Avigdor Lieberman no pertenece a esta región; ni siquiera a este país. Lieberman no es tonto. Si le atribuimos esa cualidad, le estaríamos quitando responsabilidad por sus crímenes. Cuando expresa incitaciones violentas contra los ciudadanos palestinos de Israel y los palestinos que viven en los territorios ocupados en 1967, Lieberman dirige sus palabras a su audiencia de extrema derecha, intentando lograr apoyo en las elecciones. No duda en explotar cualquier situación para practicar la incitación violenta contra los árabes.
Lieberman no es distinto de su mentor, Benjamin Netanyahu, quien tampoco deja de lado su incitación contra los árabes. Además, Netanyahu tampoco pertenece a la región ni al país. La verdad es que el racismo y ciego y el odio intenso se ha convertido en una cualidad de los líderes de los partidos de derecha y de centro israelíes. Además, el ministro israelí de Educación, Neftalí Bennet, quien se supone que representa a una institución educativa, incita contra los árabes, y no dudó en amenazarles tras una manifestación en Wadi Ara la semana pasada.
Por ejemplo, uno de los resultados del coro de incitación violenta es el crimen que cometió el soldado asesino Elor Azaria. Hay muchos soldados como él en el ejército israelí; ya han cometido varios crímenes de guerra. Israel ha admitido que la indulgencia con estos criminales alimenta su racismo y les anima a cometer más crímenes. Es más, sus líderes alimentan su ceguera y hacen un esfuerzo por mantenerlos alejados de los asuntos árabes, lo que se hace claramente evidente con la negligencia de sus medios y webs sobre los árabes, excepto cuando se trata de incitar en su contra en atmósferas de tensión.
Estos racistas que practican la incitación violenta, como Lieberman o Bennett, no quieren ver a los árabes, pero, cuando se acuerdan de que tienen que atacarles para parecer “individualidades nacionalistas”, presentan demandas a los árabes, proponen ideas de transferencia de población y se domestican a sí mismo. No tienen que ser estúpidos para creer lo que dicen.
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Culpan a los árabes de negarse a vender su territorio a los judíos. ¿Acaso ha dejado Israel algo de terreno a los árabes? Israel les ha atrapado en sus ciudades y pueblos tras confiscar el 97% de su territorio, y se niega a acogerlos en las ciudades que han establecido en su tierra robada. Además, la experiencia de los árabes a la hora de vender terrenos a los judíos ha sido muy triste y dolorosa, ya que, antes de la Nakba, los sionistas compraron tierras en Palestinas para establecer su entidad allí, en las ruinas de la patria palestina. Entonces utilizaron un término racista para describir esta compra; “limpiar la tierra”.
Lieberman también culpa a los árabes de no celebrar el Día de la Independencia de Israel. Los recuerdos de los árabes de este día son escenas de desalojos, expulsiones y masacres, durante y después de la Nakba. Les recuerda al gobierno militar, el Día de la Tierra, a escenas de octubre del 2000, al asesinato, desde entonces, de docenas de jóvenes árabes. Los árabes recuerdan las prácticas racistas de todas las instituciones oficiales, el borrado de su historia, el cambio de los nombres de las calles de las antiguas ciudades palestinas por nombres de líderes sionistas.
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No hay duda de que los israelíes, sobre todo sus líderes y sus instituciones de seguridad, son conscientes de las razones que hay detrás de la simpatía y la identificación del hogar con sus compañeros palestinos en la diáspora y sus compañeros árabes. Esto es porque nada ha cambiado para los palestinos en Palestina más que la imposición del Estado de Israel en 1948. Los palestinos son hermanos, primos, personas del mismo pueblo, ciudad o zona, y, si queremos considerarlo de forma realista, son los árabes sirios, libaneses, jordanos y egipcios; son vecinos, personas de la misma etnia.
La realidad continúa narrando esta verdad, y los intentos por domesticar a Israel no parecen cambiarla. Esto se debe a algo muy simple, es decir, los palestinos de Palestina no abandonaron su tierra, se quedaron y, lo más importante, su patria sigue viviendo en su interior.
La tragedia que han sufrido los palestinos es el hecho de que no todos los israelíes son conscientes de esta realidad, ya que el gobierno la ha ignorado. También se debe a que han lavado el cerebro de la gente, permitiendo que Netanyahu, Lieberman y Bennett ejecuten una incitación violenta contra los palestinos y distorsionen la historia del país, aunque no son ni remotamente parte del país. En realidad, estos incitadores son extraños en el país.
Este artículo se publcó originalmente en Arab48 el 11 de diciembre de 2017