Debido a la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel y su decisión subsecuente de cortar la financiación americana al UNRWA y a la Autoridad Palestina, el gobierno palestino en Ramala ha anunciado formalmente que Washington no puede seguir actuando como parte del proceso de paz. Mahmoud Abbas se pronunció poco después del anuncio de Trump en diciembre, declarando que los palestinos se habían comprometido con los asesores del presidente para llegar al “acuerdo del siglo”, pero, en su lugar, “recibimos un tremendo golpe.” Concluyó que “Estados Unidos ha elegido perder su papel como mediador… Ya no aceptaremos que forme parte del proceso de paz.”
Llegado a ese punto, el presidente de la Autoridad Palestina (AP) sugirió que la ONU debería asumir el papel de mediador. Sin embargo, la AP lleva buscando desde entonces una alternativa a EE.UU., cuya función se base en reunir a un grupo mayor de países influyentes para supervisar las negociaciones entre palestinos e israelíes.
Israel no se ha pronunciado al respecto, disfrutando de la completa imparcialidad estadounidense a su favor, ya sea por parte de los asesores de Trump, Jason Greenblatt y Jared Kushner, el embajador de EE.UU. a Israel, David Friedman, o la embajadora de EE.UU. en la ONU, Nikki Haley.
Durante su última visita a Israel, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, fue recibido como un héroe cuando se comprometió a desplazar la embajada de EE.UU. de Tel Aviv a Jerusalén antes del fin de 2019. Los palestinos se negaron a recibirle. Trump lo consideró una falta de respeto hacia Pence y hacia los Estados Unidos, y amenazó a la AP con más recortes en la ayuda americana a menos que volvieran a la mesa de negociaciones.
El siguiente recurso del pueblo palestino para buscar un mediador de las conversaciones de paz era la Unión Europea. Abbas visitó hace poco las instalaciones de la Unión Europea (EU) en Bruselas y habló con Federica Mogherini, alta representante de asuntos exteriores y política de seguridad. Si es que Abbas pensaba que la UE estaba dispuesta a asumir un papel significativo en el proceso de paz, acabó decepcionado. Mogherini reiteró las eternas posturas de la UE: “Primero de todo, quiero asegurar al presidente Abbas y a su delegación que la Unión Europea está firmemente comprometida con la solución de dos Estados, con Jerusalén como la capital compartida de ambos… basándose en los Acuerdos de Oslo y en el consenso internacional incorporado en las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad de la ONU.”
Mogherini también reafirmó la oposición de la UE respecto a la “actividad de asentamientos, que consideramos ilegal bajo el derecho internacional.” Le recordó a Abbas que la UE “ya ha invertido bastante en el proyecto de construcción del Estado palestino”, y prometió que el apoyo financiero de la UE continuará, “también para la UNRWA.” No respondió a la petición de Abbas de que la UE reconozca en bloque al Estado de Palestina.
Unos días después, en una conferencia de prensa previa a una reunión extraordinaria del Grupo Internacional de Donantes para Palestina en la sede de la UE, Mogherini declaró ante los periodistas que cualquier marco de negociación debía involucrar a “todas las partes”, enviando un mensaje firme de que Estados Unidos no puede quedar excluido: “Nada sin Estados Unidos, y nada sólo con los Estados Unidos.”
Esto ha supuesto un golpe contra el gobierno palestino, que tenía la esperanza de que los estadounidenses se quedaran a un lado del proceso de paz.
A los palestinos les quedan pocas alternativas. Los intentos de Francia de conseguir un papel más importante en el proceso de paz resultaron en la Conferencia de París, que se celebró bajo unas condiciones mucho más favorables a finales del gobierno de Obama, pero se convirtió en un desastre. La conferencia salió adelante, pero no consiguió mucho.
China presentó su propuesta de paz con 4 puntos el pasado agosto:
- Seguir adelante con la solución de dos Estados, basada en las fronteras de 1967, con Jerusalén este como a capital del nuevo Estado palestino.
- Defender “el concepto de seguridad común, integral, cooperativa y sostenible”, acabando de inmediato con la construcción de asentamientos israelíes, tomando medidas para evitar la violencia contra civiles y pidiendo una reanudación temprana de las conversaciones de paz.
- Coordinar los esfuerzos internacionales para crear “medidas promotoras de la paz que impliquen una participación conjunta.”
- Promover la paz mediante el desarrollo y la cooperación entre Palestina e Israel.
Aunque no se ha hablado mucho sobre el potencial de la propuesta desde el año pasado, China intensificó sus esfuerzos por jugar un papel importante en el proceso de paz tras la decisión de Trump sobre Jerusalén. Sin embargo, en respuesta a una pregunta sobre el posible futuro rol de China en una conferencia de prensa el 21 de diciembre, la portavoz del ministerio de Exteriores, Hua Chunying, declaró: “La postura de China respecto al problema palestino es consistente. Respaldamos y promovemos activamente el proceso de paz en Oriente Medio. Apoyamos la causa justa del pueblo palestino para recuperar sus derechos nacionales legítimos… Estamos dispuestos a seguir ofreciendo ayuda constructiva para promover el proceso de paz israelí-palestino.”
China organizó un simposio el pasado diciembre en el que reunieron a representantes del pueblo palestino y el Estado israelí en un intento por resolver el estancamiento. La sesión culminó con la creación de un documento de posición no vinculante conocido como la “Iniciativa de Pekín”, sobre la que Hilk Bar, vicepresidente de la Kneset y de la Unión Sionista, dijo en una declaración conclusiva que pretendía demostrar que “es posible y necesario salir del punto muerto político y animar a los dos gobiernos a volver a la mesa de negociaciones.” Un alto cargo de la delegación palestina añadió: “Tenemos que buscar otro enfoque para el proceso de paz… Debe incluir a las superpotencias y a China; quizá uno de estos países podría jugar un papel importante.”
Los intentos de Rusia, otro miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, de asumir un papel líder en el proceso de paz se remontan a muchos años atrás, pero no han tenido éxito.
Hace poco, los palestinos han favorecido un acuerdo que recuerda al P5+1 que desarrolló el Acuerdo Nuclear de Irán, que se concluyó en 2015. El P5+1 se refiere a los 5 miembros permanente del Consejo de Seguridad de la ONU junto a Alemania. Un acuerdo similar podría seguir involucrando a los Estados Unidos, pero sin que monopolicen el marco de las negociaciones.
Un posible punto de partida podría ser el Cuarteto, conocido formalmente como el Cuarteto de Oriente Medio, formado por EE.UU., Rusia, la UE y la ONU. Describe su mandato como “de ayuda para las negociaciones de paz en Oriente Medio y apoyo al desarrollo económico y la construcción de instituciones en Palestina, preparando el eventual Estado.”
A primera vista, el Cuarteto, con una mejora de su equipo, podría ser la respuesta a la demanda palestina de disminuir el papel de Estados Unidos, en lugar de excluir por completo a Washington. Eso podría ayudar a cumplir con la insistencia de Israel de que EE.UU. ha de ser una parte importante de cualquier negociación futura.
El Centro Saban para la Política de Oriente Medio en Brookings evaluó el desempeño del Cuarteto en 2012 en su documento “The Middle East Quartet: A post-Mortem.” Concluyó que, excepto por ciertos logros iniciales hasta 2003, el Cuarteto no ha proporcionado ningún beneficio tangible, a excepción de “asegurar la involucración americana en el proceso de paz.”
Los palestinos podrían solicitar que se añadan ciertos países al grupo para que otorguen prominencia al papel que juegan. Podrían ser Japón, Egipto y China; quizá Reino Unido ahora que abandonará la UE. Dicho de otra forma, podría desarrollarse un formato Q4+, probablemente bajo un liderazgo de la ONU.
La ventaja de este acuerdo, que sería difícil organizar, es que su estructura básica ya existe. Es probable que los palestinos estuvieran de acuerdo con esta formación, pero, casi sin duda, EE.UU. e Israel la rechazarían. Sin embargo, esto demostraría la flexibilidad de Palestina y confirmaría el rechazo general de Estados Unidos e Israel.
Es necesario un marco alternativo para las negociaciones para resolver el conflicto, diferente a los 25 años de conversaciones fútiles dirigidas por los estadounidenses, cuya imparcialidad a favor de Israel está garantizada. Cuanto más tiempo exista el vacío que genera el rechazo palestino a la participación de EE.UU., más tiempo permanecerá el estatus quo, permitiendo a Israel seguir adelante con su proyecto colonial. Merece la pena considerar un Cuarteto renovado.