A pesar de que existe una percepción ampliamente extendida de que la relación entre Israel y Palestina es puramente conflictiva, lo cierto es que existe una silenciosa complicidad y un acuerdo entre Israel, La Autoridad Palestina (AP) y la comunidad internacional para eliminar la posibilidad de que el derecho al retorno de los palestinos sea implementado en algún momento. A pesar de que este derecho –contenido en la resolución 194 de la ONU– es una parte central de todas las negociaciones, Israel se ha negado a llevarlo a la práctica, a pesar de que incluso su pertenencia a la ONU viene condicionada por permitir a los palestinos la vuelta a sus hogares.
La reciente ausencia de respuestas a los comentarios del ministro de defensa israelí, Avigdor Lieberman, durante una conferencia en Herzliya, parece ser la táctica de la comunidad internacional y de la AP. “No aceptaremos el regreso de un solo palestino a los territorio comprendidos en las fronteras del 67”, insistió, provocando un ensordecedor silencio en Ramallah y en la sede central de la ONU, en Nueva York. Unos días después, la Oficina Central de Estadísticas de Palestina publicó un informe en el que se señalaba cómo en la Nakba de 1948 hasta el 66% de la población palestina fue expulsada de la Palestina histórica.
Aunque es de esperar que Israel niegue el derecho al retorno, la comunidad internacional y a AP, y sin perdón posible, lo han convertido en un concepto ridículo. Desde negarse a tratar con los palestinos de la diáspora a la reducción del derecho al retorno a un mero enunciado, ambos han infligido un daño irreparable a los derechos de los palestinos. La retórica puede ser un indicador de las prioridades, sin embargo la política detrás de las negociaciones ha demostrado más bien lo contrario. El apaleamiento que ha sufrido el derecho al retorno por parte la comunidad internacional y la AP lo ha convertido en una cláusula que sólo se puede mencionar dentro de unos parámetros que niegan su reconocimiento. Y a través del programa de la UNRWA se le ha arrebatado todo significado político. Actualmente. La devaluación del derecho al retorno de los palestinos no hace sino alimentar su dependencia de entidades políticas e instituciones que no están dando derecho a la población.
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Al igual que la solución de los dos Estados es ya un cadáver, el derecho al retorno está desapareciendo por la complicidad entre Israel, la AP y la comunidad internacional. Proclamar derechos que dependen de la voluntad de actores hostiles para ser reconocidos y aplicados será siempre garantía de fracaso. Después de la Nakba, los palestinos fueron siempre definidos como tal por Israel y la comunidad internacional, lo que resultó en una existencia que oscila entre el reconocimiento conveniente y la flagrante discriminación.
El fracaso en abordar la expansión colonial de Israel en Palestina es una de las principales razones por las que el derecho al retorno es, a día de hoy, un concepto impreciso. La ausencia de un interlocutor político serio ha hecho que el debate al respecto sea totalmente desequilibrado. Por un lado, Lieberman y el resto de ministros israelíes pueden abogar explícitamente por eliminar el derecho al retorno, mientras que la comunidad internacional y la AP limitan la discusiones a menciones esporádicas, en lugar de permitir a las familias palestinas afectadas por los desplazamientos forzosos influir en el debate al incluir sus propias narrativas personales.
Otra debacle exacerbada por la comunidad internacional y la AP es la conversión del derecho al retorno en un mero símbolo. Los palestinos desplazados no consideran sus pruebas de pertenencia una simple cuestión de memoria colectiva. Esta degeneración es resultado también de la transformación de las negociaciones por lo que se suponen son derechos inalienables en una oportunidad banal para la conmemoración de hechos históricos. Lieberman se ha ganado su derecho a definir el derecho al retorno de los palestinos como algo en desaparición, en parte gracias a las débiles trivialidades respaldadas por entidades que aseguran trabajar en favor de los palestinos.