Poco después de que se aceptara la candidatura de la Autoridad Palestina para la inclusión en la Interpol, el líder de la Autoridad Palestina (AP), Mahmoud Abbas, declaró que se presentará otro proyecto de resolución frente al Consejo de Seguridad de la ONU para conseguir la calidad de miembro. En una reunión en Ramala el pasado lunes, Abbas dijo que la próxima resolución será de suma importancia.
Según la agencia de noticias Wafa, Abbas declaró: “Como ya saben, presentamos esta solicitud en 2011, pero fue rechazada por varias razones. Si Dios quiere, estas razones ya no son una barrera, ya que estamos muy interesados en convertirnos en miembros de las Naciones Unidos.”
En septiembre de 2012, cuando se buscaba la condición como Estado no miembro de la ONU, Abbas clarificó sus razones para ir detrás del reconocimiento internacional: “No pretendemos deslegitimar el Estado existente que es Israel, sino más bien afirmar que el Estado de Palestina debe ser reconocido”.
El telón de fondo de este comunicado, que también conformará la nueva proposición para la membresía de la ONU, es que el paradigma de los dos Estados – una hipótesis sobre la cual se produjeron varias discusiones y negociaciones, que resultaron en una multitud de declaraciones muy alejadas de la realidad palestina. El compromiso de dos Estados existe como un vínculo entre corredores diplomáticos. Aparte de una declaración superficial que ha generado una explotación incesante, no hay ningún valor en el concepto para los palestinos.
Abbas todavía tiene que exponer los beneficios, si los hay, para los palestinos. Si la resolución se aleja de la misma premisa de intentar aplacar a Israel, el valor de la membresía completa de la ONU ya está perdido. Ningún líder palestino debería priorizar y contrarrestar las reivindicaciones de deslegitimación de Israel, cuando el Estado colonialista opera dentro de roles binarios que, a veces, están ofuscados. Por un lado, Israel se ha deslegitimado a sí mismo incontables veces mediante su violencia colonial contra los palestinos. Al mismo tiempo, pretende agresivamente contar con un papel internacional, supuestamente humanitario, intentando buscar apoyo para su expansión colonial en Palestina. Su capacidad de maniobrar de esta forma está ligada al apoyo internacional, que también pone en evidencia la dependencia de Israel y la negativa de la comunidad internacional de eliminar su glorificación y responsabilizar al país. Sin embargo, en ambos casos, el objetivo final es la ausencia de Palestina. Puede permitirse deslegitimarse siempre y cuando no se comunique abiertamente, lo que acabaría con el proceso de transferir la culpa a otras entidades, instituciones y países.
Por lo tanto, el reconocimiento internacional se dará a expensas de la AP, que aún acepta las demandas de Israel. La importancia de esta resolución, si es aprobada, depende de cualquier posible cambio en el reconocimiento y actuación frente a las demandas legítimas de Palestina, independientemente de cómo las retrate Israel. Cualquier otra cosa constituye una afirmación de la dinámica de subyugación y colaboración de la AP. En ese caso, se hace primordial preguntar sobre el concepto de un Estado colonizado, y también de priorizar las demandas de la población palestina ocupada por encima de cualquier resolución que permita mantener el poder de Israel a pesar de sus continuas violaciones de los derechos humanos.