El municipio palestino beduino de Al-Araqeeb fue destruido en agosto. Lo mismo había sucedido 115 veces anteriormente, ésta, por tanto, era la número 116. Tan pronto como las excavadoras israelíes terminaron su deshonroso trabajo y los soldados comenzaron a evacuar el recinto, los residentes de la aldea de inmediato comenzaron a reconstruir sus hogares.
Se estima que viven unas veintidós familias, alrededor de 100 habitantes. A estas alturas, todos ellos están familiarizados con esta rutina dolorosa, teniendo en cuenta que la primera ronda de demolición tuvo lugar en julio de 2010.
Esto significa que el municipio ha sido destruido desde entonces unas 17 veces por año. Volviendo a ser reconstruído aunque sólo fuera para ser destruido de nuevo.
Si la destrucción repetida del pueblo no es más que una muestra indicativa de la terca insistencia de Israel en arrancar a los beduinos de Palestina, la reiterada reconstrucción es indicativa de la tenacidad de la comunidad beduina de Palestina.
Pero Al-Araqeeb sólo es un símbolo de esa lucha histórica.
No sería exagerado afirmar que Israel está llevando a cabo una guerra contra los palestinos beduinos. El objetivo es destruir su cultura y forzarlos a residir en poblados similares a los de la Sudáfrica del apartheid.
El espacio geográfico de esa guerra se extiende desde el desierto del Negev hasta las colinas del sur de Hebrón hacia Jerusalén.
El epicentro de la lucha en curso se halla en el pueblo de Al-Araqeeb. Israel no sólo ha destruido Al-Araqeeb numerosas veces en violación del derecho internacional, además les ha puesto una multa a los residentes –que no tienen ni casa- esperando cubrir con el dinero recaudado por esa vía los costes de la destrucción del pueblo.
Según las últimas estimaciones, se espera que las familias, que viven en chozas improvisadas y que dependen de medios rudimentarios para sobrevivir, paguen una multa de dos millones de shekels, alrededor de 600.000 dólares.
Israel considera a Al-Araqeeb, junto con otras 35 aldeas del Negev, como "no reconocidas" por el plan maestro del gobierno israelí, por lo que deben ser eliminados, y su población conducida a poblados hechos para los beduinos.
Sin embargo, estos pueblos son más antiguos que el propio Israel, y cualquier "plan maestro" podría haber considerado fácilmente esta realidad existente. Sin embargo, para lo que realmente trabaja Israel es para lograr reemplazar a los beduinos con su propia población judía, como ha hecho sin descanso durante siete décadas.
Los beduinos palestinos son conocidos por su tenacidad. Ellos entienden totalmente la historia y la difícil situación de sus antepasados, donde generación tras generación sufrieron la limpieza étnica y el exilio hacia los campos de refugiados fuera de Palestina, o el desplazamiento forzoso a otras áreas. Las comunidades beduinas de hoy se niegan a verse sometidas a la misma suerte de nuevo.
El plan israelí de limpieza étnica de los beduinos del Negev no es diferente del plan para colonizar Cisjordania, judaizar Galilea y el este de Jerusalén. Todos estos esfuerzos siempre culminan en la misma rutina - la eliminación de los árabes y su sustitución por judíos de Israel.
En 1965, Israel aprobó la Ley de planificación y construcción que reconoció algunos pueblos árabes palestinos en la Galilea y el sur de Negev pero excluyó a los demás. Casi 100.000 beduinos, mujeres y hombres, fueron desplazados por la fuerza a los “poblados planificados" para sobrevivir en el abandono económico y la pobreza. Muchos se negaron a moverse y, desde entonces, han librado una guerra prolongada para sobrevivir y mantener u cultura y forma de vida.
Leer: La guerra de Israel contra la gente del Negev
Actualmente, según el Instituto de Estudios Palestinos (IPS), aproximadamente 130.000 personas viven en los llamados pueblos no reconocidos "bajo la amenaza constante de la demolición total".
La anomalía es que estas comunidades beduinas demuestran la falsedad de la afirmación israelí de que los colonos judíos - no palestinos – son los que "hacen florecer el desierto".
Una simple mirada a las estadísticas echa por tierra esa afirmación engañosa en su totalidad.
A partir de 1935 - es decir 13 años antes de la existencia de Israel – los beduinos "trabajaban 2,109,234 dunums de tierra donde cultivaban la mayor parte de la cebada de Palestina y gran parte del trigo del país", declaró a IPS.
Por otra parte, los colonos judíos no llegaron al Negev hasta 1940 y, para 1946, la población judía total ahí no alcanzaba los 475 habitantes.
La cantidad de tierra cultivada por los beduinos en el Negev antes de 1948 llegó a ser tres veces mayor que la cultivada por toda la comunidad judía en toda Palestina, incluso después de sesenta años de los pioneros asentamientos sionistas
Concluyó el IPS
Para revertir esta indiscutible realidad histórica, Israel ha liderado una decidida campaña dirigida a vencer a los beduinos destruyendo su relación con su tierra. Aunque la campaña ha obtenido éxitos parciales, la lucha no ha terminado todavía.
La misma lucha se duplica en otros lugares, especialmente en la llamada "zona C" que abarca el 60% de Cisjordania. Pueblos palestinos beduinos también están soportando una terrible lucha, ya que muchos de sus pueblos han sido seleccionados para su destrucción.
La mayoría de los beduinos de Cisjordania viven en la región central, en una zona conocida como las colinas al sur de Hebrón. El mes pasado, se informó de que el Tribunal Supremo de Israel está ahora "decidiendo el destino" de la aldea beduina de Dkeika. Otros pueblos de la zona han sido a su vez demolidos, han recibido las órdenes de demolición o están a la espera de que el tribunal de Israel decida su destino.
La cuestión no incumbe a un pueblo o a dos. La ONU informó que 46 aldeas del centro de Cisjordania están "en riesgo de desplazamiento forzado" por el gobierno israelí.
Para evitar cualquier disputa legal, el gobierno israelí ha estado trabajando activamente, llevando a cabo acciones totalmente irreversibles para sellar el destino de los beduinos de una vez por todas.
Israel anunció en 2013 el "Plan Prawer", cuyo objetivo era la destrucción de todas las aldeas no reconocidas del Negev. Sin embargo, la movilización masiva de los beduinos y palestinos en los Territorios Ocupados han ralentizado la puesta en marcha del plan, que fue anulado oficialmente en diciembre del mismo año.
Pero, ahora, está siendo revitalizado bajo el nombre de "Prawer II". Un borrador del plan, que se filtró a los medios locales, fue introducido por el ministro de Agricultura de Israel, Uri Ariel. Tiene como objetivo "negar a los ciudadanos beduinos los derechos de propiedad de las tierras y violar sus garantías constitucionales", según informó Patrick Strickland.
La guerra contra los beduinos es, por supuesto, parte de la guerra más grande contra todos los palestinos, ya sea en Israel o bajo la ocupación militar. Mientras que a los segundos se les niega las libertades más básicas, los primeros se rigen por, al menos, 50 leyes discriminatorias, de acuerdo con el Centro Legal Adalah para los Derechos de la Minoría Árabe con sede en Haifa.
Leer: Desde el río hasta el mar, Israel contra los beduinos
Muchas de estas leyes están dirigidas a privar a los palestinos del derecho a la propiedad de la tierra y a la reivindicación de ésta, incluso siendo la misma tierra sobre la que existían sus hogares y pueblos desde hace decenas y cientos de años.
No debería ser ninguna sorpresa, entonces, al saber que, mientras que los ciudadanos palestinos de Israel se estiman en un 20% de la población, viven en sólo un 3% de la tierra, y muchos de ellos se enfrentan al peligro constante de ser desalojados y reubicados en otro lugar.
La historia de Al-Araqeeb es una prueba de la intención israelí de continuar con la expansión colonial ilimitadamente a expensas de la población indígena de Palestina, y también del valor y la negativa a ceder ante el miedo y la desesperación, como demuestran las 22 familias de este valiente pueblo.
De alguna manera, Al-Araqeeb representa la historia de toda Palestina y su pueblo.
La lucha de Al-Araqeeb debe evocar la indignación ante la constante violación por parte de Israel de los derechos humanos y por su negativa a reconocer las aspiraciones nacionales del pueblo palestino, pero debería también traer la esperanza de que tras 70 años de expansión colonial no han podido derrotar o incluso debilitar la voluntad de un pequeño pueblo ni de una nación.
Ver: Los beduinos de Gaza