El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunciará un discurso el miércoles reconociendo a Jerusalén como la capital de Israel, según el comunicado emitido por un alto funcionario estadounidense, una medida que podría poner patas arriba décadas de política estadounidense e inflamar aún más las tensiones en Oriente Medio.
Se espera que Trump no cumpla su promesa sobre Jerusalén, al igual que no cumplió el traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv a Jerusalén.
La situación de Jerusalén es uno de los principales obstáculos para lograr la paz entre los israelíes y los palestinos.
Israel ocupó Jerusalén oriental durante la guerra de 1967 y luego la anexó, una medida no reconocida internacionalmente.
Los líderes palestinos, los gobiernos árabes y los aliados occidentales han exhortado a Trump a no proceder con la reubicación de la embajada, lo que iría en contra de décadas de política estadounidense al otorgarle a Estados Unidos el reconocimiento de hecho de la pretensión de Israel de que toda Jerusalén sea su capital.
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Sin embargo, si Trump decide declarar Jerusalén capital de Israel, incluso sin el traslado de la embajada, provocará una situación de inestabilidad aún mayor a nivel internacional.
Una pregunta clave sería si dicha declaración se consagrará como una acción presidencial formal o simplemente será una declaración simbólica de Trump.
Algunos de los principales asesores de Trump le han presionado en privado para que mantenga su promesa de satisfacer a una variedad de seguidores, incluidos los cristianos evangelistas, mientras que otros han advertido sobre el posible daño a las relaciones de Estados Unidos con los países islámicos.