El poeta palestino Taha Muhammed Ali se vio obligado a huir de su pueblo, Saffuriya, en Galilea, en 1948, durante la Nakba. Tan sólo tenía 17 años. Vivió en Líbano un año antes de cruzar de nuevo la frontera y de asentarse en Nazaret, donde murió en 2011.
“Llegó a Nazaret con las manos vacías”, dice el actor palestino Amer Hlehel, cuya producción en el Young Vic, en Londres, narra la historia de la vida de Taha:
La familia entera vivía en una pequeña habitación de alquiler. Comenzó a trabajar como vendedor ambulante en las calles, después abrió una tienda de falafel, después una tienda de ultramarinos, más tarde una de souvenirs. Compró su primera casa, luego construyó la segunda, y después otras tantas para su familia
Taha reconstruye la vida del poeta al abandonar su casa, cuando se enfrenta a la realidad de la guerra, aprende árabe de manera autodidacta y la frontera le separará del amor de su vida.
Hlehel afirma identificarse con el hecho de que Taha reconstruyó su vida de la nada, pues su abuelo fue también expulsado de su pueblo, Qaddita, y obligado a crear una vida con su familia en otra parte. “Me veo a mí mismo como resultado de esa historia. Conservo en mi interior todo ese miedo, dolor, odio y supervivencia”.
“Creo que me identifico con el gran corazón de Taha”, continúa. “Tan grande que después de la pérdida de su tierra, su negocio y su amor, sigue permaneciendo optimista, hasta convertir su dolor y su rabia en amor y poesía”.
Taha escribió acerca de su vida personal, lo que lo diferencia del resto de poetas palestinos, dice Hlehel. “Taha Muhammad Ali es un ejemplo muy raro en el ámbito de la poesía palestina. Escribió acerca de su dolor personal, de la pérdida y del amor, mientras otros escribían acerca del dolor y la pérdida colectivas del pueblo palestino. Es un poeta muy especial, profundo, tierno y el más humano”.
La historia personal de Hlehel también se entremezcla con su trabajo: “Cualquier artista busca tener cierta libertad en su trabajo y hablar de su punto de vista personal, acerca de su vida. Pero en nuestro caso, como palestinos, experimentamos una historia colectiva”.“Mi historia personal y mi formación no pueden separarse de mi experiencia como palestino”, continúa. “No puedes separarte a ti mismo como artista de tu lugar de trabajo, de tu época o de tu entorno. Si lo haces entonces algo falla en tu forma de entender el papel del artista”.
Hlehel se convirtió en actor inspirado por el humorista y actor egipcio Adel Emam. En los ochenta era “el único en todo el mundo árabe”, dice. “De niño soñaba con ser como él. Por aquel entonces él hacía un teatro muy comercial y yo creía que de eso se trataba. Así que seguí mi sueño de ser como Adel Emam y fui a la escuela de interpretación, pero pronto descubrí que mi sueño distaba mucho de convertirme en una estrella comercial”.
Le tomó mucho tiempo a Hlehel animarse a escribir sus propias obras y a actuar en las mismas, inspirado por Harold Pinter y Shakespeare. También ha actuado en películas muy conocidas, como Paradise Now, de Hany Abu-Assad. La diferencia entre actuar para el cine o para el teatro, dice, es el porcentaje de ti mismo que proyectas en tu actuación.
“En las películas no proyectas lo que sientes y piensas, la cámara puede ver si sientes o piensas. En el teatro necesitas proyectar tus sentimientos y pensamientos para que lleguen al público”.Hlehel creció en Jish, al norte de Palestina, y hoy vive en Haifa junto a su compañera Saheer y su hija de tres años, Noora, lo que le convierte en uno de los 1,4 millones de ciudadanos palestinos de Israel. Cuando le pregunto cómo se siente al ser parte de la minoría palestina de Israel, me contesta con una alegoría:
Imagina a un niño que tiene un precioso juguete que ama con locura. Entonces, otro niño –muyo mayor y poderoso–toma el juguete por la fuerza, asegurando que es suyo
“Entonces el segundo niño intenta por todos los medios convencer al niño pequeño y al mundo entero de que el juguete es suyo”
“Pero será muy “amable” y dejará al niño pequeño jugar con “su” juguete siempre y cuando el niño pequeño admita que el mayor tiene razón. ¿Y qué se supone que debe hacer el niño pequeño? ¿Jugar, luchar o marcharse? Así es como nos sentimos los palestinos que somos ciudadanos de Israel”.
Tener un pasaporte israelí ha hecho que para Hlehel haya sido mucho más fácil entrar en reino Unido, pues no necesita visado. Para otros miembros de su equipo, sin embargo, no ha sido tan fácil. Su técnico de luces, Muaz, es de Jerusalén, y su directora de producción, Khawla es de los Altos del Golán. Ambos lugares fueron ocupados en la guerra de 1967. Como resultado de ello carecen de pasaporte, sólo documentos de viaje, pues no son considerados ciudadanos según la legislación israelí.
Cada vez que necesitan viajar a cualquier parte deben pedir un visado, y no siempre se lo dan
“Muaz quería venir con su familia a Londres, pero la familia –su compañera y su hija– no consiguieron el visado”.
Las restricciones a los viajes son solo una de las vías por las que la ocupación hace intolerable la vida para los palestinos. Israel es el nuevo régimen del apartheid sudafricano, afirma Hlehel, en el cual los palestinos son separados en autobuses de los israelíes y luego se les prohíbe volver a sus hogares.
El mundo debe actuar en todos los ámbitos contra la ocupación israelí de Palestina
“Esta agresión debe terminar, y los artistas, actores, escritores y académicos alrededor del mundo tienen el poder de hacer saber a la gente y de presionar a Israel. Boicotear al régimen israelí es uno de los métodos más útiles para conseguir que se haga justicia”.
Hlehel espera que Taha ayude al público a cambiar su forma de pensar acerca de Palestina. “No somos una cuestión política, sino una cuestión humana, y ningún acuerdo podrá arreglar lo que ocurrió en 1948, sólo el reconocimiento y la comprensión de que los palestinos vivieron una terrible catástrofe. De que no somos números, mapas y fronteras, somo personas con sentimientos, historias y una vida que hemos perdido”.
“Taha es el ejemplo de la belleza de Palestina, la historia de un adolescente que pierde su casa, su negocio, su familia y su amor y que a pesar de ello consigue reconstruir una vida alternativa y triunfar de nuevo, en contra de todo pronóstico, y convertirse en poeta. Taha es una historia acerca de cómo vencer la catástrofe”.
Taha estará en el Young Vic de Londres del 5 al 15 de julio, como parte del Shubbak Festival.