Mientras el mundo observa la masacre al estilo de Srebrenica que se produce en el este de Ghouta, están empezando a emerger noticias sobre otro aspecto oscuro de la brutalidad del régimen sirio; la encarcelación y tortura a mujeres. Las historias sobre violaciones y trato inhumano en las prisiones sirias han hecho que varias personalidades femeninas relevantes inicien un movimiento global para enviar un convoy de mujeres a la frontera siria para arrojar luz sobre estos crímenes de guerra.
A pesar de estar ocultos en los calabozos y prisiones del régimen de Assad, están comenzando a aparecer testimonios de testigos oculares que relatan detalles sobre el sufrimiento de miles de mujeres. Son torturadas, violadas y ejecutadas sumariamente.
Desde que estalló la guerra en Siria en marzo de 2011, casi 14.000 mujeres han sido detenidas por el régimen. Alrededor de la mitad siguen cautivas, junto a más de 400 niños hijos suyos. Se teme que las cifras sean mucho mayores, ya que existen rumores sobre cárceles ocultas y fantasma por todo el país.
La Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU en Siria declaró hace poco que, debido a la estigmatización y el trauma, pocas mujeres o sus familias están dispuestas a presentar denuncias oficiales contra la violencia sexual a la que han sido sometidas o de la que han sido testigos. Sin embargo, la inacción de la ONU también provoca frustración entre las mujeres activistas, y algunas se han aliado como el “Convoy de Consciencia para las Mujeres”, con el fin de resaltar el sufrimiento de sus hermanas y de sus hijos encerrados y torturados en Siria. Llegados a este punto, he de decir que yo tengo el honor de ser una de las mujeres responsables de esta campaña.
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Ya tengo experiencia en este tipo de activismo. Hace años, visité la embajada siria en Londres para hablar de la situación de una prisionera fantasma encerrada en una cárcel de Damasco. En lugar de en confirmar su paradero, el régimen tenía más interés en descubrir quién me había dado esa información. Diez años después, me da escalofríos pensar que ahora incluso las mujeres y los niños están sujetos al “trato” que se da en las mazmorras del presidente Bashar Al-Assad.
Nuestro viaje empezará en Estambul el día 6 de marzo, desde donde nos dirigiremos a la frontera turco-siria. Una vez allí – un par de días después – alzaremos nuestras pancartas y nuestras voces en nombre de las mujeres que sufren tales brutalidades; las torturas, las violaciones y las ejecuciones no son ninguna broma. Si aún queda algo de humanidad en los corazones de quienes dirigen el que debe ser el régimen más brutal del planeta en este momento, liberarán a las mujeres y a las niñas y las dejarán bajo nuestros cuidados.
En un convoy de autobuses, mujeres de todos los orígenes y profesiones formarán parte de la campaña, entre ellas abogadas, académicas, periodistas, amas de casa, empresarias, atletas, artistas, docenas de representantes de ONGS turcas, trabajadoras sociales, profesoras, doctoras y políticas. Nos ha quedado muy claro que no podemos depender de la ONU o de su “Consejo de Seguridad” para defender a las miles de mujeres y niñas sirias silenciadas, así que lo haremos nosotras, las mujeres del convoy seremos su voz.
Me han informado de que algunas de las mujeres sirias fueron detenidas o secuestradas embarazadas y se vieron obligadas a dar a luz entre rejas; algunas quedaron embarazadas por sus carceleros tras ser violadas repetidamente. Eso es lo que sabemos sobre las mujeres en prisiones oficiales administradas por el régimen; no tenemos información verificables sobre las encerradas en los muchos edificios anónimos que se utilizan como centros de detención no oficiales.
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“Todavía se desconoce el número de personas encerradas en los muchos edificios e instalaciones usadas como prisiones”, admite la organizadora del convoy, Fatima Zahraa Alaoui. “Según las últimas estadísticas publicadas por el régimen sirio entre 2011 y 2017, la cifra está en 13.581.” Añade que, de ese número, más de 6.700 siguen retenidas por el régimen, entre ellas 417 niños. “El Convoy de Consciencia llegará a la frontera siria el Día Mundial de la Mujer, el 8 de marzo, para captar la atención de todo el mundo.
Cualquier persona interesada en unirse al Convoy puede contactar en Twitter (@Conscience_mov) con Fatima o con Gulden Sonmez. Próximamente se publicarán más detalles.
Saliendo de Estambul, el Convoy pasará por Izmit, Sakarya, Ankara, Konya y Adana. Se espera que se unan mujeres de Turquía, mientras que un contingente internacional formará parte desde el principio. Mientras tanto, esta noche la atención estará puesta en el este de Ghouta, que se asemeja a Srebrenica, donde se cometieron los peores crímenes de guerra en suelo europeo desde 1945. Como sucedió con el enclave musulmán bosnio en 1995, el este de Ghouta, a las afueras de Damasco, lleva asediado por las fuerzas del régimen desde las primeras etapas de la guerra. A pesar de años de bombardeos, asedio y brutalidad, el régimen no ha logrado expulsar a los rebeldes. Y, al igual que en Srebrenica, se han cortado los suministros médicos básicos, alimentos y otros recursos, a pesar de que las fuerzas rusas han declarado el este de Ghouta como una de las “zonas de distensión” acordadas. Por desgracia, como sucedió en Bosnia, la población civil queda expuesta a la brutalidad del régimen; sus ofensivas militares aumentaron en diciembre y las conversaciones se han interrumpido.
La ONU ha pedido un alto el fuego inmediato por motivos humanitarios, y ha instado a las fuerzas de la coalición – incluidos los rusos y las milicias pro-régimen respaldadas por Irán – a detener los bombardeos. Las organizaciones de ayuda han hecho peticiones similares, pero, hasta el momento, han sido ignoradas. Ha muerto una cifra récord de locales en las últimas 48 horas – “No es una guerra. Es una masacre...”, dice un titular – y, para los que siguen vivios, no hay escapatoria ni ayuda.Mujeres y niños sometidos a la brutalidad a puerta cerrada; mujeres, niños y hombres masacrados ante la mirada de los medios del mundo. Parece lo habitual para el régimen de Assad, pero quizá las mujeres del mundo puedan avergonzar al presidente sirio y a sus secuaces en Damasco para que pongan fin a este comportamiento barbárico.