Hoy hace cuatro años, 37 egipcios fueron asesinados con gas tóxico en una furgoneta policial a las puertas de la prisión de Abu Zaabal, en El Cairo. La temperatura exterior superaba los 31 grados y muchos ya se habían desmayado en el abarrotado vehículo. Después de unas seis horas, varios policías lanzaron gas lacrimógeno a través de las ventanas y los prisioneros se asfixiaron. Sólo sobrevivieron ocho.
Qué: La policía gasea a los prisioneros dentro de una furgoneta
Cuándo: 18 de agosto de 2013
Dónde: Egipto
¿Qué sucedió?
El 14 de agosto de 2013, las fuerzas de seguridad egipcias reprimieron violentamente una manifestación en Rabaa Al-Adawiya, masacrando a más de 1.000 manifestantes que pedían el regreso de su primer presidente elegido democráticamente; Mohamed Morsi.
Miles de manifestantes fueron detenidos, así como varias personas que caminaban por la zona en aquel momento, pero que no habían atendido a la manifestación. Cinco días después, el capitán de la policía Amr Farouq supervisó el traslado de los prisioneros a la prisión de Abu Zabaal.
Cuarenta y cinco de ellos, esposados de dos en dos, fueron obligados a entrar en una furgoneta de policía con capacidad para 24 personas. La furgoneta estaba aparcada en una fila fuera de la prisión, pero, a diferencia de las demás, su puerta estaba cerrada con llave.
La temperatura superaba los 31 grados y muchos de los prisioneros ya se habían desmayado cuando varios policías lanzaron gas lacrimógeno por las ventanas, unas seis horas después de la llegada de la furgoneta. Treinta y siete prisioneros murieron asfixiados y sólo ocho sobrevivieron.
¿Qué pasó después?
Los oficiales del Estado – respaldados, como siempre, por los medios estatales – declararon que los prisioneros habían secuestrado a un policía y que se vieron obligados a lanzar el gas para recuperar el control. La mayoría de los detenidos estaban inconscientes debido al calor y a la deshidratación, por lo que esta versión de los hechos es imposible.
Cuatro de los 15 policías que acompañaban ese día a la furgoneta fueron después juzgados por negligencia, pero el juicio se pospuso.
Finalmente, en marzo de 2014, el capitán de la policía egipcia, Amr Farouq, fue condenado a 10 años de prisión por homicidio, una de las primeras sentencias contra un oficial desde el golpe de Estado de julio, y una de las condenas más largas para un policía. Los otros tres oficiales recibieron penas suspendidas.
En junio, la sentencia de Farouq fue revocada en apelación y el caso fue enviado de nuevo a juicio. Muchos activistas por los derechos humanos señalaron que esto confirmaba la profunda y arraigada falta de responsabilidad de Egipto.
Ningún oficial se ha considerado responsable de la muerte de los manifestantes durante la revolución de enero de 2011, la masacre de Rabba, o de ninguna otra masacre de manifestantes. Mientras tanto, los oficiales de alto cargo – incluido el antiguo dictador Hosni Mubarak – caminan libres.
Sin embargo, miles de miembros de la oposición han sido encarcelados a la fuerza, torturados, privados de atención médica en prisión y condenados a la pena de muerte en juicios masivos y con escasas pruebas.