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Irán y Turquía se enfrentan al referéndum de independencia kurdo

Referendum kurdo ( Arabi21)

No hay duda de que el resultado del referéndum sobre la independencia de la región kurda supone un gran riesgo por parte de los kurdos y sus líderes políticos. Todos los individuos, fuerzas políticas y estados no interesados en el tema han dejado de lado sus propios problemas y se han centrado en el referéndum, cuya celebración se describe como el “día del juicio”. La excepción es Israel, que ya ha anunciado que acogerá el establecimiento de un Estado kurdo independiente.

Realmente es el día del Juicio Final, dado el hecho de que todo en la región que dominaría el Estado kurdo cambiaría. Todas las relaciones entre países, alianzas, el estado de ánimo en general de las sociedades de estos países, las preconcepciones que llevan un siglo vigentes, el potencial y los horizontes para el desarrollo de estos países y sociedades; es decir, todo.

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Por lo tanto, existe una gran resistencia a la celebración del referéndum que puede otorgar el derecho a la autodeterminación a una base sólida de legitimidad popular. Las objeciones, hasta ahora, hipotéticas, se pueden dividir en dos categorías: primaria y secundaria. La objeción primaria se basa en una combinación de ideología e intereses nacionales a los que no beneficiaría la independencia de la región (o el derecho de los kurdos a la autodeterminación). Esta es la postura de los cuatro gobiernos regionales: Irán, Irak, Turquía y Siria, opinión respaldada una opinión pública con niveles variables de rigidez e inclusión.

En cuanto a las objeciones basadas en los problemas que causaría la independencia de la región, son objeciones legítimas relacionadas con la vida de un gran número de personas, y deben abordarse con un racionalismo mutuo, excepto cuando son utilizadas para enmascarar un rechazo ideológico no declarado a la autodeterminación de los kurdos. Dicho de otro modo, la realidad y la legitimidad de los problemas relativos a la demarcación de las fronteras, el regreso de los refugiados y los derechos de los componentes sociales no kurdos son una cosa, y utilizarlos como excusa para rechazar la idea de un Kurdistán independiente en su totalidad es algo completamente diferente.

El presidente del Gobierno Regional Kurdo de Irak (IKRG), Masoud Barzani, habla durante una reunión con un grupo de periodistas en Erbil, Irak el 6 de septiembre de 2017 [Yunus Keleş / Agencia Anadolu]

Existe la necesidad de enfocarse en las realidades de establecer un Estado kurdo independiente, dado el armamento casi seguro del liderazgo kurdo con los resultados del referéndum a favor de la independencia, en un ambiente hostil, rodeado de gobiernos que han declarado su rechazo a esto, junto a distintos tipos de amenazas. A la luz de las declaraciones de los políticos de estos países, podemos estar seguros de que Irán es el principal oponente al establecimiento de un Estado kurdo independiente en su frontera occidental. Irán está especialmente en contra del liderazgo de Barzani, que está vinculado históricamente con los kurdos iraníes, ya que Mulla Mustafa Barzani luchó personalmente con los kurdos iraníes contra las fuerzas imperiales de Teherán en los años 40. Así que parece que el Teherán islámico de hoy en día habla en serio cuando amenaza con cerrar sus fronteras para aislar al nuevo Estado, si es que alguna vez se forma.

En cuanto a la Turquía de Erdogan, su postura es más confusa que la de Irán, dada la relación especial entre Ankara y Erbil en los últimos años. En sus comunicados públicos, el gobierno turco parece estar firmemente en contra de la independencia de Kurdistán, al igual que los iraníes. En su último comunicado respecto al referéndum, Erdogan prometió celebrar una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU y otra del gobierno para anunciar la postura oficial final en cuanto al referéndum, y decidir qué medidas prácticas deben tomarse. Esta amenaza sugiere decisiones extremas que algunos nacionalistas creen que llegarán al punto de una posible declaración de guerra. Esta guerra se descartó cuando el primer ministro Binali Yildrim dijo que las guerras se libran entre dos Estados, y la región kurda es parte del Estado iraní. Esta declaración también da a entender que es poco probable que se produzca una guerra por el referéndum, pero, si la región del kurdistán se convierte en un Estado independiente, podría existir la posibilidad.

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Sin tener en cuenta las declaraciones que normalmente se emiten por consideraciones políticas internas, la magnitud de la dependencia económica mutua entre los kurdos y Turquía es algo que no puede ignorarse a la hora de establecer estrategias a largo plazo. Es más, la firme objeción iraní a la independencia, seguida de la postura del gobierno central de Bagdad, podría convertir a Turquía en el único aliado de los kurdos tras la independencia; su único vínculo terrestre con el mundo. Esto podría colocar a Turquía en una posición excelente en cuanto a su competición regional con Irán, e incluso a su relación con el resto del mundo, dado el severo aislamiento político que ha sufrido Ankara en los últimos años, sobre todo en su relación con estadounidenses y europeos.

El único aliado de Turquía en sus alrededores geográficos es el terreno kurdo, después de que la famosa política de “cero problemas con los vecinos” del ex primer ministro Ahmet Davutoglu fracasara estrepitosamente. Dada su experiencia de siglos, Turquía sabe que la amistad con Rusia es una amistad con el lobo, es decir, no puede garantizarse a largo plazo. Mientras tanto, las relaciones con Irán son puramente competitivas, con ciertos intereses mutuos, pero no pueden resultar en una alianza fuerte y permanente.

Recep Tayyip Erdogan [Foto de archivo]

La alianza política entre Erdogan y el líder del Partido del Movimiento Nacionalista, Devlet Bahceli, que resultó en la transformación del gobierno parlamentario en un gobierno presidencial, puede durar hasta las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2019, con las que cuenta Erdogan para prolongar su mandato. Esta alianza requiere que Erdogan parezca tener una posición firme contra la independencia kurda, mientras continúa su guerra contra el PKK. Sin embargo, esta guerra no parece tener un horizonte político, es decir, la victoria imposible no puede traducirse en resultados políticos, a menos que se restablezca una solución pacífica. Erdogan requiere de la ayuda política de Masoud Barzani para conseguirlo.

Podemos decir que, dado este complejo panorama, Turquía intentará convencer a Barzani para que posponga el referéndum a una fecha indefinida. Esto le dará tiempo a Turquía para organizar sus asuntos políticos en términos de la prolongación del gobierno del Partido por la Justicia y el Desarrollo y la presidencia de Erdogan. Mientras tanto, la insistencia de Barzani en celebrar el referéndum arrinconará a Erdogan y frustrará todos sus cálculos políticos. Sin embargo, si el referéndum se celebra en la fecha prevista, a pesar de todo, es probable que los intereses nacionales de Turquía adquieran prioridad y que lidie con el resultado del referéndum como el estatus quo, y la relación turco-kurda se convertiría en una larga alianza basada en intereses mutuos. Esto se reflejará positivamente en las relaciones turcas con los kurdos de Turquía.

No hay espacio en este artículo para abordar las posturas de las superpotencias respecto al referéndum y la independencia, pero no hay duda de que Estados Unidos, Rusia y Europa jugarán un papel decisivo en la posibilidad de la región de lograr su independencia.

Este artículo se publicó por primera vez el 21 de septiembre de 2017 en Al-Quds Al-Arabi

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