En medio de las muchas peticiones para el arresto del presidente sudanés durante su visita de tres días a Uganda, Ofwono Opondo, portavoz del gobierno ugandés, ha defendido la decisión de no entregar a Al-Bashir a la Corte Penal Internacional (CPI). Declaró que Al-Bashir es un jefe de Estado en funciones con inmunidad judicial, y llegó a decir que Sudán es, en gran parte, responsable de estabilizar políticamente los países de la región.
Opondon dijo: “Creemos que el compromiso constructivo con el gobierno de Sudán y con el Sr. Bashir en varios frentes regionales está dando sus frutos. Y, por lo tanto, se puede ver que el propio Sudán está estabilizando Sudán del Sur, Somalia y República Democrática del Congo”.
Irónicamente, el país cuyo nombre sigue en la lista estadounidense de países que respaldan al terrorismo estatal parece tener un efecto mediador en la región en la que aún existen conflictos armados y disputas internas.
De acuerdo, Sudán podría argumentar que su participación en los asuntos internos de otro se basó en el conflicto de Darfur, en el que los países vecinos brindaban refugio a los grupos armados decididos a acabar con el gobierno de Jartum.
Sin embargo, la última visita a Al-Bashir a Uganda para reunirse con Yuweri Museveni y la invitación del mes pasado hacia el presidente de Sudán del Sur han sido intercambios diplomáticos importantes que han allanado el camino para una mejor relación entre los respectivos líderes. Uganda y Sudán han estado en bandos distintos en el conflicto de Sudán del Sur, en el que Uganda apoya al gobierno de Silva Kirr y Sudán está acusado de apoyar al ex vicepresidente, Riak Machar.
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Además, Uganda, que durante mucho tiempo acusó a Sudán de albergar al Ejército de Resistencia del Señor de Joseph Kony (los oponentes armados de Museveni), hizo todo lo posible por recibir a Al-Bashir y firmar ciertos acuerdos importantes, incluido el establecimiento de vuelos directos entre Jartum y Entebbe. Hay informes que dicen que, durante su visita, también se habló sobre la presa de Etiopía.
La relación entre Sudán y Uganda lleva varios años tensa, sobre todo porque un portavoz de Exteriores de Uganda afirmó en 2009 que Al-Bashir sería detenido si ponía un pie en suelo ugandés, y que sería entregado a la CPI. Sin embargo, el presidente Museveni llamó a Al-Bashir para disculparse.
La visita del jefe de Estado de Sudán se produce después de que Estados Unidos levantara algunas de las sanciones económicas impuestas a Sudán, de las cuales dos condiciones directas estipuladas por el ex presidente Obama decían que Sudán debía cortar su relación con los grupos de la oposición de Uganda y Sudán del Sur.
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De hecho, a principios de mes, la visita estatal del líder de Sudán del Sur, Silva Kirr, se consideró como un punto de inflexión donde ambos al fin “enterrarían el hacha de guerra” y trabajarían juntos en acuerdos comerciales de interés mutuo, producción de petróleo, desplazamientos fronterizos y problemas de seguridad.
Estos acuerdos incluían la apertura de 10 cruces fronterizos y la creación de una zona desmilitarizada de 20 km a 10 km de cada lado de la frontera y, finalmente, tratar de llegar a un acuerdo sobre el problema intratable de Abeyi, una ciudad fronteriza rica en petróleo.
Respecto a la estabilidad, Abraham Mamer, un analista de Sudán del Sur que habló con Al Jazeera, dijo: “Si no trabajan juntos, se formará el caos, y la región será inestable. Sudán del Sur debe ser estable para que Sudán sea estable, y viceversa”.
Así que, aunque “estabilidad” parece ser la palabra de moda, Sudán también ha intentado evitar las dificultades que surgen durante el gran renacimiento que está surgiendo en Etiopía. Aunque no se llegó a ningún acuerdo sobre un estudio formal para abordar los efectos de este crecimiento, Sudán se ha comprometido a defender el derecho tradicional de Egipto al suministro de agua, al mismo tiempo que defiende el derecho de Etiopía de continuar con su proyecto.
A pesar de los continuos problemas fronterizos de Sudán con Egipto respecto a la zona de Halayeb y Shalateen, Sudán ha conseguido evitar el enfrentamiento armado, ignorando las peticiones de las fuerzas sudanesas de recuperar la zona por la fuerza. En cambio, ha optado por seguir el camino legal a través de la ONU.
El efecto estabilizador de Sudán también se refleja en su relación con Somalia. Tras la explosión del 17 de octubre en Mogadiscio, en la que murieron más de 300 personas, los hospitales sudaneses atendieron a los heridos que fueron trasladados a la capital de Sudán mediante el gobierno qatarí. Los últimos intercambios de información y visitas de alto rango también denotan la cercanía entre Sudán y Somalia y su unión frente a la amenaza del grupo militante Al-Shabbab.
Los opositores al régimen sudanés podrían argumentar que el intento de caerle bien a Estados Unidos ha persuadido a Sudán a apartarse de los problemas de los países vecinos. Detener los ataques aéreos en Darfur y permitir la entrada de ayuda humanitaria en la región han sido medidas clave para aligerar la presión sobre Sudán y disipar el apoyo de los países vecinos. Fue la presión ejercida por las sanciones y la diplomacia internacional más que el deseo unilateral de Sudán lo que le ha llevado a desempeñar el papel de estabilizador regional.
Sea cual sea la verdad, lo cierto es que es un nuevo comienzo para la política y las relaciones diplomáticas. Un comienzo que podría transformar la región y lograr la estabilidad y la prosperidad para las generaciones futuras. Las recientes visitas de los presidentes de Sudán del Sur a Sudán y de Al-Bashir a Uganda podrían demostrar ser dos de los acontecimientos más importantes del calendario histórico de acercamiento y distensión en la zona.