Esta semana se cumplen 37 años del comienzo de la guerra más larga y una de las más sangrientas del siglo XX, cuando Irak comenzó una invasión a gran escala de Irán. Los dos países lucharon durante ocho años, y se estima que murieron un millón de personas y se produjeron daños por un valor de más de un billón de dólares. Las hostilidades acabaron en agosto de 1988 tras la aceptación por las partes de la Resolución 598 de la Asamblea General de la ONU.
¿Qué?: La guerra Irán-Irak
¿Cuándo?: 22 de septiembre de 1980 – 20 de agosto de 1988
¿Qué sucedió?
El líder iraquí Saddam Hussein comenzó una guerra a gran escala al ordenar a sus Fuerzas Aéreas que destrozaran los campos aéreos iraníes. La invasión seguía a meses de conflictos fronterizos y peleas diplomáticas entre la recién instituida República Islámica chií en Teherán y el líder del Partido Socialista Arabe Ba'az, que aspiraba a convertirse en el gran líder del mundo árabe.
Las tropas iraquíes hicieron rápidas conquistas territoriales en Irán, especialmente en las regiones productoras de petróleo, a medida que avanzaban para controlar el disputado canal conocido como Shatt Al-Arab. La soberanía en el extremo sur del río se disputaba entre ambos países, pero Saddam creyó que ya no podía permitir que los nuevos mulás revolucionarios de Teherán ahogasen la economía petrolífera de su país. Saddam consideró la revuelta de la posrevolución en Teherán como la oportunidad perfecta para exterminar a su nuevo enemigo.
Aunque la consideración económica fue un factor importante de la motivación de la invasión, el conflicto se arraigaba en cálculos ideológicos y políticos más amplios. Hussein se sentía directamente amenazado por la revolución iraní, que expulsó al régimen baazista de Teherán. Creía que la ola revolucionaria acabaría con su propio gobierno en Bagdad, y que amenazaba a toda la región. El intento de asesinato de su viceprimer ministro, Tariq Aziz, cinco meses antes de la invasión, dejó aún más claro para el líder iraquí que existía una conspiración islamista iraní para desastabilizar su país. Expulsar a los mulás de Teherán antes de que le pudieran expulsar a él se convirtió en su principal obsesión.
Las primeras conquistas de las tropas iraquíes fueron detenidas cuando las fuerzas iraníes recuperaron el territorio en dos años, haciendo retroceder a los soldados iraquíes. El conflicto se convirtió en una guerra de desgaste. Los gobernantes de Teherán rechazaron la oferta de alto el fuego de Saddam y la guerra se convirtió en un estancamiento que recordaba a las guerras de trincheras de la I Guerra Mundial. Ninguno de los bandos era tan fuerte como para conseguir una victoria militar total, y tampoco ninguno podía permitirse perder.
¿Qué pasó después?
Durante la fase de estancamiento de la guerra, que duró años antes de que se acordara un alto el fuego, se estima que se perdieron millones de vidas. Los países occidentales, incluido EEUU, ofrecieron ayuda a Saddam Hussein, mientras que Irán perdió casi todo el apoyo extranjero tras la revolución de 1979, que expulsó del poder al gobernante – el Sha Reza Pahlevi - que contaba con e apoyo estadounidense. El ayatolá Jomeini, líder religioso supremo de Irán, igualó las probabilidades al desplegar cientos de miles de jóvenes en las milicias juveniles, llamadas basij ("movilización").
A lo largo de la guerra de ocho años, ciudades de ambos bandos fueron reducidas a escombros con ataques por aire y tierra. Durante las últimas etapas de la guerra, Saddam Hussein utilizó armas químicas contra los kurdos que creía que apoyaban a Irán en Halabja, asesinando a cerca de 5.000 personas. En julio de 1987, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 598, que pedía un alto el fuego inmediato, pero tuvo que pasar otro año para que ambos países aceptaran la decisión unánime. Después, la ONU instaló un grupo de observación para supervisar el fin del conflicto.
Saddam no pudo mantener el territorio que había conquistado, y los iraníes fueron incapaces de derrocar a su archienemigo Saddam Hussein. Pero la guerra, que parecía haberse olvidado en Occidente, puso en marcha una serie de acontecimientos que darían forma a la región en el futuro cercano. Irak estaba arruinado financieramente tras pedir miles de millones de dólares a los Estados del Golfo ricos en petróleo para pagar el conflicto. Saddam consideraba traición la exigencia del reembolso de los préstamos; según él, Irak había sangrado durante ocho años para evitar que la región fuese destrozada por la revolución iraní. Dos años después, los problemas económicos de Irak impulsaron al país a otra guerra fatídica en Kuwait.