En lugar de conmemorar el Día Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino, designado por la ONU décadas después de que la organización reforzara el colonialismo israelí en Palestina, una alternativa mejor es recordar las razones de Cuba para oponerse y votar en contra del Plan de Partición de la ONU de 1947.
La oposición cubana al Plan fue articulada por el delegado del país en la ONU, el doctor Ernesto Dihigo. A diferencia de la retórica que emana de la organización internacional, Dihigo empezó disipando la narrativa sionista y exponiendo la temprana intervención de la ONU en el sabotaje del concepto de derechos humanos, desde una perspectiva legal e humanitaria.
Dihigo identificó varios problemas, comenzando por la ausencia de valor legal en la Declaración Balfour y la negativa del Plan de Partición a proteger los derechos de los palestinos autóctonos. Argumentó que el Plan de Partición “va en contra de la libre determinación de los pueblos”, recordando a la ONU su alejamiento de sus supuestos valores democráticos al señalar las inconsistencias de la organización describiendo la partición como una recomendación. Dihigo insistió sobre términos definidos: “…tampoco nos parece posible sostener que el proyecto es una mera recomendación, ya que toda recomendación implica la posibilidad de no ser aceptada, y el plan aprobado, sin duda, tiene un carácter coercitivo”. Dihigo refutó los argumentos del colonialismo sionista en Palestina: “No es su derecho recibir algo que no les pertenece, mucho menos si, para conseguirlo, otros sufren el abuso por la fuerza”.
Rechazando la declaración la ONU, el delegado cubano recalcó: “Hemos proclamado solemnemente el principio de la libre determinación de los pueblos, pero nos preocupa ver que, cuando llega el momento de aplicarlo, lo olvidamos”.
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En 1977, la ONU decidió destruir aún más la historia proclamando el aniversario del Plan de Partición como el Día Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino, pretendiendo eclipsar, en términos de prioridades, una resolución que dio vía libre al colonialismo con lo que sigue siendo puramente un recuerdo simbólico.
En su web, la breve descripción de la ONU sobre los orígenes de la fútil “solidaridad” agrava su error original al reafirmar la adherencia al compromiso de dos Estados, otro derivado del Plan de Partición. También anima a los Estados miembros a “continuar dando el mayor apoyo y publicidad posible al Día de la Solidaridad”. Para enfatizar el apoyo a una conjetura que pretende maquillar las violaciones por parte de la comunidad internacional contra los palestinos es un claro indicio de la traición y el aislamiento que se producen contra el territorio y su pueblo para mantener la expansión colonial. La declaración refleja cómo la ONU requiere que los Estados miembros respalden su agenda contraria a los derechos humanos.
Del mismo modo, el discurso de Abbas en una reunión de la ONU en Nueva York ayer, según informó la agencia Wafa, validó los métodos de la organización internacional. Los recordatorios de las infracciones de las resoluciones de la ONU por parte de Israel, incluida la Resolución 181, también reflejan la colusión de la ONUU con Israel. El resultado es una humillación constante que está convirtiendo la ocupación de Palestina en un espectáculo dentro de la misma entidad que aprobó el saqueo colonial sionista.
No hay posibilidades de que la Autoridad Palestina busque construir una narrativa que coincida con el proceso histórico. En cambio, ha optado por acceder a las demandas orquestadas por la comunidad internacional, incluido el desfile anual de conmemoración. Una alternativa a acomodarse a la insistencia de la ONU en la complacencia sería recordar la postura firme de Cuba contra el Plan de Partición y la colonización sionista, anulando así el olvido que pretende inducir la ONU y que favorece a Israel.