En una tarde de verano de julio de 2015, tres niños fueron secuestrados en Irlanda por su padre, que se los llevó a Argelia, mientras que su madre les esperaba en casa. Se suponía que Kamel Fekkar iba a hacer una visita rutinaria, por lo que la madre, Gina Davis, de Dun Laoghaire, Dublín, “no se esperaba nada” cuando vio que los niños llegaban tarde a casa. Al fin y al cabo, era Ramadán.
Pero nunca llegaron a casa. En lo que Gina cree que es un “acto de venganza” contra ella, Kamel se llevó a los gemelos Hamza y Halimah, de cuatro años en aquel momento, y a Zaineb, de siete, a Argelia, y se lo contó por teléfono esa misma noche. “Me los he llevado de vacaciones, volverán el 20 de agosto”, dijo antes de colgar.
Durante los 12 meses previos a ese fatídico día, Gina afirma que notó un cambio en el comportamiento de su ex marido. Cuenta que mostraba señales de paranoia y que muchas veces le enviaba amenazas de muerte, amenazando con quitarle a los niños. A pesar de que su comportamiento empeorara, Gina no pensó “ni en un millón de años” que “separaría a los tres niños pequeños” de sus cinco hermanos y hermanas mayores.
Tras mudarse de Argelia a Reino Unido en 1992, Kamel se asentó en Irlanda en 1997 y trabajó de taxista. Gina explica que todos lo que le conocieron en Dublín, incluida su familia, pensaban que “era un buen hombre.” La pareja se casó en el Centro Cultural Islámico de Irlanda en 1998, y Fekkar acogió a Khadejah y Yahya, dos hijos de Gina de una relación anterior.
La pareja tuvo seis hijos: Faatimah, Ali, Malo, Zaineb, Halimah y Hamza, pero la relación empezó a deteriorarse en 2012. El 13 de junio de 2014, el marido de Gina recibió una orden de alejamiento, después de que ella afirmara que la había atacado. Preocupado por su salud mental, que atribuyó a la “magia negra”, Kamel decidió marcharse de Irlanda y viajar a Argelia un mes después, y le contó a Gina que estaba “disfrutando de su libertad y que no iba a volver.”
Sin embargo, regresó unos meses después, y se acordó una custodia compartida, con la que tendría a sus hijos cuatro días a la semana. “Pensé que era un buen acuerdo”, explica Gina. Pero Kamel no lo pensaba.
A pesar de que los pasaportes irlandeses de sus hijos estaban guardados en la casa de la madre de Gina, Kamel consiguió sacarles del país, en desacato al tribunal y por medios que no despertaron las sospechas de las autoridades fronterizas. Durante los siguientes días, Gina intentó desesperadamente contactar con sus hijos, pero fue en vano: “Les llamaba 20 veces al día, pero, después de varios meses así, y sabiendo que él estaba ahí sentado, viendo cómo sonaba el teléfono, paré.”Gina sólo ha podido hablar esporádicamente con sus hijos en los últimos dos años y medio si había alguien disponible para responder. “A veces puedo hablar con ellos cada dos semanas, pero ha habido lagunas de dos o tres meses.”
El único contacto que ha tenido con sus hijos lo ha logrado mediante su hija Fátima, de 17 años, a la que llama Kamel para evitar hablar con Gina. “¿Has estado 16 años casado con alguien y ni siquiera puedes llamarle y tener una conversación para preguntar cómo están los niños?”, pregunta retóricamente Gina. Describe la “inteligente” forma mediante la que se ha comunicado con Halimah, que le ha enviado “emoticonos tristes” durante sus últimas videollamadas para transmitir como se siente; Gina cuenta que muchas veces los niños parecen “infelices” o “hartos”.
“No pueden decir lo que quieran. Si se mueve la cámara, se le puede ver [a Kamel] sentado o hablando al fondo. No salen a jugar; parecen estar aburridos, ya que viven aislados en apartamentos.”
Gina cree que su plan era provocarle un colapso mental para poder presentarla ante las autoridades como una madre no apta, incapaz de cuidar de los niños en Irlanda. Ahora, teme que su ex marido trate de convencer a Fátima para que se una a sus hermanos en Argelia. Parece que, hace poco, Kamel intentó preparar los documentos de viaje argelinos para enviarla con la ayuda de un amigo en Irlanda, pero Fátima le contó el plan a su madre, que lo denunció ante la policía.
“[Los niños] quieren ver a sus hermanos, pero no quieren vivir en Argelia, ya que viven aquí, es donde tienen a sus amigos y a su familia.”
Gina ha recibido ayuda de Reunite International, así como del equipo de la Orden de Detención Europea de la Interpol, para perseguir el incumplimiento de Kemal de las órdenes judiciales. La Embajada Británica de Argel la puso en contacto con la ONG argelina SOS Femmes in Distress, mientras que, en Irlanda, el Departamento de Asuntos Exteriores ha brindado a Gina asistencia consular.
También ha creado una petición online que ha reunido más de 8.000 firmas pidiendo al primer ministro irlandés, Leo Varadkar, que “intervenga personalmente y hable con el presidente y el primer ministro argelinos.”La semana pasada, a Gina le fue concedida una audiencia con el Director de los Servicios Consulares en Irlanda, Pat Bourne, que trabajará con el embajador irlandés en Argelia, Brefni O’Reilly. “Estamos trabajando en el ámbito legal y comprobando si podemos presentar el caso en mi nombre en lugar de tener que ir Argelia, porque eso me pondría en peligro”, explica.
Gina entiende que esto llevará algo de tiempo y que tratar directamente con el sistema legal argelino y no sólo mediante canales diplomáticos será difícil. La extradición de los niños también es poco probable, ya que Argelia no está suscrito al Convenio de La Haya sobre Sustracción de Menores y no tiene un tratado de extradición con Irlanda. Según las cifras publicadas el año pasado por el Departamento de Justicia de Dublín, se presentaron 320 solicitudes a la Autoridad Central Irlandesa para la Sustracción de Menores en 2015; hay 159 casos en curso, como ocurre con Gina.
Las últimas cifras publicadas por Reunite indican un aumento del 47% en el número casos de secuestros infantiles denunciados. Las Oficinas de Exteriores y de la Commonwealth de Reino Unido han tratado 301 casos nuevos en 2017 y principios de 2018.
La angustiada madre establece paralelos entre su caso y el del ciudadano irlandés-egipcio Ibrahim Halawa, de 21 años, que regresó a Irlanda el año pasado tras cuatro años de cárcel en Egipto por su participación en las manifestaciones de Rabaa Al-Adawiyya durante la Primavera Árabe. “Sólo quiero que mis hijos tengan el mismo apoyo que el que tuvo Ibrahim Halawa”, señala. “Está claro que, ahora mismo, no tienen ni de lejos el mismo apoyo.”
La situación de la familia también ha aparecido hace poco en los medios argelinos. La semana pasada, Kamel habló con Echourouk y afirmó que “devolvió” a los niños a Argelia para “salvarles” de su madre “alcohólica y ludópata”, y a la que acusa de no tomar la medicación que necesita para sus problemas mentales.
También afirma que Gina le dio comida envenenada cuando estaba en Irlanda, una acusación que ella niega categóricamente. Es más, en enero de 2015, unos trabajadores sociales irlandeses la visitaron y no encontraron pruebas de su alcoholismo o de su ludopatía. “Estaba estudiando un máster, obviamente que no estaba por ahí bebiendo y apostando, como él decía.”
Además, Kamel no vivía con ella en el momento que él afirma haber sido envenenado, y no hizo mención a esto cuando solicitó el divorcio y la custodia exclusiva en enero de 2016. Según Gina, sus acusaciones son invenciones resultado de sus “extremos” problemas mentales y su paranoia.
Cree que dejó a su familia tras haber recibido una carta unos días antes en los que se le informaba de que debía pagar una manutención de 2.500€. “Cuatro días después de recibir esa carta, reservó los billetes para Argelia, que cuestan lo mismo que el dinero atrasado que me debía. Por eso se fue.”Gina no ha presentado cargos penales contra Kamal, con la esperanza de que esto le anime a volver. “Si les trae [a los niños] de vuelta, se disculpa y dice que sufría problemas mentales, sabe que no le meterán en la cárcel.”
Me cuenta que, si Kamel lee este artículo, esto es lo que quiere decirle: “Sus tres hijos en Irlanda también le echan mucho de menos. No es que yo quiera separar a los tres niños de su padre. Quiero que venga y vea a todos sus hijos. Mis hijos están sin su padre y también en Argelia sin su madre.” Algo tiene claro: “No tiene sentido.”