En junio, Sudán envió tropas adicionales para apoyar a la intervención militar saudí en Yemen. No se conocen las cifras exactas, pero se estima que llegaron 8.000 soldados al terreno. En las últimas semanas ha aumentado el número de informes sobre víctimas sudanesas en los medios houthíes, que afirman que un misil balístico asesinó a “decenas” de soldados en la región saudí de Jizan hace unos días.
MEMO no ha podido confirmar este incidente, pero todo parece indicar es que el informe es parte de una unidad de medios houthíes que pretenden desacreditar a los sudaneses y obligar a Jartum y al pueblo sudanés a reconsiderar su apoyo a la ofensiva saudí.
En los últimos meses, los ataques contra el edificio de la embajada de Sudán han provocado la condena del gobierno yemení y han aumentado la presión sobre los cerca de 5.000 ciudadanos sudaneses residente en Yemen. Muchos han tenido que desplazarse a áreas seguras de la capital.
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Varias imágenes no fechadas de, supuestamente, cadáveres abandonados de soldados sudaneses inundan ahora las redes sociales. Ciertas webs reconocidas por su apoyo al gobierno minoritario sirio chiíta de Alawite y a la milicia houthí respaldada por Irán publican titulares que hablan de “grandes pérdidas” y de la “aniquilación” de las tropas sudanesas. Aunque ha habido un pequeño flujo constante de bajas sudanesas, anunciadas por las Fuerzas Armadas de Sudán, la palabra “aniquilación” no parece tener ningún sentido.
En mayo, Janes, una publicación de defensa de renombre, publicó un vídeo filmado por los houthíes que mostraba un tanque de batalla T-72, de diseño soviético, supuestamente perteneciente al ejército sudanés. Las imágenes no verificadas obligaron a la publicación a admitir que el tanque equipado con armadura reactiva se asemejaba a la protección que utilizan otros grupos militantes respaldados por Arabia Saudí, pero no por los sudaneses. El vídeo también situaba a los sudaneses en el norte, cuando se sabe que la mayoría de sus operaciones de combate se han desarrollado en el sur.
Si bien es totalmente concebible que las áreas de operación de Sudán estén en ambas zonas, la campaña de medios houthíes que destaca la “masacre” de soldados sudaneses parece tener el objetivo de enviar un mensaje no sólo al gobierno sudanés; sino también al pueblo de Sudán, alterando la opinión pública.
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La decisión de Sudán de cortar sus lazos con Irán también es un punto principal de la discusión para los houthíes que continúan negando públicamente sus lazos con Teherán, a pesar de las pruebas del suministro de armas, dinero y entrenamiento de Irán, que varios informes afirman que se proporciona vía Omán. El cambio de bando de Sudán tras pasar décadas en el lado iraní hace que el cortejo de Jartum con Arabia Saudí sea “particularmente traicionero” para los houthíes.
Yassir Abdullah Ali, comentarista político sudanés, contó a MEMO que la actitud houthí y la condenación de la presencia de Sudán en el conflicto se han endurecido. “Hasta ahora, los houthíes consideraban la contribución de Sudán como periférica, pero, después de que la última partida de soldados aumentara las cifras sudanesas hasta 8.000, ahora consideran a los sudaneses como los combatientes más experimentados; a diferencia de los Estados del Golfo, que no han vivido la experiencia de batalla en primera línea”.
Queda por ver como resistirá la opinión pública sudanesa si el retrato houthí de los sudaneses como la “carne de cañón” se populariza y el concepto de “aniquilación” se convierte en una realidad. A pesar de la campaña concertada houthí, aún existen ciertas razones convincentes por las que la presencia de Sudán en la coalición no terminará en el corto o medio plazo.
La primera, desde un punto de vista saudí, es la débil campaña militar de Riad hasta el momento de la entrada de Sudán en el campo de batalla en octubre de 2015. Según varios expertos, las fuerzas de Jartum han consolidado y frenado la “putrefacción” del conflicto. Las Fuerzas Armadas de Sudán y sus Unidades de Respuesta Rápida están entre las fuerzas de élite de la coalición. Arabia Saudí haría todo lo posible por evitar una retirada sudanesa.
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En segundo lugar, en lo que concierne a Sudán, mientras que los Estados unidos quizás se hayan unido a la coalición por solidaridad o razones de seguridad nacional, el gobierno sudanés, que ya lucha contra una profunda crisis económica, no pudo ignorar la “oportunidad de negocio” que se presentó. Arabia Saudí paga 2,600 millones de dólares por los “servicios prestados”, y la buena relación con los demás países del Golfo también ha abierto importantes vías de inversión.
Sin embargo, quizás una de las principales razones de Sudán es que su apoyo a Arabia Saudí les coloca en el mismo bando que los estadounidenses en la guerra contra los houthíes. Washington respalda los intentos saudíes de expulsar al antiguo régimen de Ali Abdullah Saleh y los houthíes, respaldados por Irán, en un conflicto que ya se considera una guerra de poder entre Arabia Saudí y su archienemigo, Irán.
Tras el endurecimiento de la política contra Irán del presidente Donald Trump, la determinación de Sudán de permanecer con la coalición saudí forma parte, sin duda, de una política que pretende asegurar el levantamiento de las sanciones de EEUU el mes que viene y también que Jartum ya no sea considerada una nación peligrosa.
Por lo tanto, las intensas campañas houthíes, tanto en el campo de batalla como en los medios, para atacar a Sudán seguirán siendo una batalla perdida, ya que parece que las tropas sudanesas pasarán más tiempo en Yemen.