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Una larga crisis y constantes pérdidas

Los manifestantes ondean banderas de Qatar durante una protesta contra el bloqueo impuesto por los países del Consejo de Cooperación del Golfo, el 17 de Junio de 2017 [Isabel Infantes/Anadolu Agency]

La crisis del Golfo entra en su cuarto mes sin ningún indicio de que vaya a terminar pronto. Mientras que Qatar se ha preparado para una crisis larga, a nivel tanto económico como político, y ha demostrado que es capaz de soportarla; el otro bando se encuentra en un estado de fluctuación. Mientras tanto, la feroz guerra mediática continúa entre ambas partes.

Aunque el enfrentamiento con Irán es uno de los principales problemas del conflicto del Golfo, está claro que Irán es el que más se beneficia de la crisis, ya sea en forma de nuevas relaciones en ciernes o, lo que es más importante, de la distracción del mundo con la crisis, dejando Siria e Irak (así como Yemen) abiertos a su manipulación. Cabe destacar que Siria, en concreto, es la piedra angular de la extensión de Irán.

Es cierto que Siria ya no será un estado iraní, como era antes de la revolución, y que Irán no permanecerá bajo el control de las milicias de Soleimani. Entrará en otra batalla con los kurdos, mientras el Daesh continúa siendo una amenaza, aunque sin ninguna tierra para controlar. Sin embargo, la situación actual indica que Irán ha ganado mucho de la crisis, sobre todo dado que Qatar fue más cooperativo con Arabia Saudí a la hora de enfrentarse a este proyecto y su factor más importante en Siria.

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En cuanto a Yemen, ha entrado en un estado de fluctuación, tras confirmarse lo que ya se sabía: los houthís pueden sobrevivir mucho tiempo. Es en este estado en el que se da el hecho de que las sospechas que rodean al partido Islah debido a su afiliación con el llamado “Islam político”, que impide la cooperación de la alianza con ello en el contexto del conflicto. También parece complicado rehabilitar al presidente depuesto para dar pie a una batalla con los houthíes, aunque no se ha confirmado su capacidad de hacerlo.

Respecto al problema del terrorismo, no es más que un tema secundario en la crisis; Qatar no apoya al terrorismo y las revoluciones no siguen en pie para castigar a Qatar por respaldarlas. Además, Siria se ha convertido en un enfrentamiento regional, y ya no entra dentro del contexto de la Primavera Árabe en términos de su concepto original.

Por supuesto, existen factores que no se han anunciado y que son la verdadera causa de la crisis, pero son fácilmente superables. Quizás la mayor prueba que refuta el conflicto con Irán como el principal problema de la crisis es la presencia de una nación árabe que apoya al régimen de Bashar Al-Assad dentro de la alianza contra Qatar, es decir, Egipto. Por supuesto, Egipto no es una nación marginal; todos sabemos que, si anunciara su posición respecto al enfrentamiento con Irán, esto alteraría por completo el equilibrio de poder, e Irán se daría cuenta de lo absurdo del enfrentamiento y trataría de llegar a un compromiso o a un acuerdo.

Leer: Irán busca una frágil coalición en Oriente Medio

Lo diré de nuevo: la crisis surge de otros factores, de los cuales la mayoría no se conocen, pero son fáciles de superar, sin adherirse a las estipulaciones dictadas por la lista de 13 demandas. Doha y Riad pueden ponerse de acuerdo para beneficiar a ambos países y a la situación árabe en general sin la necesidad de hacer concesión alguna a los estadounidenses o a los israelíes, teniendo en cuenta su apoyo en negociaciones sin sentido que todo el mundo sabe que pretenden abrir la puerta a la normalización libre y no lograr un acuerdo o solución.

Este artículo apareció originalmente en Al-Arab el 6 de Septiembre de 2017.

 

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