El acuerdo de reconciliación al que llegaron Hamás y Fatah este mes ha alimentado la esperanza por una unidad palestina duradera frente a un gobierno israelí cada vez más beligerante. Esto ha sucedido pese a la actitud claramente ambivalente del gobierno de Estados Unidos respecto al acuerdo.
La insistencia del gobierno estadounidense en que Hamás debe “desarmarse” y “reconocer” a Israel para unirse a un gobierno de unidad palestino apunta a una convergencia casi total de las posturas de Israel y Estados Unidos en este tema. Aparte de dificultar la reconciliación, estas demandas maximalistas de la administración estadounidense animan al gobierno israelí a llevar a cabo políticas destructivas, en particular la expansión de los asentamientos de Cisjordania y Jerusalén Este.
En cuanto a las repercusiones del acuerdo, lo que se ha discutido menos es la postura de Irán en la aparente mejora de la relación entre Hamas y Fatah. Oficialmente, la República Islámica se compromete a la unidad palestina, y los oficiales palestinos a menudo se han quejado del conflicto entre las dos facciones.
Sin embargo, los términos del último acuerdo y el miedo a compromisos potencialmente excesivos de Hamas han hecho que Teherán tenga que pensárselo. Además, desde la perspectiva de Teherán, el panorama geopolítico amplio requiere de confrontación con Israel, no de eternas conversaciones de paz que nunca producen resultados positivos.
Mantener a Hamas a bordo
El momento del acuerdo de reconciliación es incómodo para Irán, ya que ahora la República Islámica está intentando estabilizar su relación con Hamas. Esta relación se vio sacudida por el inicio del conflicto en Siria, cuando Hamas dio la espalda al gobierno sirio y apoyó a la rebelión.
Sin embargo, últimamente, la relación ha mejorado, en parte gracias a que el conflicto sirio está cerrándose. Puede que Irán y Hamas no sean aliados naturales, pero tienen suficientes intereses ideológicos, políticos y estratégicos en común para mantener un vínculo fuerte. Por lo tanto, la prioridad de los líderes de Hamas y los interlocutores iraníes ha sido restaurar el statu quo ante; en otras palabras, olvidar el desacuerdo en Siria.
El temor de Teherán es que el acuerdo de reconciliación lleve a Hamás a adoptar posturas que distancien más sus políticas de las de Irán. Y estos son los principales problemas sobre la mesa, es decir, el estatus de Hamás como una organización de “resistencia” (y, por lo tanto, su derecho a portar armas) y su negativa a reconocer al Estado de Israel.
Por lo tanto, no es de extrañar que, justo después del acuerdo, una delegación de Hamás visitara Teherán con la intención de abordar estos problemas. Los medios iraníes han entrevistado a varios miembros de la delegación, que parecen sugerir que Hamas no comprometerá sus principios básicos. Por ejemplo, Mahmoud Al-Zahar, líder de Hamás en Gaza, declaró a la agencia iraní de noticias Tasnim que Hamás se abstendrá de reconocer a Israel bajo ninguna condición.
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Hablando con Tasnim sobre el centenario de la Declaración de Balfour, Al-Zahar descartó la convergencia ideológico-política con opiniones clave de Fatah, subrayando en su lugar las cláusulas de procedimiento del acuerdo, que piden la restauración de las elecciones parlamentarias de Palestina y la subsecuente creación de un gobierno unificado.
Otro miembro de la delegación, Osama Hamdan, líder de Hamas en Líbano y miembro del politburó, declaró a la Fars News Afency que las “armas” de la resistencia son una “línea roja” que nunca puede sobrepasarse. Al dirigir la atención a la preocupación de Israel respecto a la visita de la delegación Hamás a Teherán, Hamdan confirmó que la relación con Irán está mejorando.
Entretanto, el líder de la delegación, Saleh Al-Aouri, fue entrevistado por la web especializada Iranian Diplomacy, a la que comentó que, lejos de crear un conflicto entre Irán y Hezbollah, el acuerdo de reconciliación debería acercar a Hamás al eje de “resistencia” iraní. Como era de esperar, Al-Aouri negó que el acuerdo refleje un cambio del cálculo estratégico de Hamás, y, coincidiendo con la retórica del resto de la delegación, confirmó que Hamas no será coaccionado o inducido a reconocer Israel.
El panorama geopolítico
Es difícil que la dura retórica de los líderes de Hamas en Teherán alivie los temores de los iraníes. Los oficiales de Hamas tienden a hablar con dureza con los medios iraníes, y parece que les cuesta hablar de la convergencia con la postura de Irán. Por el contrario, cuando hablan de Irán con los medios árabes tienden a mencionar las diferencias y, en caso de que esto ocurra, no suelen plantear una convergencia casi perfecta con Irán.
Mientras que Irán no se opone, en principio, a la reconciliación entre Hamás y Fatah, son las dinámicas políticas y estratégicas más amplias las que preocupan a los iraníes. El acuerdo de reconciliación se considera un triunfo diplomático para Egipto, un rival regional de Irán. Puede que el impulso del acuerdo lleve a Egipto al núcleo de la vida nacional de Palestina – y, por extensión, de la relación palestina con Israel – tras un período de relativo distanciamiento entre Egipto y Palestina.
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Lo más peligroso para Irán es que es muy probable que el acuerdo intensifique la involucración de EEUU e Israel en Palestina, a pesar de las objeciones estadounidenses e israelíes al acuerdo. No es concebible que el acuerdo pueda crear las condiciones adecuadas para otra ronda de conversaciones de “paz”, sobre todo si el voluble gobierno de Trump decide involucrarse en el proyecto con mayores objetivos diplomáticos en mente.
En el análisis final, el momento del acuerdo es problemático para Irán, ya que la tensión entre Irán e Israel ha aumentado tras la resolución parcial del conflicto sirio, que está concluyendo en los términos de Irán.
Irán necesita movilizar a sus aliados regionales para enfrentarse a Israel, no para hablar, aunque indirectamente. En febrero, el líder iraní Ayatollah Khamenei pidió a los palestinos que iniciaran una nueva intifada contra la ocupación israelí. Como mínimo, el acuerdo de reconciliación pone freno a esos planes.