras del Golfo con miras a desarrollar un organismo de seguridad regional sostenible. Por supuesto, los rivales de Irán del GCC temen la dominación iraní y consideran la presencia de fuerzas extranjeras, sobre todo estadounidenses, la mejor protección frente a esa posibilidad.
Actualmente, Qatar alberga la mayor concentración de fuerzas estadounidenses en la región en la base aérea de Al-Udeid. Además, Qatar acaba de firmar un pacto de venta de armas de 12.000 millones de dólares con Estados Unidos, centrado en la compra de docenas de jets F-15, subrayando así la complejidad de la diplomacia regional. Aunque el presidente estadounidense, Donald Trump, parece apoyar firmemente a Arabia Saudí, parece que el resto de los políticos de Washington están firmemente comprometidos con la antigua táctica imperial de divide y vencerás.
Aún está por ver si la República Islámica de Irán puede crear suficiente distancia entre sus principales objetivos estratégicos y las inherentemente pragmáticas demandas de equilibrio de poder diplomático para capitalizar completamente las divisiones del GCC. Una actitud más realista respecto a Qatar podría contribuir en gran medida a cumplir el deseo de Teherán de vislumbrar un organismo soberano de seguridad regional.