En su discurso de apertura ante la Knesset el pasado martes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, clarificó la postura adoptada por el gobierno respecto a la reconciliación de Hamás y Fatah: Israel no negociará con un gobierno de unidad que incorpore a Hamás.
Según el Times of Israel, Netanyahu declaró: “Queremos una paz verdadera, no una reconciliación falsa con quienes en realidad quieren destruirnos”. Esta postura, dijo Netanyahu, refleja la de Estados Unidos. “La reconciliación para la paz. No la reconciliación para destruir Israel. No es complicado", añadió.
Desde el punto de vista israelí, las complicaciones se solucionan rápidamente. Expansión adicional de asentamientos , una mayor represión contra los ciudadanos palestinos y asegurar una colaboración fluida con la Autoridad Palestina; todo esto contribuye a la versión israelí de la paz, que equivale a colonizar el territorio mientras, gradualmente, expulsan a los palestinos.
Ynetnews informó de que uno de los proyectos de ley que se presentará a a Knesset consiste en revertir el Plan de Desconexión de Gaza de 2005, lo que supondría el regreso de los colonos a áreas evacuadas hace 12 años.
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Para los palestinos, que llevan más de un siglo sufriendo las consecuencias del colonialismo, si se consideran los previos intentos de colonización, la paz puede ser un asunto sencillo si los líderes palestinos y la comunidad internacional se aferran a la descolonización como el pilar sobre el que Palestina puede construir su autonomía.
Aparte de las diferencias políticas, lo que distingue a Israel de los palestinos es su capacidad e impunidad en términos de expansión territorial y apoyo internacional. La lucha palestina por la libertad ha sido aplastada muchas veces, también por la comunidad internacional; tantas, que la coherencia se ha convertido en un recuerdo lejano.
Es probable que el acuerdo de reconciliación haga surgir distintos conceptos de paz; sin embargo, ninguno es leal a la liberación de Palestina. Los líderes palestinos han operado en un espacio saboteado silenciosamente por imposiciones diplomáticas. Por cada concesión, se elimina una franja de libertad. La declaración de Israel de que no negociará con un gobierno de unidad que incluya a Hamas no es ninguna sorpresa. A pesar de que la afirmación se comunicó de forma tardía, Hamas como epítome de la resistencia palestina es incompatible con las demandas de Israel, y, por lo tanto, sólo era cuestión de tiempo que Netanyahu pronunciara estas declaraciones.
Es importante cambiar el enfoque sobre lo que Hamas es capaz de cambiar en términos de la ecuación prevaleciente. La constante marginación de Hamas ha encarcelado al movimiento en varias trampas – la más obvia es el aspecto geofísico de Gaza y el aislamiento político impuesto por la comunidad internacional. La reconciliación como producto de estas trampas no puede producir unidad ni paz, sobre todo cuando el objetivo de la AP es afirmar el control de Gaza en nombre de una terminología tan ambigua.
Mediante estas acciones, Mahmoud Abbas facilita la narrativa israelí y ofrece una distracción debido al proceso de reconciliación. Si Hamas va a conservar su identidad y cultivar una nueva forma de diplomacia priorizando la resistencia, es importante que dentro del gobierno de unidad exista un consenso para avanzar más allá de lo que requiere Israel y para construir una identidad en Palestina – una identidad que refute la predecible letanía de quejas de Israel. Independientemente de si Hamas está involucrado directamente o no en las negociaciones, Israel no ha alterado su ambición colonial. Si el gobierno de unidad se conforma con algo menos que un enfoque anti colonial, no es más que otro peón en el macabro juego de Israel.