En un tremendo intento de plantear a Israel como una “democracia normal” y atraer al público de la población de India, muy aficionada al cine, el líder criminal israelí, Benjamin Netanyahu, ha hecho un recorrido relámpago por el subcontinente. Fue recibido por el líder ultraconservador indio Nerendra Modi, quien, como líder del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), está pendiente de juicio por su involucración en las masacres de Gujarat de 2002. Modi era primer ministro de Gujarat cuando militantes de su partido asesinaron a varios vecinos musulmanes.
Durante el brutal pogromo anti musulmán, violaron y prendieron fuego a mujeres tras ser rociadas con parafina y familias enteras fueron asesinadas a sangre fría. Modi fue acusado de haber permitido que continuaran estas despiadadas atrocidades. Dieciséis años después, a pesar de ser el líder de India, Modi sigue acusado de ser el autor intelectual de esta limpieza étnica premeditada. Muchas investigaciones independientes sugieren que la masacre se llevó a cabo con la complicidad del gobierno estatal de Gurajat y sus fuerzas de seguridad.
Tras haber derrotado al movimiento anticolonial tradicional de India, hogar de la mayoría de los conocidos líderes indios de la lucha por la liberación frente al imperialismo británico, el BJP no sólo ha dado un paso atrás, sino que también ha supervisado la historia para borrar el papel crucial que jugó el Congreso indio.
Como principal ideólogo del sectarismo divisivo del BJP, Modi ha prosperado al perseguir políticas caracterizadas más por su retórica que por su sustancia. Animado por los elogios al más puro estilo de Fox News y por las masas de desempleados esperanzados, la personalidad carismática de Modi ha ayudado a mantener una apariencia de “India lo primero”, mientras que el enorme abismo entre ricos y pobres del país cuenta una historia diferente.
En este contexto, Modi tiene una afinidad con Israel y una relación abiertamente amistosa con Netanyahu. Algunos analistas lo describen como un síndrome de “Dios los cría…”; una traición que refuta la historia anticolonial de India, en particular su postura pionera a la hora de crear el Movimiento de Países No Alineados (MNA).
Modi y el BJP han dejado claro que, a pesar de la postura india previa favorable a Palestina, adoptada en conjunto a su oposición al régimen de apartheid sudafricano, su “bromance” con Netanyahu e Israel es un intento de borrar esa era crucial de la memoria colectiva. Es más, para ayudar a Netanyahu a elegir a Israel como “un buen amigo de India”, Modi ha escrito un guion para las ricas superestrellas de Bollywood. Aunque sigue siendo impactante, no es del todo sorprendente que la industria multimillonaria de India se haya apresurado a empujar al escenario a gente como el popular actor Amitabh Bachan; sus selfies con Netanyahu se han hecho virales.
Pero, ¿qué gana Israel? Una revista de cine informa de que los actores de Bollywood, Jaqueline Fernández y Sushant Singh Rajput, aterrizaron en Tel Aviv el mes pasado, acompañados por un equipo de 80 personas, para grabar escenas de “Drive”, la primera película hindi ambientada en Israel. “La película, un giro al estilo indio de ‘Fast & Furious’, ha sido financiada en parte por varias partes del gobierno israelí, incluido el ministerio de Turismo y la oficina del primer ministro.” El informe afirma que cuando se estrene “Drive” en el subcontinente en 2018, los líderes israelíes esperan que suponga una preciada publicidad para las decenas de millones de potenciales turistas del Estado sionista. “Hemos investigado, y sabemos que existe turismo cinematográfico en el mundo”, explica Michael Oren. “Di clase durante un año en Georgetown y todo el mundo quería visitar donde se grabó ‘El Exorcista’.” Además, añadió el ex embajador israelí en Washington, “simplemente el tener aquí a las estrellas de la película supone un beneficio diplomático.”
El informe sigue explicando que esta colaboración cinematográfica entre India e Israel no es un proyecto aislado. “Su modelo es casi idéntico a un modelo similar que Israel perfeccionó con China tras la Guerra de Gaza de 2014, que devastó temporalmente el turismo.”
Al contrario que con la participación de China, el sangriento asesinato de hombres, mujeres y niños en Gaza por parte del régimen belicista de Netanyahu destrozó los intentos israelíes de atraer a las producciones televisivas estadounidenses. Según el informe, “Tyrant” de FX y “Dig”, de EEUU, tuvieron que trasladarse frenéticamente en medio de la carnicería a unos pocos kilómetros de la Franja de Gaza, lo que resultó tanto humillante como caro para Israel.
Con la intervención directa de Modi, parece que Bollywood está camino de ser capturado por un régimen colonial. “La fórmula es simple: Israel ofrece inversiones y tasas impositivas atractivas a las producciones a cambio de la garantía de que se muestren en pantalla escenas de los paisajes y ciudades del país en el producto final, imágenes que verán millones de turistas potenciales de Asia”, explica la revista. Si ha funcionado con China, ¿por qué no con India?
Para Bollywood, supone estructuras de reembolso y efectivo por adelantado; todo lo que se pide a cambio es que sus estrellas finjan que ni un sólo palestino vive reprimido y ocupado. Si el selfie de Bachan refleja su indiferencia por los abusos contra los derechos humanos de Israel, como icono de Bollywood, su acción da luz verde a que sus compañeros y sus fans hagan lo mismo.
Actualmente, India tiene 14 tratados bilaterales referidos al cine, y, si Oren se sale con la suya, Israel se convertirá en el decimoquinto. Espera que en primavera se haya firmado un tratado entre las dos naciones. Por lo tanto, no es de extrañar que Shalom Bollywood apareciera tan prominentemente durante el viaje de Netanyahu.
En una revelación adicional, Oren explicó por qué los productos indios son particularmente seductores para Israel. No sólo se debe a la enorme influencia de Bollywood, sino también a la composición demográfica de su vasta audiencia. “Se trata de cómo de importante sería para Israel que se filmara aquí una película de Bollywood y que se viera en los países musulmanes.”
El romance entre Modi y Netanyahu sería una historia convincente para la gran pantalla, si los guionistas fueran tan audaces como para incluir todos los detalles de sus respectivas guerras y su continuo desdén por las leyes y convenciones internacionales. Así como Gaza exige el levantamiento del asedio ilegal e inhumano de Israel, Guajara también sigue demandando justicia.
Ajenos al furor, los perpetradores de estos crímenes contra la humanidad caminan desafiantes y con aparente impunidad. Con incredulidad, las víctimas de sus crímenes deben preguntarse si algún productor o actor de Bollywood se dará cuenta alguna vez y entenderá la locura de aliar su industria con un régimen de apartheid. Han traicionado al poderoso pasado anticolonial de su país para acoger a criminales de guerra. Es vergonzoso.