Los palestinos tienen mucho que aprender de la crisis del Golfo que ha llevado a cuatro estados árabes a imponer un bloqueo por tierra, mar y aire al pequeño estado de Qatar.
Lo primero es ser consciente de la inconstancia que caracteriza las amistades entre los supuestos hermanos árabes, y como tienden con mucha facilidad a la traición. Los palestinos no deberían esperar que sus líderes propongan una solución a corto plazo a los 70 años de injusticia. Si los miembros de la Liga Árabe estuvieran realmente interesados en traer la paz y la prosperidad a Palestina, lo habrían hecho hace décadas. Ha habido mucho ruido y resoluciones vacías, pero ¿acciones concretas? Ninguna.
Para ser francos, los reyes, emires y gobernantes despóticos sólo han hecho suya la causa palestina cuando ha favorecido sus objetivos personales y políticos, a la vez que instauraban un sentimiento de victimismo entre el pueblo palestino. Los petro-dictadores del golfo podrían haber usado sus influyentes miles de millones para torcer el brazo de Occidente, que sujeta las riendas de Israel, y poner fin a la ocupación de las tierras de Palestina. Después de todo, el Estado Sionista se alimenta con el dinero de los contribuyentes de EE.UU. y con las armas que Washington y sus aliados europeos envían a Tel Aviv.
La segunda lección para los palestinos es la de dejar el trabajo hecho para el futuro. Esto implica planear por adelantado y desarrollar estrategias con décadas de antelación, en lugar de las precipitadas reacciones actuales, que responden a los acontecimientos a medida que estos se desarrollan. En los 90, Qatar invirtió más de mil millones de dólares en construir la base aérea de Al-Udeid, al suroeste de Doha. La decisión confundió a los analistas, dado que la fuerza aérea de Doha era, y sigue siendo, modesta. No obstante, en 2003, el ejército de EE.UU. abandonó las bases en la vecina Arabia Saudí y se asentó en la base qatarí, mucho más moderna, que desde entonces sirve como centro logístico y de mando para las operaciones del ejército estadounidense en Afganistán e Irak. También sería legítimo observar que, de manera paradójica, la presencia de las fuerzas de EE.UU. en su territorio ha protegido a Qatar de invasiones y golpes de Estado.
La tercera lección es muy simple: elige sabiamente a tus aliados. Aunque ha mantenido buenas relaciones con el mundo árabe, Qatar ha cultivado relaciones por su cuenta, poniendo su confianza en actores más allá de la región. Nos guste o no, los EE.UU. han probado ser un sólido aliado y, teniendo en cuenta que es el mayor ejército de la Tierra –incluidos los 11.000 soldados asentados en Al-Udeid– la decisión de cederles la base en 2003 está más que justificada.
A pesar de las señales contradictorias emitidas desde la Casa Blanca ocupada por Trump, la marina estadounidense ha llevado a cabo recientemente ejercicios conjuntos con la marina qatarí. Resulta muy difícil ver cómo podría el Pentágono haber autorizado esto si de verdad Washington considerara a Qatar un Estado que financia grupos terroristas. Una de las acusaciones más ridículas que han lanzado Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto contra Qatar.
Qatar también ofreció a Turquía establecer una base militar en su territorio. De nuevo, esto fue una decisión planeada dos años antes, cuando el parlamento de Ankara aprobó el acuerdo en junio de 2015, dando a Turquía el derecho de establecer bases y desplegar tropas en el emirato. La base abrió el año pasado, y sigue siendo la principal del mundo árabe. Además, pocos querrían realmente comprobar el poder de combate del ejército turco.
La última lección para los palestinos es entender que mantenerse firme en los propios ideales es vital. Qatar se ha mantenido impasible a lo largo de todo el bloqueo y está claro que la respuesta del gobierno a la larga lista de demandas presentadas por los autores del bloqueo será rechazarlas. El ministro de Asuntos Exteriores, el jeque Mohammed Bin Abdulrahman Al-Thani envió la respuesta oficial de su país cuando se reunió con el emir de Kuwait, el jeque Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, a principios de semana. Mientras que los Estados del golfo posicionados contra Qatar junto con Egipto dieron un máximo de diez días para cumplir las exigencias, plazo que terminó el domingo, y fue extendido 48 horas. Claramente, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Egipto se han dejado acorralar, exponiendo las debilidades del mundo árabe que siguen lastrando su progreso en todas los aspectos.
Por encima de todo, de este desastre del Golfo los palestinos deberían aprender a no confiar en nadie salvo en ellos mismos si de verdad quieren paz y justicia en una región en la que ambas son escasas o inexistentes. Para asegurar un futuro deberían invertir en un liderazgo en el que poder confiar y deshacerse de la chusma sin principios de Ramala, que carece de pensamiento crítico. Su marca de corrupción autoritaria árabe y su colaboracionismo con la ocupación israelí es un cáncer en el corazón de la nación palestina.
Ahora es el momento de las nuevas generaciones de palestinos para pensar una nueva estrategia para el futuro, pues sólo los jóvenes pueden ver más allá de la geografía impuesta por la colonización y la historia, que agrupan al impotente y envejecido liderazgo de Cisjordania. Por ello, la postura de Qatar debería ser la prueba de que la fuerza viene de la unidad y se refuerza gracias a aliados cuya lealtad está garantizada (aunque dependa de intereses egoístas).
Los palestinos no tienen los recursos ni la apabullante riqueza de los Estados del Golfo, pero tienen la razón de su parte. Manteniendo la moral alta y los objetivos uniformes será útil para las masas tanto dentro como fuera de la Palestina ocupada. Aunque siguen luchando por el legítimo derecho al retorno y por la justicia, tiene algo que solo unos pocos de los matones del Golfo poseen, y es un coraje que desborda por todos lados. Si pueden aprender del bloqueo al pequeño Qatar e impulsar la unidad dentro de sus propias filas, el pueblo de Palestina podría beneficiarse de lo que en realidad es un período muy oscuro