Asmaa Beltagy, una egipicia de 17 años, se manifestaba en una sentada organizada en apoyo al ex presidente Mohamed Morsi, cuando un disparo un francotirador acabó con su vida el 14 de agosto de 2013.
Aquel día, las fuerzas de seguridad egipcias dispersaron violentamente la manifestación en la plaza de Rabaa al-Adawiya, en el este de El Cairo. Según cifras de los Hermanos Musulmanes, asesinaron a cerca de 2.600 manifestantes. Sin embargo, las autoridades egipcias afirman que sólo 623 perdieron la vida en la dispersión, incluidos varios miembros del personal de seguridad.
La dispersión se produjo unas pocas semanas después de que el ejército, liderado por el entonces ministro de Defensa Abdel Fattah Al-Sisi, diera un golpe de Estado y expulsara a Morsi, el primer presidente elegido democráticamente en la historia de Egipto.
Después del golpe de Estado, las fuerzas de seguridad egipcias reprimieron duramente a los partidarios de Morsi y de su grupo, los Hermanos Musulmanes, asesinando a cientos y arrestando a miles.
Cientos de egipcios han huido de la represión y han buscado refugio en el extranjero. Entre ellos, Sanaa Abdel Gawad Mohamed, la madre de Asmaa, que reside en Estambul, Turquía.
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Llamada la ‘niña de Rabaa’, su asesinato provocó indignación en todo el mundo. Tras su muerte, su padre escribió una carta a su querida hija. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se echó a llorar en directo en televisión cuando le leyeron la carta.
“No fue una decisión fácil irme de mi país, donde mi hija había dado la vida por su victoria, su dignidad y su prosperidad”.
Contó que tuvo que huir de Egipto “porque las autoridades querían vengarse de todos nosotros.”
El marido de Sanaa Moahamed, Mohamed Beltagy, líder de los Hermanos Musulmanes, lleva más de 3 años en prisión bajo múltiples cargos, incluidos violencia e incitación. Sus dos hijos, Anas y Khaled, también fueron detenidos por las autoridades egipcias.
“No dejaron a un solo miembro de nuestra familia”, cuenta la madre, desolada, y añade:
“No dejaron en paz ni al pequeño, Hossam, de 13 años. Le persiguieron para enviarle a prisión. Tuve que abandonar mi querido país”.