El movimiento sionista continúa con su proceso de judaización, presente desde 1948 en todo el territorio palestino, especialmente en las ciudades que han mantenido su carácter y naturaleza árabe-palestina, a pesar de haber sido ocupadas y desalojados sus ciudadanos. Las batallas de judaización en los 60 y 70 en Galilea y el Triángulo del norte, así como la actual batalla en el Negev, han sido las batallas más feroces combatidas por varios gobiernos israelíes sucesivos.
A raíz de la segunda ocupación de Cisjordania en 1967, las autoridades de ocupación continuaron la guerra de judaización en Jerusalén y ciertas ciudades de Cisjordania. Consiguieron imponer una división especial temporal en la mezquita de Ibrahim, una fórmula que ahora tratan de imponer en Jerusalén en el muro de Buraq y la mezquita de Al-Aqsa. Es la batalla actual más feroz, librada dentro de la judaización que parece adoptar distintos métodos de imposición, coerción e intimidación mediante la introducción de un arsenal de leyes de ocupación. Esto aún ocurre a la sombra de un sospecho silencio, una extraña incompetencia y una aún más extraña coalición de intereses.
Hace poco, las autoridades de ocupación israelíes publicaron una orden militar que garantizaba a los colonos, que controlan barrios y propiedades en la Ciudad Vieja de Hebrón, el derecho a formar sus propios comités de gobierno y la autoridad para gobernar sobre sus propios asuntos municipales. Esta medida indica el comienzo del proceso de establecimiento de un Estado para los colonos después del reforzamiento de la ocupación de Israel. Ahora tienen que establecer la ocupación garantizándoles a los colonos su propio Estado, con leyes distintas a las del “país madre” y de las municipalidades palestinas.
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Aunque esta medida es la primera de este tipo desde la ocupación de 1967 y se ha establecido de manera legal, se puede aplicar a una mayor ecala para distingur las municipalidades colonas judaizadas de las municipalidades palestinas. En este caso, las municipalidades de barrios judíos sólo podrán prestar servicios a barrios judíos. Es, obviamente, un enfoque racista que allana el camino para un Estado de apartheid sin igualdad ni justicia.
Varios protocolos y artículos del acuerdo de Declaración de Principios con la OLP (Acuerdos de Oslo) han sido eliminados, ya que la orden de Hebrón ha eliminado el protocolo de la ciudad respecto a la redistribución de las fuerzas israelíes, firmado en 1997. Esto estipula el control completo palestino sobre Hebrón y el control de la seguridad israelí en las áreas H1, donde habitan los colonos. El control de seguridad israelí se está convirtiendo en una municipalidad, y esto refuerza la división de la ciudad; es decir, lo contrario de lo que establece el protocolo de Hebrón, que estipula que es una ciudad abierta, no cerrada.
A raíz de esta situación, nos damos más cuenta cada día de que no existe una estrategia palestina que permita a los palestinos, en su estatus de pueblo indígena, enfrentarse y resistir a las políticas de ocupación que continúan enraizando los asentamientos y la judaización, sobre todo en Jerusalén y Hebrón. El proyecto colono sionista se expande, y el proyecto de judaización amenaza todo lo que contienen los acuerdos israelí-palestinos, ya que Israel está ignorando estos términos, considerando la falta de una visión palestina clara y organizada sobre lo que está ocurriendo. Israel continúa implementando planes de asentamientos y judaización, y sus políticos son conscientes de su responsabilidad directa. Esto requiere reacciones palestinas que vayan más allá de comunicados contra la comunidad internacional, que no tienen los medios para presionar a este “súper Estado”.
¿Estamos a punto de presenciar el establecimiento de un segundo Estado israelí en el territorio palestino de Cisjordania, al igual que se construyó el primer Estado israelí en 1948? ¿Se está construyendo sobre las ruinas del “Estado de partición” que se prometió a los palestinos, pero que no se ha cumplido? Este “Estado de Oslo” se les ha arrebatado sin ni siquiera establecerlo antes. Pierde cada vez más componentes geográficos y demográficos frente a los asentamientos y a los colonos a causa del silencio, el desamparo y la colusión (incluida la auto colusión) sin que ninguno de nosotros haga nada por luchar por lo que hemos perdido. Si la situación sigue así, no recuperaremos lo que perdimos, incluso aunque sea un derecho indiscutible en un mundo que niega los derechos y donde aquellos con derechos son siempre las víctimas. Nos basamos en las experiencias y en la historia de cómo el mundo ha tratado con la causa palestina a lo largo de su historia; a lo largo de los 100 años de la Nakba.
Después de todos estos años, la mentalidad sionista está creando más maneras de “reprimir la conciencia palestina”, según el portavoz del Knesset, Bezalel Smotrich, en su plan, que llama “el plan decisivo”. Este pretende eliminar la esperanza de los palestinos de conseguir sus aspiraciones nacionales, centrándose en el problema de la conciencia y la necesidad de suprimirla. Según el plan, Israel puede conseguirlo anunciando la anexión de toda Cisjordania y embarcando en un mayor “boom” de asentamientos.
Una cuestión sorprendente es la alineación entre lo que se promueve como el “plan decisivo” y la orden militar en Hebrón, ya que el portavoz del Knesset propone que Israel disuelva la Autoridad Palestina y forme organismos de autogobierno con autoridad limitada. Esto se basa en establecer seis consejos locales en Hebrón, Belén, Ramalá, Jericó, Nablús y Jenin. El proyecto también sugiere que, más tarde, los palestinos ejerciten sus derechos políticos votando en las elecciones legislativas de Jordania.
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Nadie ha hecho frente a esta extraña mezcolanza de propuestas, ni tampoco nadie ha expuesto sus verdaderos objetivos, que pretenden una mayor judaización de Cisjordania, que, se supone, es la tierra prometida del Estado palestino. Esto sólo se lo creen aquellos engañados por las negociaciones; un plan sin alternativas. Esto elimina los objetivos y la fundación de las negociaciones. Permite que los israelíes aborden las negociaciones sin ningún motivo como para hacer concesiones a los palestinos. Esto es evidente en la dominación del partido extremista Likud sobre el gobierno y sobre el consenso israelí, arrastrando a derecha, centro e izquierda hacia la misma plataforma de Likd que ganó Netanyahu en las elecciones de 2015. Negó sus promesas de una solución de dos Estados durante un discurso en Bar-Ilan.
La orden de Hebrón y el “plan decisivo” confirman que nos enfrentamos a una clara preparación para el establecimiento de un Estado con leyes especiales para los colonos, a expensas del Estado palestino. En su lugar, tendrán una autonomía limitada en la que sea la tierra que les dejen, sobre la cual no tendrán soberanía. ¿Es este el “acuerdo del siglo” que prometió la administración de Trump, y está buscando a alguien que se lo crea y lo ratifique, para construir castillos en el aire?
Este artículo se publicó originalmente en Al-Araby Al-Jadeed el 22 de septiembre de 2017.