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Al Rishq: si EE.UU. diera el paso contra el estatus de Jerusalén, sería el responsable de un terrible brote de ira popular

Izzat al-Rishq, miembro del Consejo Político del movimiento Hamás, ha afirmado recientemente que un posible reconocimiento por la administración estadounidense de la ciudad ocupada de Jerusalén como capital de la ocupación israelí "si se diera, constituiría un acto de provocación abominable y descarnado contra los sentimientos de la nación árabe e islámica".

Al-Rishq explicó en declaraciones a través de su cuenta en la red social Twitter que “de producirse este paso estadounidense contra el estatus de Jerusulén, provocará un estallido de ira que explotará en la misma cara de la ocupación.”

Mientras, algunos medios estadounidenses, citando a un alto funcionario de la administración estadounidense, han informado recientemente de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, podría anunciar el próximo miércoles su reconocimiento de que Jerusalén es "la capital de Israel".

Al-Rishq ha afirmado al respecto que "hablar sobre una proximidad del establecimiento de Jerusalén como la capital del enemigo sionista, supone un golpe terrible para todos los involucrados en el espejismo de las negociaciones".

Y ha señalado que “es sabido que la administración estadounidense nunca jamás ha sido justa con Palestina, posicionándose siempre abiertamente del lado de la ocupación ilegal y apoyando la agenda de su gobierno extremista".

También reiteró que "los hipotéticos pasos de la administración Trump para reconocer a Jerusalén como capital de la entidad sionista, no otorgarían el menor derecho sobre esta ciudad a la ocupación y no cambiarán ninguno de los hechos de la historia de esta ciudad ocupada”.

Ezzat al-Rishq afirmó también que Jerusalén "fue y siempre será un enclave árabe-islámico. Y los hijos de nuestro pueblo, y nuestra nación defenderán su carácter sagrado siempre, hasta su plena liberación".

Agregó que este hipotético reconocimiento, de producirse, supondría un importante obstáculo para la paz mundial y abriría la puerta a la ocupación para promover la criminalidad, el terrorismo, los asentamientos, la judaización del territorio y el desplazamiento del pueblo de Jerusalén, así como supondría un ataque contra su esencia histórica islámica y cristiana.

Durante su campaña electoral a fines de 2016, Trump prometió trasladar la Embajada de EE. UU. de Tel Aviv (en mitad del territorio palestino ocupado en 1948) a la Jerusalén ocupada. Y repitió en algunas ocasiones que esta cuestión “sólo dependía del transcurso del tiempo”.

Este debate sobre Jerusalén se produce a la par que las amenazas de Estados Unidos de cerrar la oficina de la Organización de Liberación de Palestina en Washington en caso de que la Autoridad Palestina plantee un recurso judicial ante la Corte Penal Internacional para que se investiguen las actividades de Israel en los territorios ocupados.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos informó el pasado jueves (30 de noviembre) de que el presidente Donald Trump aún no ha decidido sobre esta cuestión del traslado de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén.

En 2002, el Congreso aprobó un proyecto de ley para transladar la embajada de EE. UU. de Tel Aviv a Jerusalén, pero el presidente George W. Bush suspendió la implementación de esta legislación. Lo hizo basándose en la consideración de que los asuntos de política exterior son competencia de la autoridad ejecutiva, encarnada por el presidente y los miembros de su administración. Desde entonces los presidentes de USA deben firmar una suspensión de la aplicación de esta medida cada seis meses.

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