El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan,conversó ayer sobre las crecientes tensiones en Jerusalén con los presidentes palestino e israelí, siguiendo el curso de los acontecimientos tras las nuevas restricciones israelíes a la entrada de los palestinos en la mezquita de Al-Aqsa.
Erdogan llamó al presidente Mahmoud Abbas el jueves por la mañana, según fuentes de la oficina del presidente turco, y expresó sus preocupaciones a su homólogo palestino.
"Cualquier restricción a los musulmanes que quieran entrar en la mezquita de Al-Aqsa es inaceptable", declaró Erdogan. "La protección del carácter islámico y la santidad de Al-Quds [Jerusalén] y Al-Haram Al-Sharif [complejo de la Mezquita Al-Aqsa] es importante para todo el mundo islámico".
Las autoridades israelíes cerraron el complejo de Al-Aqsa y cancelaron las oraciones del viernes por primera vez en casi cinco décadas, después de un tiroteo producido la semana pasada que dejó tres palestinos y dos policías israelíes muertos en las inmediaciones del lugar sagrado, punto de tensión en Jerusalén Este.
La agencia de noticias palestina Wafa aseguraba que durante la llamada telefónica, Abbas pidió a Erdogan que pidiera a Estados Unidos que presionara a Israel para que diera marcha atrás de su última intervención sobre la mezquita de Al-Aqsa.
Erdogan llamó más tarde al presidente israelí Reuven Rivlin y le expresó su pesar por la pérdida de vidas humanas en el atentado de la semana pasada, según fuentes presidenciales.
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Erdogan planteó a Rivlin que los musulmanes deberían poder entrar en Al-Aqsa sin ninguna restricción, en el marco de la libertad de religión y culto.
Rivlin declaró que las medidas se pusieron en marcha con fines de seguridad y aseguró a Erdogan que no habría cambio en el estatus de Haram al-Sharif y que las libertades religiosas no serían restringidas.
El miércoles, soldados israelíes hirieron a nueve palestinos y arrestaron a otros cuatro durante las protestas contra el cierre provisional de la mezquita.
Las protestas comenzaron el domingo después de que la dirección de la mezquita pidiera a los fieles que boicotearan los nuevos detectores de metales instalados en las entradas de la mezquita.
Israel ha defendido la medida, alegando que no son diferentes de las medidas de seguridad en otros sitios sagrados alrededor del mundo.
Israel ocupó Jerusalén Este durante la Guerra de Oriente Medio de 1967. Posteriormente se anexionó la ciudad en 1980, reclamando toda Jerusalén como la capital "eterna" del Estado judío, un movimiento que nunca fue reconocido por la comunidad internacional.
Sagrada para musulmanes, judíos y cristianos, Jerusalén es el hogar de la mezquita Al-Aqsa, que para los musulmanes representa el tercer lugar más sagrado del mundo, tras las mezquitas de La Meca y Medina.