La derrota del grupo terrorista Daesh en Raqqa, su capital de facto, podría ser el comienzo de la necesidad de un mayor esfuerzo militar por parte de Estados Unidos para contener cualquier insurgencia del grupo militante y estabilizar la región, mientras Washington intenta definir una estrategia integral en Siria.
Las milicias respaldadas por EEUU declararon la victoria contra el Daesh en Raqqa el martes, colgando banderas sobre los últimos puntos controlados por los yihadistas tras una batalla de cuatro meses. El grupo militante sunní del Daesh entró en Raqqa en enero de 2014, haciéndose con el control de las facciones rebeldes opuestas al gobierno del presidente sirio Bashar Al-Assad.
“Aunque recuperar Raqqa es importante simbólicamente, podemos hablar de una victoria casi pírrica”, dijo Bilal Saab, investigador del Instituto de Oriente Medio. “Abordar los agravios económicos y políticos de los sunníes para que no surja otro ISIS (Daesh) es tan importante como la lucha militar.”
Raqqa fue la primera gran ciudad que capturó el Daesh, antes de que su rápida serie de victorias en Irak y Siria dejara a millones de personas bajo el mandato de su califato auto declarado, que aprobó leyes y emitió pasaportes y dinero.
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Daesh ha perdido mucho territorio en Siria e Irak este año, incluyendo su posesión más preciada, la ciudad iraquí de Mosul. En Siria, se ha visto obligado a retroceder hasta una franja del valle del Éufrates y el desierto que lo rodea.
Varios analistas de Oriente Medio afirman que entre la amplia gama de problemas expuestos tras la expulsión del Daesh de Raqqa se encuentran el de dónde sacar dinero para reconstruir la ciudad destruida, el cómo apoyar al incipiente gobierno local frente a una posible insurgencia y el cómo evitar que Assad, respaldado por Irán y Rusia, intente recuperar el control.
“El verdadero desafío está en que el ISIS (Daesh) se convertirá en un fantasma vengativo e intentará causar estragos en la seguridad, el gobierno y la administración para hundir a EEUU y a sus aliados”, afirmó Nick Heras, del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense.
Un oficial del Departamento de Estado de los Estados Unidos declaró que Washington se mantuvo comprometida con el proceso de paz en Ginebra, y que apoyó al “grupo más amplio posible de representativos sirios en estas conversaciones.”
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El oficial afirmó que Estados Unidos y sus aliados seguirán proporcionando ayuda humanitaria e intentarán estabilizar las áreas liberadas del mandato del Daesh “continuando con la eliminación de artefactos explosivos improvisados y otros explosivos… recuperando los servicios básicos y restaurando las escuelas”.
También declaró que entre los objetivos de EEUU está el “apoyar a los organismos gubernamentales locales representantes de la zona, dirigidos por los ciudadanos y creíbles a los ojos de la población”.
El uso que hizo Assad de la fuerza para reprimir un levantamiento inicialmente pacífico en contra del gobierno de más de cuatro décadas de su familia dio comienzo a la guerra civil del país en 2011. El conflicto contribuyó a crear un vacío que acabó por llenar el Daesh al hacerse con diversas partes de Siria. Rusia intervino militarmente para ayudar a Assad en 2015.
“El mayor reto para Raqqa y para los aliados de Siria que intentan reconstruir la ciudad es la ambigüedad de la política con Siria del gobierno de Trump”, dijo Heras.
“Estados Unidos tiene que dar señales de que pretende mantener una fuerza residual en las zonas que ha recuperado del ISIS (Daesh), para así supervisar la estabilización y para cumplir el objetivo de frustrar la capacidad de Irán de recuperar todo el país en nombre de Assad”, declaró.
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Varios analistas dicen que Estados Unidos no parece tener una estrategia duradera para estabilizar la región, y mucho menos para reavivar las moribundas conversaciones de la ONU en Ginebra para poner fin a la guerra civil.
“Hemos recuperado y perdido ciudades antes”, dijo el senador republicano Ben Sasse. “Esta victoria subraya la necesidad de una estrategia integral en Siria”.
En condición de anonimato, un oficial estadounidense declaró que “si los rusos de verdad quieren ... volver a unir a Siria, veremos si están dispuestos a regresar al proceso de Ginebra”.
Saab, del Instituto para Oriente Medio, sugirió que la influencia estadounidense en Siria es demasiado leve para marcar el desarrollo de los acontecimientos.
“Nuestra involucración siempre ha sido y será bastante limitada”, dijo. “Hemos cedido el territorio a Rusia y a Irán, y ahora es demasiado tarde para que nos involucremos de verdad”.