Tras el fracaso saudí en su guerra política contra el Líbano, y tras conseguir que Saad Hariri, primer ministro libanés, escabullirse del dilema saudí e invertir el tablero en pro del príncipe heredero saudí Mohammed Bin Salman, la guerra ha pasado a una fase económica.
El ministro de Asuntos Exteriores saudí, Adel Al-Jubeir, ha aprovechado el Foro de Diálogo Mediterráneo, que se celebró del 30 de noviembre al 2 de diciembre en la capital italiana, Roma, para trasladar el conflicto regional que su propio país libra con Irán a Roma. De esta forma, el Foro se convirtió en una plataforma de lanzamiento de ataques políticos y acusaciones contra Irán, en el marco de los cuales se pudieron escuchar afirmaciones por parte de los representantes saudíes como la afirmación de Al Jubeir de que: “es fácil ver la influencia negativa de Irán en toda la región”.
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Exilio libanés
Estas acusaciones arbitrarias del canciller de Arabia Saudí han provocado malestar entre los altos funcionarios del Líbano, que han intentado contrarrestarlas. Así, el gobernador del Banco del Líbano, Riad Salameh, aseguró que el sector bancario libanés goza de una fuerte legitimidad internacional en lo que se refiere a las transacciones bancarias y financieras. Mientras, el presidente de la Confederación de Bancos del Líbano, Francois Baasil, afirmaba que los bancos nacionales libaneses están comprometidos con las leyes internacionales, y en particular con aquellas relativas al blanqueo de dinero y a la financiación del terrorismo, señalaba que la economía libanesa es “modélica”, y aseguraba que “lanzar acusaciones en todas direcciones es inaceptable”.
Intentos anteriores
Las acusaciones de Al Jubeir, que este lanzó de una forma sin precedentes contra el sector bancario libanés, no son más que un nuevo intento desesperado de ejercer presión sobre el Estado del Líbano después del fracaso del reino saudí en derribar el Líbano políticamente mediante la “llamada a consultas” del primer ministro libanés, Saad Hariri, de obligarlo a renunciar a su cargo, y de ponerlo bajo arresto domiciliario. Con ello Arabia Saudí intentaba provocar un vacío político en el gobierno y en la república libanesa y debilitarla, pero fracasó de nuevo en sus objetivos.
El asedio de Líbano
No era esta la primera vez que el reino saudí amenazaba al Líbano económicamente. Según han revelado fuentes políticas hace unos días, la intención de Arabia Saudí con respecto a Líbano sigue una tendencia de imponer sanciones a la República, como lo hizo con el vecino país de Qatar, en la senda de sancionar y bloquear al Líbano y a otros países del golfo.
Sobre esto ya había sido advertido el primer ministro libanés, Saad Hariri, en el contexto del comunicado en que presentó su dimisión desde Riad a principios del mes pasado. En el mismo, advertía de las “potenciales sanciones saudíes y del peligro de dificultar la forma de vida de los cientos de miles de libaneses que viven en la región del Golfo”. Esta cuestión empujó a estudiar las consecuencias que podría tener para la economía libanesa una hipotética retirada de los fondos que los bancos del Golfo tienen depositados en los bancos libaneses, para llegar a la conclusión de que el impacto sería mínimo.
Esto pues los economistas libaneses han subrayado que este retiro de depósitos desde el Golfo no tendría la fuerte influencia en el sector bancario libanés que el reino saudí desearía, sobre todo porque las cantidades totales depositadas por bancos del Golfo en los bancos libaneses no superan el 2,5% de los depósitos totales, lo que supone unos 160.000 millones de dólares.
Así, el economista libanés Ghazi Wazni, ha asegurado que no existe temor en la república de que la situación evolucione hacia una imposición de sanciones por parte de Arabia Saudí a los bancos libaneses, considerando que estas hipotéticas sanciones saudíes tienen una naturaleza eminentemente política, y no tendrían efectos negativos reales en el sector económico.
Apoyo económico al ejército
Plantear sanciones económicas y amenazar a los bancos libaneses no es la primera forma de presión que pone en marcha el reino saudí. Previamente, Riad ya había presionado al gobierno libanés declarando un cese en la ayuda que, desde febrero de 2016, estaba presupuestada para armar el ejército libanés por un valor de 3.000 millones de dólares, y de la presupuestada para las fuerzas de seguridad y la policía libanesa, por un valor de 1.000 millones de dólares.
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Arabia Saudí justificó su decisión en el hecho de que, según su punto de vista, “Líbano ha adoptado posiciones anti-saudíes y se ha acercado a Irán a la sombra de la imposición de Hezbollah de su voluntad sobre la del pueblo libanés”. Pero menos de un año después del bloqueo de estas donaciones saudíes al ejército libanés, el reino se dio cuenta de la inutilidad de esta medida y de su ineficacia en vista de las condiciones económicas y militares del Líbano, lo que les hizo retractarse de dar este paso.