El 13 de septiembre de 1993, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) e Israel firmaron la Declaración de Principios sobre las Disposiciones relacionadas con un Gobierno Autónomo Provisional, o lo que comúnmente se conoce como los Acuerdos de Oslo. Dichos acuerdos, según los documentos de la ONU, pretendían establecer las directrices generales para las negociaciones entre la OLP e Israel, sentar las bases de un gobierno palestino provisional en Cisjordania y la Franja de Gaza durante un período transicional de 5 años y sentar las bases para las conversaciones sobre el estatuto permanente basadas en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad.
Veinticuatro años después del anuncio de este acuerdo – que debería haber conseguido al menos ciertos logros para los palestinos, incluidas la paz, la seguridad, el crecimiento económico y un acuerdo final – los palestinos han pasado de una gran pérdida a otra, empezando por la disminución del territorio propuesto para que lo habitasen, pasando por la pérdida de seguridad y terminando con las dificultades económicas y restricciones de desplazamiento, que han hecho su vida insoportable.
Mientras tanto, los co-patrocinadores de este acuerdo, principalmente Estados Unidos, que acogió la ceremonia de firma del acuerdo, no ha hecho más que ponerse de parte de la ocupación israelí, cubriéndola con dólares, respaldándola y enviando armas nuevas y cada vez más sofisticadas, cientos de toneladas de ellas fueron lanzadas sobre los palestinos de Gaza entre 2006 y 2014.
Las partes y los patrocinadores del Acuerdo acordaron resolver el problema palestino basándose en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU. Estas resoluciones estipulan la retirada de las fuerzas armadas israelíes de territorios ocupados en 1967, es decir, Cisjordania, Jerusalén Este, la Franja de Gaza, los Altos del Golán y la Península de Sinaí.
Sin embargo, todas las zonas antes mencionadas siguen ocupadas por Israel, excepto la Península de Sinaí, que fue devuelta tras otro acuerdo de paz entre Israel y Egipto en los 70. Además, el control israelí sobre Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza ha aumentado.
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En pocas palabras, en las ocupadas Cisjordania y Jerusalén, Israel ha instalado cientos de puntos de control militares, ha expandido sus asentamientos ilegales, ha engullido gran parte de las granjas palestinas y de las zonas residenciales, ha construido un muro de separación que divide la Cisjordania ocupada en pequeños cantones, ha desalojado a los palestinos de sus hogares y se los ha entregado a los colonos israelíes bajo débiles pretextos. Las autoridades israelíes han demolido miles de casas bajo el pretexto de que carecen de licencias de construcción, y han aumentado el número de colonos desde 105.000 en 1993 hasta más de 765.000 a finales de 2015.
Israel desmanteló las colonias de la Franja de Gaza en 2005 bajo la presión de los primitivos cohetes de fabricación casera que llovieron sobre ellos durante dos años. Sin embargo, Gaza sigue bajo el control total de la ocupación israelí, que ha impuesto un estricto asedio en el enclave costero desde la victoria de Hamás en las elecciones de 2006.
El asedio israelí ha hecho que la situación en Gaza sea “inviable”, y los patrocinadores del Acuerdo de Oslo no han hecho nada. Gaza sufrió cuatro grandes ofensivas entre 2006 y 2015 que acabaron con la vida de miles de palestinos, hirieron a decenas de miles, devastaron la infraestructura, paralizaron hospitales, destruyeron escuelas y universidades e hicieron que los niños de Gaza no pudieran “dormir, estudiar ni jugar”, según declaró Save the Children, lo que se debe principalmente a las crisis eléctricas y ambientales.
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Además, el área de la Franja de Gaza ha disminuido de 362 km2 en 1994 a 275 km2 en 2005. Israel ocupó este territorio y lo convirtió en tierra de nadie.
La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en la que se basan los Acuerdos de Oslo garantiza la libertad de navegación por vías navegables internacionales en la zona; sin embargo, los palestinos no lo tienen permitido, de hecho, no pueden navegar más de seis y, en ocasiones, nueve millas náuticas para pescar.
El Artículo V del acuerdo estipula que los palestinos recaudarán impuestos directamente; sin embargo, es Israel el que realmente recibe los impuestos, deduciendo los honorarios administrativos y transfiriéndolos a los palestinos. Israel ha usado el dinero de los impuestos para explotar a los palestinos, ya que Israel detiene arbitrariamente las transferencias para causar una crisis financiera que ejerce presión sobre los palestinos.
Las partes y patrocinadores de Oslo acordaron aplicar disposiciones provisionales de autogobierno y un marco para facilitar las negociaciones sobre las cuestiones relativas al estatuto definitivo para finales de 1999. Sin embargo, más de dos décadas y media después, la situación se ha deteriorado y no ha avanzado.
Los políticos palestinos de dentro y fuera de la OLP han criticado el acuerdo, destacando que fue una oportunidad para que Israel expandiera su ocupación. “Oslo fue la mejor idea que ha tenido Israel. Les dejó continuar la ocupación sin sufrir consecuencias”, declaró Mustafa Barghouti, secretario general de la Iniciativa Nacional Palestina.
Taysir Khalid, miembro del Comité Ejecutivo de la OLP y miembro del Frente Democrático para la Liberación de Palestina, declaró que Oslo y los consiguientes acuerdos entre la Autoridad Palestina e Israel fueron “catastróficos en todos los sentidos.”
El ex presidente estadounidense Jimmy Carter, quien diseñó el acuerdo de paz de Israel y Egipto, declaró que “ha perdido prácticamente toda esperanza” de que Donald Trump haga algo por la “justicia para los palestinos”. Al mismo tiempo, los partidos israelíes discuten planes para anexionar territorios palestinos.
Un informe de la ONU publica lo siguiente: “No estamos cerca de una solución sostenible que satisfaga las necesidades y aspiraciones tanto de palestinos como de israelíes… la ausencia de un proceso político para lograr la solución de dos Estados sigue siendo un gran impedimento para el desarrollo de Palestina”.
Ahora la pregunta es: ¿qué traerá Oslo a los palestinos además que sufrimiento?