Hay que dejar que Donald Trump se encargue. Parece que el presidente estadounidense ha creado cierto grado de unidad en Oriente Medio que nadie esperaba – él menos aún – al reconducir la política exterior de EE.UU. la semana pasada reconociendo a Jerusalén como la capital de Israel. Era más fácil predecir las violentas escenas que se produjeron en la Cisjordania ocupada, cuando cientos de manifestantes palestinos tomaron las calles para descargar su ira, a la que respondieron balas y gas lacrimógeno de las fuerzas de ocupación israelíes.
Una ira similar explotó en las ciudades de todo el mundo musulmán. Todos los Estados de la Unión Europea, así como el presidente ruso, Vladimir Putin, condenaron la decisión de Trump. Una vez más, todo era bastante predecible, al igual que las protestas y manifestaciones celebradas frente a las embajadas israelíes de varias capitales. Sin duda, parecía que la única persona en el panorama mundial que recibía con agrado la propuesta de Jerusalén era el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Sin embargo, después se produjeron otros acontecimientos que pocos pudieron haber predicho. El líder turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió una reunión de emergencia de la Organización para la Cooperación Islámica, y, el miércoles, exactamente una semana después del anuncio de Trump, los 57 Estados miembros de la OCI ya habían preparado el borrador de su propia declaración. Afirmaron sin rodeos que la decisión estadounidense de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel supone el fin de la participación de Washington en el proceso de paz en Oriente Medio.
La declaración se leyó durante una conferencia conjunta celebrada por la OCI y el Movimiento de Países No Alineados, que se celebra actualmente en Estambul. En parte, la declaración establece que los líderes, ministros y oficiales de más de 50 países musulmanes “declaran a Jerusalén Este como la capital del Estado de Palestina, e invitan a todos los países a reconocer al Estado de Palestina y a Jerusalén Este como su capital ocupada”.
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Condenó en los “términos más duros” la decisión de Trump de planear la relocalización de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén. La condena siguió con la descripción del proyecto de Trump como un “ataque deliberado contra los esfuerzos de paz, un impulso para el extremismo y el terrorismo y una amenaza para la seguridad y la paz internacionales”.
Para los rebeldes líderes árabes, reunirse como unidad con sus compañeros de la OCI es algo sorprendente. Fundada en 1969, los Estados miembros de la OCI no suelen dedicarse a promover la paz y la armonía entre ellos, pero es exactamente lo que consiguió la reunión de emergencia de Erdogan.
La OCI también declaró a Jerusalén Este como la capital de Palestina, dejando de lado las observaciones de EE.UU. sobre que esto podría ser “peligroso”, y pidió a la comunidad internacional que siguiera sus pasos. El grupo, formado por 57 Estados, explicó que está comprometido con la solución de dos Estados. Sin duda, esta respuesta conjunta ha hecho a muchos levantar las cejas por todo Occidente, así como en Tel Aviv, donde lo último que quiere ver Netanyahu y su gobierno es la aparición de la paz y la unidad en el mundo musulmán. Rara vez la OCI se ha pronunciado con tanta fuerza y con una sola voz.
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Incluso el impopular presidente palestino, Mahmoud Abbás, pareció encontrar algo de fuerza cuando declaró que Estados Unidos se había “descalificado” de las futuras conversaciones de paz entre Palestina e Israel, ya que, obviamente, no se trata de un mediador pacífico e imparcial. Le ha llevado mucho tiempo descubrirlo, pero, al fin, lo ha hecho.
La cumbre de Erdogan atrajo a más de 20 jefes de Estado, aunque Arabia Saudí, que alberga a la sede de la OCI, sólo envió a un alto cargo del Ministerio de Exteriores. Otros, incluido Egipto, enviaron a sus ministros de Asuntos Exteriores.
Sin duda, la Turquía de Erdogan se llevará el mérito de unificar al mundo musulmán – y se lo merece – pero no lo podría haber hecho sin Trump. Esta es una historia que el presidente estadounidense no puede denunciar como “noticia falsa”.