Quizás la táctica propagandística más común de Israel sea la calumnia: un intento de desacreditar a sus enemigos haciendo asociaciones y vínculos espurio o directamente haciendo acusaciones ilegítimas.
En By Way of Deception, de Victor Ostrovsky, un viejo libro de un descontento agente del Mossad, cuenta que el servicio secreto hebreo intentó a menudo hacer esto con los líderes palestinos, con resultados contradictorios. Pero, cuando no podía o se consideraba políticamente inoportuno, recurría al asesinato.
Ostrovsky dice que, debido a que el antiguo líder palestino Yasser Arafat tenía el apoyo del pueblo, que sabía que no era corrupto y tenía un estilo de vida frugal, no podían calumniarle afirmando que era un dictador corrupto, al igual que otros líderes árabes como Saddam Hussein. Por lo tanto, difundieron rumores sobre su vida sexual, algunos de los cuales aún están presentes en la propaganda israelí más cruda.
Por supuesto, la calumnia más habitual de Israel es la afirmación del “anti-semitismo” de sus enemigos. Es una táctica sucia, pero prácticamente tan antigua como el mismo sionismo. Todo aquel que de su apoyo a la lucha del pueblo palestino que tenga alguna clase de perfil público acaba, tarde o temprano, siendo acusado de antisemitismo por Israel y sus propagandistas.
Esto explica el escándalo creado en el Partido Laborista el año pasado, que amenazó brevemente la posición de Jeremy Corbyn como líder. La estrategia sistemática de Israel no sólo no respeta los niveles más fundamentales de hechos y justicia para aquellos falsamente acusados; sino que también daña a la comunidad judía.
Las calumnias falsas y motivadas políticamente de “antisemitismo” en defensa de Israel dañan la lucha contra los casos genuinos de antisemitismos, que, en su mayoría, proceden de la derecha política. De hecho, muchos de los grandes amigos de Israel en el mundo en posiciones de influencia política se asocian cada vez más con los antisemitas de la “derecha alternativa”. Richard Spencer se autodenomina un “sionista blanco”. Steve Bannon, ex asesor de Trump, hablará en noviembre en la gala anual de la Organización Sionista de América. Incluso el Reino Unido de extrema derecha parece estar enamorado de Israel, operando como un baluarte anti-musulmán (y, a su vez, retirando convenientemente a los judíos de Reino Unido – un proyecto que respaldan tanto antisemitas como sionistas).
Pero otra estrategia de calumnia que Israel ha perpetrado, sobre todo desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, es el intento de afirmar que sus críticos están motivados por el extremismo violento islámico. En los últimos años, esto se ha convertido en el intento de Israel de agrupar en uno a todos los partidos y movimientos “islamistas”, como si todos los grupos con objetivos y métodos muy diferentes fueran un bloque monolítico.
“Hamás es ISIS e ISIS es Hamás”, declaró el primer ministro Benjamin Netanyahu en la Asamblea General de la ONU en 2014. Pero nada más lejos de la realidad.
La realidad es que Hamas está en guerra con el Daesh, y ha conseguido mantener al grupo a raya durante años. Los dos grupos tienen puntos de vista, motivaciones y métodos muy distintos. Daesh considera a Hamás un movimiento "apóstata" que participa en elecciones democráticas y porque es, esencialmente, un movimiento nacionalista palestino. Por otra parte, el Daesh quiere un Estado supra-nacional que se extendería desde Marruecos, al oeste, hasta Irak, al este, y que acabaría con todas las fronteras nacionales.
Considerando los terribles ataques del Daesh contra civiles y sus brutales métodos de lidiar con la más mínima crítica, no es de extrañar que quiera atacar a Hamas. El recordatorio más reciente de este hecho se produjo en agosto.
Un puesto fronterizo palestino al sur de la Franja de Gaza fue atacado con una bomba por un terrorista suicida de Daesh, provocando la muerte de Nidal al-Jaafari, un agente de seguridad de Hamas. El Daesh y otros grupos extremistas llevan años luchando contra las fuerzas egipcias en la península de Sinai.
Aunque esta es la primera vez que las fuerzas de Hamas han sido atacadas por un terrorista suicida, es lo último en el largo historial de la lucha de Hamás contra Daesh y otros grupos extremistas.
Los ataques de la propaganda israelí contra Hamas por su supuesta cercanía con Daesh resultan particularmente irónicos, considerando el apoyo abierto de Israel a al-Qaeda y Daesh en Siria.
El año pasado, el director del Centro Begin-Sadat para Estudios Estratégicos, Efraim Inbar, declaró que el Daesh era “una herramienta útil para hundir a Irán”. Además, Moshe Yaalon, ex ministro de defensa israelí, dijo en una conferencia que, si tuviera que elegir un bando entre Irán y Daesh en Siria: “escogería al Estado Islámico”. Argumentó que “nuestro mayor enemigo es el régimen iraní”.
Esto quizás explica por qué Israel, a diferencia de Hamas, se contenta con dejar en paz al Daesh.