El plazo y el proceso de la reconstrucción de Irak entró en una nueva fase cuando los representantes de 70 Estados asistieron en Kuwait a la Conferencia Internacional para la Reconstrucción de Irak, la primera de este tipo en la historia del Golfo Árabo-Persa y la Península. El hecho de que el FMI iraquí se encuentre en el puesto 164 entre los 182 países menos favorables a las empresas no fue suficiente para acabar con la confianza de los inversores. Aún más peligroso es el hecho de que existen pocas garantías para asegurar el cumplimiento de la obligación contractual. Esto tampoco evitó que los donantes comprometieran 330 millones de dólares.
El gran sueño de convertir el fracaso en prosperidad contrasta con las duras advertencias de los representantes de Cruz Roja y del ala de ayuda de las Naciones Unidas. Ambas han subrayado las posibles deficiencias en caso de que el Gobierno ignore las etapas vitales más allá de la reparación de daños físicos. La rehabilitación de los servicios sanitarios y del personal necesario para operar en ellos fue una de las principales preocupaciones.
El coste de restaurar las construcciones destruidas durante la batalla contra el Daesh se estima entre 46.000 y 61.000 millones de dólares. Más allá de estos costes, se han arruinado vidas y se ha interrumpido la educación. Nueve meses de lucha en Mosul han destrozado su centro histórico, incineró seis de sus distritos oeste y su aeropuerto internacional. Miles de personas están repoblando lentamente los lugares donde antes se encontraban sus casas, pero quizá algunos ciudadanos nunca regresen.
“Perdí en una sola noche todo lo que habíamos construido mi bisabuelo y yo. En una noche. ¿Somos tan estúpidos como para poner un pie en un país en el que el gobierno central nos trata como mercancía para conseguir ganancias políticas?”, cuenta un Maslawi a MEMO.
“El regresar no consiste sólo en ladrillos y cemento”, explicó en un comunicado Bruno Geddo, representante de ACNUR. “Regresar no es sólo volver a una casa, es volver a una comunidad.”
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Más allá de las intenciones nobles y genuinas, la misión de limpiar el acto de uno de los peores gobiernos de Irak fue uno de los temas de conversación que faltaron en la conferencia. Los constantes actos de corrupción ejercidos por altos cargos del Estado iraquí suponen un enorme muro para la comunidad internacional. La lógica de “¿podemos ayudar?” mediante asentimientos de cabeza raquíticos a la élite compra el silencio de los aliados de Irak a cambio de una generosa compensación financiera.
Al igual que en las calles iraquíes, la paciencia se está agotando en Washington. La reconstrucción de Irak ya no está en la lista de sus prioridades, no como sus reservas de petróleo. Desde la invasión americana, Estados Unidos ha gastado 23.300 millones de dólares en los sectores de petróleo, seguridad, electricidad y agua, según la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE.UU. (GOA). Apenas una cuarta parte de la suma representa el gasto de Bagdad (3.9000 millones de dólares) en las mismas áreas entre 2005 y 2008.
Tres días antes de la conferencia en Kuwait, Reuters informó de que Estados Unidos no comprometería necesariamente ninguna suma de dinero para la reconstrucción. Las prioridades de gastos del líder transaccional estadounidense, Donald Trump, se balancean, pero ese vacío no tardará en rellenarse. Incluso antes de la victoria de Trump, Washington reclamó verbalmente – al menos, a puerta cerrada - los fracasos de Irak a la hora de reparar la infraestructura. Estados Unidos cree que, con sus abundantes reservas de petróleo y gas, Irak puede pagar la factura de sus fracasos. Por lo tanto, se ha intentado reemplazar a EE.UU., ya que no se confía en que Bagdad pueda lidiar con esta tarea en solitario. En los próximos días sabremos si será el Banco Mundial o la Unión Europea la institución que jugará este papel en Irak después del Daesh.
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El impulso para el último intento de financiar el desarrollo nacional fue la “victoria total” que reclamó el primer ministro iraquí en diciembre de 2017. Sin embargo, el centro de atención va más allá de Mosul. Las propuestas extravagantes de hoy y de los próximos días revivirán los proyectos de rehabilitar otras zonas con potencial, a saber, el sur y las líneas ferroviarias a campo a través, abandonadas hace años. Los aeropuertos internacionales podrían ser otro importante tema de discusión. Al comercializar la temporada de peregrinación, el gobierno de Abadi espera generar mayores ingresos y una competencia sana con otros centros religiosos de la región. Sin embargo, el sector con la clave para la futura riqueza es la agricultura, un sector que, hasta el momento, se ha ignorado en las conversaciones.
Teniendo en cuenta la trayectoria del país, es fácil conjeturar que el objetivo de la conferencia es mantener oscilando el péndulo de la esperada reconstrucción.
Un mejor desempeño económico puede ayudar a que Irak vuelva a encaminarse hacia la recuperación, pero, sin dinero en efectivo de los inversores, la compra de los materiales, recursos y habilidades técnicas necesarias requerirá tiempo y esfuerzo.
Todos los países presentes han reiterado su “gran apoyo”, pero, cuando las palabras no se materializan, es difícil que las comunidades afectadas las tomen en serio.