Desde principios del nuevo año, el Ejército Árabe Sirio (EAS) y sus aliados han estado llevando a cabo una ofensiva contra el último gran bastión rebelde del país, en el noroeste de la provincia de Idlib. La ofensiva en Idlib había sido anticipada y sus resultados ya están determinados.
Idlib no sólo es el último gran reducto rebelde; también alberga a la última fuerza rebelde genuinamente independiente de Siria. Aunque se espera que estas fuerzas resistan ferozmente, nadie espera realmente que venzan a la gran ofensiva del EAS, respaldado por el poderío aéreo ruso.
La campaña del EAS contra Idlib coincide con la operación turca mal llamada “Rama de Olivo”, cuyo objetivo es expulsar a los irredentistas de Afrín. La proximidad geográfica de las dos operaciones refleja la disputa del espacio en la esquina noroeste de Siria.
En términos más generales, estas operaciones representan el comienzo formal de una nueva fase del conflicto sirio. Aunque esta fase lleva desarrollándose desde la recuperación de Alepo a finales de diciembre de 2016, sólo ahora es posible discernir claramente sus características. Su trayectoria más probable sugiere la división de Siria en esferas de influencia de los distintos poderes rivales.
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Estos acontecimientos provocan dudas sobre el congreso de paz propuesto por Rusia, programado para realizarse en breves en el resort de Sochi, en el Mar Negro. Lejos de conseguir la “paz”, es probable que en Sochi se acabe confirmando la ruptura de facto de Siria.
Idlib: El último bastión
La caída de Idlib en manos de los rebeldes sirios a finales de marzo de 2015 constituyó, probablemente, la peor derrota infligida al régimen sirio durante el conflicto. La longevidad de la presencia rebelde en la provincia refleja tanto su determinación como cierto grado de aceptación social y política por parte de la población local.
Pero, a pesar de su resistencia y de su relativa popularidad, la alianza en Idlib ha sido rechazada por los países que apoyan la rebelión siria, ostensiblemente a causa del papel dominante del afiliado de al-Qaeda en Siria dentro de esa alianza.
El Frente Nusra original ha pasado por dos ejercicios de remodelación en menos de dos años, y ahora es conocido como Hayat Tahrir al-Sham (HTS, Frente de Liberación del Sham). Aunque HTS es una coalición de rebeldes islamistas y yihadistas extremos, muchos creen que está dominado por Al-Qaeda en Siria.
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El feudo de HTS en Idlib es el último puesto de los rebeldes que sigue realmente comprometido a expulsar al Estado sirio y a establecer una nueva sociedad política. La resistencia del HTS contrasta con la falta de sinceridad de los rebeldes pro estadounidenses del sur, así como con el rápido colapso del falso califato del Daesh.
El avance del régimen sirio sobre Idlib se produce tras una ofensiva en el extremo de Ghuta oriental, cuyo objetivo principal era un puesto del HTS en el bolsillo de Beit Jinn, cerca del monte Hermón. Esta ofensiva exitosa se desarrolló en un contexto de endurecer el asedio sobre el este de Ghuta.
La combinación de estas ofensivas sugiere que el régimen sirio, junto a su aliado ruso, está decidido a erradicar toda la presencia rebelde, yihadista y de la oposición en toda la sección oeste de Siria, empezando por el límite occidental de la frontera sirio-jordana, abarcando Quneitra, Damasco, Homs, Hama e Idlib, y llegando hasta los límites de la sección noroeste de la frontera con Turquía.
Esferas de influencia
El avance decisivo contra Idlib no podría haber sucedido sin cierto grado de aquiescencia turca. Aunque Turquía ha protestado formalmente contra la ofensiva y a pesar de existir informes sobre una posible alineación turca predeterminada con HTS, en la práctica, Turquía no impedirá la operación.
Por extensión, parece que Turquía ha asegurado la autorización rusa por su ofensiva en Afrín contra las fuerzas de las Unidades de Protección Popular (YPG), alineadas con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La amenaza del gobierno sirio de derribar los aviones militares turcos que ataquen a las posiciones de las YPG es un gesto vacío y engañoso que pretende ocultar la debilidad de Siria frente a las repetidas violaciones de su soberanía por parte de múltiples potencias extranjeras.
Los complejos juegos diplomáticos en los que participan Rusia, Turquía y Siria en la esquina noroeste del país son un indicio de un nuevo equilibrio de poder en esa zona de Siria. La desaparición de las YPG de Afrín y, posiblemente, también de la cercana Manbij, y el establecimiento de los rebeldes pro-turcos en la zona, no son necesariamente contrarios a los intereses sirios y rusos. La expulsión de las YPG de estas zonas importantes debilita la influencia estadounidense y acaba con los planes de Washington de construir el paisaje post-conflicto del este de Siria.
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Sin embargo, es probable que la presencia más general de la YPG y sus ambiciones de consolidar su proto-Estado sobre vastas zonas del este y del norte de Siria sea la manzana de la discordia en los próximos meses y años. Las ambiciones de las YPG fueron impulsadas por el proyecto estadounidense de crear una “fuerza fronteriza” de 30.000 efectivos para combatir la penetración del Daesh. En realidad, esto será un ejército liderado por las YPG cuyo objetivo será el proto-Estado del PKK frente a sus principales adversarios, es decir, Turquía, el ejército sirio, las milicias pro iraníes y los rebeldes sirios pro turcos.
El Congreso de Sochi, programado para finales de mes, se desarrollará dentro de este complejo contexto militar, político y diplomático. Es difícil predecir que logrará este proceso, aparte de la afirmación de un complicado y volátil equilibrio de poder. La posibilidad de restaurar la soberanía y la integridad territorial de Siria está más lejos que nunca.