"Combatir la corrupción es un deber islámico similar a la lucha contra el terrorismo", según han dicho varios clérigos saudíes en respuesta a la reciente purga de príncipes, oficiales y empresarios, que ha producido docenas de detenciones durante el fin de semana.
Como parte de su “deber religioso”, la nueva comisión anticorrupción, creada por petición del rey Salman, ha comenzado a funcionar y ya ha detenido a varios empresarios importantes, incluido el príncipe Al-Waleed Bin Talal, de quien se dice que tiene una fortuna de 16.700 millones de dólares, según la revista Forbes.
Los críticos han calificado esta cacería como una prueba más de que el príncipe heredero Mohammed Bin Salman está erradicando a la oposición, asegurando su sucesión y haciéndose con el control del país. Esta operación se produce menos de cinco meses después de que fuese nombrado nuevo príncipe heredero después de que su primo, el príncipe Mohammed Bin Nayef, fuera expulsado y sometido a arresto domiciliario.
Bin Salman, se ha convertido en una fuerza a tener en cuenta, ya que ha continuado con la campaña de la monarquía para silenciar a los disidentes frente a su ambicioso programa de reformas, incluso entre sus propias filas. Hace poco, su primo, el príncipe Abdulaziz Bin Fahd, fue también condenado a arresto domiciliario después de criticar abiertamente la política exterior del país, sobre todo respecto a su relación con Emiratos Árabes Unidos y con el conflicto de Palestina-Israel.
Sin embargo, hay algo más oculto en estas detenciones de lo que parece. Durante mucho tiempo, Arabia Saudí ha sido un Reino que no permite críticas a sus políticas, y todo aquel que quiera prosperar tiene que tener cuidado para no arriesgarse a desaparecer. Aunque Al-Waleed ha mantenido un alto perfil internacional y ha hablado de los derechos de las mujeres en el Reino, sus comentarios siempre se han considerado constructivos, educados y dentro de los límites que permiten al Reino demostrar que permite cierta libertad de expresión, por muy raro que suene.
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Lo único que los detenidos tienen en común es su riqueza. La campaña de detenciones empezó con empresarios menos conocidos hace ya semanas, multimillonarios sin un perfil internacional. Con un valor de 8.100 millones de dólares, Maan Al-Sanea fue detenido en su casa el 18 de octubre acusado de “evadir la justicia y deber grandes sumas de dinero a los acreedores”. Se hizo con su fortuna tras fundar el Grupo Saad, un conglomerado que opera en la construcción e ingeniería, desarrollo inmobiliario, servicios financieros e inversiones.
Tan sólo este fin de semana, 11 príncipes, cuatro oficiales y decenas de antiguos oficiales han sido detenidos en el Reino, un total de 49 personas; el valor neto total es inimaginable. Irónicamente, están retenidos en el Hotel Ritz Calton en Riad, una “prisión” digna de su persona.
Los intentos de Bin Salman de modernizar el Reino, reducir su dependencia de los petrodólares, introducir el “islam moderado” e incluso establecer un punto turístico en la región conservadora han sido recibidos con escepticismo, pero, en su mayoría, han supuesto altos costos que no puede permitirse un país que se tambalea debido al casi colapso de los precios del petróleo.
Sin embargo, las detenciones ya han ayudado a mejorar el precio del petróleo. Desde que su anunciaron, los precios han subido a su máximo en dos años; 0,8, hasta los 62,55 dólares por barril a día de hoy. Sin embargo, otros indicadores demuestran que los arrestos han provocado incertidumbre en el mercado y han confundido a los inversores.
Los ambiciosos proyectos de Bin Salman forman parte de lo que ha llamado "Vision 2030", el periodo de tiempo durante el cual el Reino diversificará su economía del petróleo y desarrollará sus servicios en el sector público.
La Arabia Saudí moderna lleva dependiendo del petróleo desde que fue descubierto en 1938. El oro negro ha hecho del país y de sus gobernantes uno de los más ricos del mundo, pero todo se derrumbó cuando los precios cayeron.
Varios años de despilfarrar los fondos públicos para uso personal, usar fondos petrolíferos para “sobornar” a los ciudadanos para que no se rebelen – el gobierno repartió millones de dólares para “ayudar” a los saudíes a cubrir sus necesidades, sobre todo en los momentos de posible conflicto como durante la Primavera Árabe – y la falta de inversión en la infraestructura del país han dejado al Reino incapaz de llegar a fin de mes.
La línea ferroviaria Meca-Medina, que se espera que transporte más de 6.200 millones de pasajeros en 12 años, cuesta 37.500 millones de riales (10.000 millones de dólares). Debido a que las operaciones comenzarán el año que viene, el sistema se ha visto afectado por retrasos.
En julio, Arabia Saudí anunció el inicio de otro ambicioso proyecto; un plan de turismo a lo largo de la costa del Mar Rojo, que incluye la creación de 50 islas y cubre una zona más grande en extensión que Bélgica. Se espera que dé comienzo a finales de 2019, con un presupuesto de decenas de miles de millones. El proyecto generará 35.000 puestos de trabajo “una vez esté en marcha” y contribuirá con 15.000 millones de riales (4.000 millones de dólares) al producto interno bruto de Arabia Saudí, según un comunicado oficial.
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Pero son los costes de puesta en marcha los que necesita ahora el gobierno, y, si ha sido incapaz de obligar a sus millonarios a financiar sus proyectos, quizá ahora sólo pueda acceder a los fondos apoderándose de ellos, declarándolos propiedad del gobierno y llevándolos a sus arcas.
El famoso “soplón” saudí Mujtahidd, crítico con las políticas del reino, ya ha advertido: “Bin Salman espera recaudar 2-3 billones de riales (0,5-0,8 billones de dólares) de sus actuales campañas de detenciones, “donará” medio billón al presupuesto y el resto se lo embolsará él mismo”.
يتوقع ابن سلمان من جمع ٢ إلى ٣ تريليون ريال من هذه الحملة "يتصدق" منها على الميزانية بنصف تريليون وياخذ الباقي
— مجتهد (@mujtahidd) November 5, 2017
Si el deber religioso del gobierno es combatir la corrupción, quizá debería empezar por dar ejemplo; al fin y al cabo, fue un principio vital para el profeta Mohammed (la paz sea con él).