Después de que, en Siria, la balanza se haya inclinado decisivamente en favor del presidente Bashar Al-Assad, sus aliados rusos quieren convertir las ganancias militares en un asentamiento que estabilice la nación destrozada y proteja sus intereses en la región.
Un año después de la derrota de la oposición en Alepo, las fuerzas del gobierno, respaldadas por Rusia e Irán, han recuperado grandes extensiones de territorio a medida que se derrumba el “califato” del Daesh.
Mientras que las conversaciones de la ONU en Ginebra no logran ningún progreso, Rusia se prepara para iniciar su propio proceso político en 2018. El presidente Vladimir Putin declaró misión cumplida de los militares esta semana en su visita a la base aérea siria de Rusia, y dijo que las condiciones están preparadas para una solución política.
Aunque Washington sigue insistiendo en la expulsión de Assad, un alto cargo de la oposición siria declaró a Reuters que Estados Unidos y otros gobiernos que han apoyado la rebelón al fin “se han rendido a la visión rusa” para finalizar la guerra.
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“La crisis de Siria ha cambiado de dirección, una dirección mejor”.
Pero a los analistas les cuesta ver cómo hará la diplomacia rusa para llevar una paz duradera a Siria, animar a millones de refugiados a que regresen, o aseguren la ayuda de reconstrucción de Occidente.
No hay señales de que Assad esté dispuesto a comprometerse con sus oponentes. La guerra también ha permitido que su otro gran aliado, Irán y su Guardia Revolucionaria, extienda su influencia regional, algo que Teherán no quiere que se vea eclipsado por un asentamiento en Siria.
Tras haber trabajado en conjunto para proteger a Assad, puede que ahora Irán y Rusia difieran de formas que podrían complicar la política rusa.
Ahora, Assad y sus aliados controlan la mayor parte de Siria, seguidos de las milicias kurdas respaldadas por EE.UU., que controlan gran parte del norte y del este, y a quienes les preocupa más apuntalar su autonomía regional que luchar contra Damasco.
Los rebeldes anti-Assad aún se aferran a partes del territorio: una esquina del noroeste en la frontera turca, una esquina del sudoeste en la frontera israelí, y Ghouta oriental, cerca de Damasco. Ghouta oriental y el noroeste están siendo disputados ahora.
“Sin duda, la Guardia Revolucionaria piensa que ha ganado esta guerra, y los intransigentes en Irán no están interesados más que en acomodarse con Assad, así que, sobre esa base, es difícil considerar que pueda haber algún progreso real”, cuenta Rolf Holmboe, ex embajador danés en Siria.
“Assad no soportará una solución política que suponga compartir el poder”, dice Holmboe. “La solución con la que podría vivir es congelar la situación que hay ahora mismo en el terreno”.
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El mundo, “cansado de la crisis”
La guerra ha seguido el camino en favor de Assad desde 2015, cuando Rusia envió a sus fuerzas aéreas en su ayuda.
Las balanzas se inclinaron aún más hacia su lado este año: Rusia llegó a acuerdos con Turquía, Estados Unidos y Jordania, que contuvieron la guerra en el oeste, ayudando, indirectamente, al avance de Assad en el este, y Washington retiró la ayuda militar a los rebeldes.
Aunque Assad parece invencible, los gobiernos occidentales aún esperan producir un cambio al vincular la ayuda de reconstrucción a un proceso político creíble que lleve a “una transición genuina”.
Si bien, en teoría, se rinde servicio al principio de que todo tratado de paz debe concluirse bajo los auspicios de la ONU, Rusia pretende convocar su propio congreso de paz en el resort de Mar Negro, en Sochi. El objetivo es bocetar una nueva constitución seguida de elecciones.
El alto cargo de la oposición siria dijo que Estados Unidos y otros Estados que habían apoyado su causa – Arabia Saudí, Qatar, Jordania y Turquía – han dejado camino libre a Rusia. Será Sochi, y no Ginebra, el núcleo de las conversaciones.
“Es como se ha entendido al hablar con los estadounidenses, los franceses, los saudíes – todos los Estados”, cuenta el miembro de la oposición. “Está claro que ese es el plan, y no habrá ni un Estado que se oponga… porque el mundo entero está cansado de esta crisis”.
Entre las propuestas se incluye la formación de un nuevo gobierno que celebre elecciones que incluirían a los refugiados sirios.
Pero “el marco de tiempo: seis meses, dos años, tres años; todo depende de hasta qué punto se entiendan los rusos y los estadounidenses”, declara. “Si difieren mucho, podrían cambiar totalmente las cosas”.
Las diferencias entre Irán y Rusia respecto a los kurdos
Rusia realmente quiere lograr algo con el proceso político, pero con sus propios términos, dice Noah Bonsey, alto analista del International Crisis Group.
“No estoy seguro de que sepan realmente como conseguirlo, y, si pretenden lograr cosas políticamente, puede que se choquen con las diferencias de intereses entre ellos y sus aliados”, declara.
La cuestión kurda siria es un aspecto en el que Rusia e Irán tienen objetivos muy distintos.
Mientras, hace poco, un alto cargo iraní declaraba que el gobierno tomaría áreas controladas por las fuerzas kurdas respaldadas por EE.UU, Rusia firmaba acuerdos con los kurdos y sus aliados estadounidenses.
“Desde el comienzo de la crisis ha existido una diferencia entre los rusos y los iraníes y el régimen”, cuenta Fawza Youssef, política kurda. Los rusos creen que los kurdos “defienden una causa que debería tenerse en cuenta”.
A pesar de sus amenazas a los kurdos, puede que Damasco les siga dejando a su suerte mientras realiza campañas contra los últimos rincones del oeste de Siria controlados por rebeldes.
La situación del sudoeste está determinada por varios factores, a saber, la determinación de Israel de alejar a las fuerzas iraníes de su frontera, lo que podría provocar una respuesta militar israelí.
“Aún existen grandes preguntas y mucho potencial para el aumento de la violencia en varias zonas de Siria”, dijo Bonsey.
Este artículo ha sido reproducido desde la agencia Reuters. Las opiniones expresads en el mismo son las del autor y no necesariamente compartidas por Middle East Monitor.