Conocí a la directora de cine palestina Reem Shilleh en París, durante el festival Ciné-Palestine. Shilleh afirma sin tapujos que no se considera a sí misma una directora “legítima”. “Considero Perpetual Recurrences (‘Recurrencias Perpetuas’) como un vídeo, a pesar de que se considere una película. Me considero una participante que hace preguntas: ¿Qué es la memoria? ¿Qué son las narrativas históricas? ¿Cómo se establecen?¿Cómo sobreviven?”
‘Recurrencias Perpetuas’ es un documental de 60 minutos de duración compuesto por imágenes de archivo, con las cuales Shilleh devuelve a la vida 40 años de producción cinematográfica en y sobre Palestina. La política palestina y la memoria de la lucha son los temas que repasa a lo largo de la obra.
El documental incluye películas de activistas del período revolucionario palestino hasta nuestros días: “Estaba interesada en la lucha palestina de 1967 a 1982”, dice Shilleh, cuando le preguntamos acerca de por qué eligió este tramo histórica tan concreto.. “Fue un punto de inflexión para la política internacional. Todo el mundo se unía al lucha, aparecieron muchos creadores, especialmente en los 70. Todo estaba basado en la política radical, en una forma muy particular de unirse a la lucha. Ahora es una cuestión más humanitaria”.
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¿Todas estas películas son acerca de recordar la lucha creando su propia y renovada memoria? El estilo de Shilleh como editora refleja claramente esto: “Se me pidió que pensara sobre películas y política, temas muy repetidos en el cine palestino”, contesta. “Investigué mucho, y lo primero que llamó mi atención fue que las escenas se repetían de una película a otra. Algo une todas estas escenas. Uno de los primeros temas que encontré es “el aula”. Te sorprendería averiguar cuántas películas palestinas acerca de la revolución giran alrededor de un aula. El trabajo de edición condensa las imágenes relacionadas con el tema para hacer más evidente lo que ya es obvio”.
Shilleh es también investigadora, autora y curadora. En 2011 cofundó Subversive Film, un colectivo de artistas que producen trabajos de investigación sobre insólitos materiales filmográficos palestinos. El colectivo tiene su sede en Ramallah, y su objetivo es muy simple: hacer películas tan libremente como se pueda. “Quiero hacer películas como a mí me gusta. No tenemos fondos para financiar nuestras obras, así que los tenemos que buscar en el extranjero, con lo que pierdes independencia. Por lo que solo podemos aceptar pequeñas cantidades de dinero para asegurar que mantenemos el control sobre nuestros proyectos”.
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Sus investigaciones la han llevado a explorar y discutir la historia de Palestina y cómo se ha creado el país que conocemos hoy. Existen recuerdos diferentes de la lucha palestina que aún continúa. En los 70, por ejemplo, los palestinos tenían sus propios representantes. “Crearon sus propias imágenes”, explica. “Crearon películas acerca de sí mismos. Se conformó un determinado patrón alrededor de la resistencia palestina, que se reprodujo y creó un recuerdo. Pero lo que yo quería era profundizar en él, ver cuánto de ese recuerdo ha sobrevivido hasta nuestros días. Ahora no está claro. Hay muchas formas de entender la resistencia, la forma de enfrentar la ocupación. Cuestionar la memoria colectiva puede ser algo muy útil”.
Uno de los temas más llamativos de su película es la educación y cómo los niños palestinos de los campos de refugiados en Líbano y Jordania son educados en las escuelas. Shilleh usa material de los años 70 en los que se puede ver a niños señalando las ciudades de Safed, Jaffa y Jerusalén en un mapa de Palestina, cantando: “La lucha continuará hasta el final”.
“El metraje que utilicé para el tema de las aulas fue rodado durante la revolución”, afirma Shilleh. “La mayor parte en Jordania y Líbano. Muchos creadores internacionales de cine vinieron a Palestina para rodar películas sobre la revolución palestina, sobre la lucha. Intentaron que sus países se sumaran a la causa. Era muy importante mostrar todos los aspectos de la revolución, y uno de ellas era la educación”.Shilleh muestra habilidosamente como esta educación tan profundamente politizada puede llevar al adoctrinamiento de los niños: “Obviamente, la educación sirvió para erradicar el analfabetismo. Era uno de los pilares de la resistencia. Y se diseñó en función de la agenda política. Es obvio que en algunas escenas se muestran lecciones aprendidas de memoria, pero eso por un fracaso de la revolución, de ese capítulo de la resistencia. También era necesario, como método colectivo de unir a todos los palestinos en la misma lucha. Por ejemplo, en una de las escenas se muestra una clase nocturna en la que los fedaiyines ('guerreros de la libertad') también reciben educación”.
No sólo los niños recibían educación política: “Encontré unas imágenes en las que se mostraba a hombres y mujeres en una azotea debatiendo de política, el Che Guevara y Mao Ze Dong”, dice Shilleh.
El punto fuerte de ‘Recurrencias Perpetuas’ es cómo cuestiona la dicotomía palestina entre l revolución y la libertad. Según Shilleh, “es más un movimiento de liberación”, sin embargo durante los 70 la revolución es nombrada en numerosas ocasiones: “Revolución hasta la victoria” era el título de muchas de las películas de la época. Los líderes intentaron tomar cierto papel como modelos revolucionarios. Fatah era un batiburrillo de diferentes ideologías. Se trataba de tomar ejemplo de revoluciones que habían triunfado. La liberación de Palestina era una de las últimas, aunque no la última, en una larga tradición de movimientos de liberación”.
Como cualquier otra joven palestina, Reem Shilleh es muy realista en cuanto a la lucha. “¿Por qué la resistencia se ha convertido en semejante símbolo?” le pregunto. Reflexiona acerca de la pregunta antes de contestar: “Porque aún continúa. El pueblo palestino se ha convertido en la víctima de las víctimas. Y despierta muchas preguntas, algunas filosóficas, otras de carácter global también”.
A pesar de todo, sitúa la lucha palestina en un contexto más general, al mismo nivel que otros movimientos globales: “Alrededor del mundo distintas luchas están alcanzando la victoria. Hay cierta consciencia de que el mundo no es tal y como nos lo muestran los medios de comunicación de masas. La sistematización de la opresión se ha hecho más evidente. Lo que pasó después de los acuerdos de Oslo, mucha gente de mi edad lo vio como un fracaso. Había muchas esperanzas puestas en ese tratado. Sus consecuencias políticas borraron por completo todo lo que había ocurrido antes. Pero en cuanto a política internacional, fue un fracaso de dimensiones mundiales”.
“Nuestra incapacidad para encontrar soluciones es nuestra incapacidad para lidiar con la Nakba”, concluye. “Fue un hecho muy violento, que destruyó completamente la estructura de nuestra sociedad. Las películas son acerca de cómo vivir, cómo tener una vida normal. Hay una mitología alrededor de lo que significa el retorno. A día de hoy, el retorno significa libertad política”.