La petición del Sultanato de Omán para celebrar una ronda de conversaciones de paz es el último acontecimiento internacional sobre la brutal guerra que ya se ha cobrado 10.000 vidas yemeníes. Con casi un millón de casos de cólera en el país y la aparición de una presunta gripe aviar, poner fin al conflicto es vital para asegurar que la ayuda humanitaria llega hasta quienes la necesitan.
Omán está negociando primero con el grupo armado hutí y con el Partido del Congreso General del Pueblo (GPC, por sus siglas en inglés).
“Sí, estamos abiertos a negociar con todas las partes del conflicto”, declaró a MEMO Muhammad Al-Bukhaithi, subdirector del Departamento de Relaciones Externas y miembro del buró político del grupo hutí.
Tras el comunicado de Omán, Arabia Saudí declaró que su “coalición busca la paz”, mostrando señales de que es probable que todas las partes del conflicto estén empezando a resentirse por la duración y la brutalidad de éste. Sin duda, es un paso en la dirección correcta, y demuestra que el conflicto tiene cierto potencial para rescindir.
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La llamada a la negociación de Omán surge del principal negociador hutí, Mohammad Abdel-Salam, que viajó al país a finales de enero. Abdel-Salam acompañaba a un ciudadano americano que trabajaba para Safer Oil Company en Yemen. Danny Lavon Burch había sido secuestrado por los hutíes en septiembre del año pasado y fue liberado tras una meticulosa mediación de Omán.
Hussain Al-Bukhaithi, que llegó por sus propios medios a ser periodista, procede de Yemen y tiene un fuerte vínculo con el ala política hutí. Confirmó que existen “negociaciones secretas en curso en Omán, no está claro qué otros bandos de la guerra están participando – Arabia Saudí, [el presidente yemení, Abd Rabbuh Mansur] Sadi, u otros – pero Muhammad Abdel-Salam está allí.”
El grupo hutí presentó una propuesta de paz a la ONU
“Hemos presentado una propuesta oficial a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad de la ONU”, twitteó Mohamed Ali Al-Houthi. Según dijo Al-Houthi, la propuesta ha sido emitida por el Alto Comité Revolucionario Hutí y no por el equipo de negociaciones oficial del grupo – lo que quizá insinúa un conflicto “interno” en el grupo respecto a la resolución del conflicto. Basándome en mis propias experiencias con los altos cargos del grupo armado hutí, es evidente que existe una clara división entre el buró político y el ala militar, sobre todo respecto a la elección entre participar en las conversaciones de paz o continuar luchando contra la coalición saudí.
El documento, de dos páginas y fecha del 21 de febrero, incluye mociones para establecer un “comité de reconciliación” cuya tarea sería superar las diferencias con el gobierno de Yemen y el uso de elecciones como un “mecanismo” para elegir a los portavoces parlamentarios y los representantes de los poderes políticos en el conflicto.
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La declaración busca “garantías internacionales” de la reconstrucción de Yemen; prevenir cualquier agresión por parte de países “extranjeros”; una amnistía general para los prisioneros de guerra; y un referéndum para resolver los principales puntos de contención.
“Ninguna solución será inclusiva si no pone fin a las agresiones y levanta las sanciones impuestas en aire, tierra y mar”, dicta la declaración.
¿Conseguirá algo el enviado especial británico en Yemen?
Tras haber enviado a Martin Griffith, enviado de las Naciones Unidas, a Yemen, el mundo espera que su extensa experiencia en resolución de conflictos sea de ayuda; la negociación y la mediación son necesarias para llegar a un acuerdo de paz en Yemen. Pero, ¿conseguirá algo un enviado británico en el conflicto? Es probable que Griffith sea recibido con una visión similar que su predecesor, Ismail Ould Cheikh, a quien se consideraba demasiado “parcial”. Los hutíes en particular podrían considerar “hipócrita” que se contrate a un británico como enviado especial de la ONU a Yemen -sobre todo dado que Reino Unido sigue vendiendo armas a Arabia Saudí; el mismo régimen que deja caer bombas sobre los ciudadanos de Yemen. A pesar de que los grupos humanitarios han hecho sonar todas las alarmas sobre violaciones de guerras, un tribunal superior británico concluyó el año pasado que era “legal” que el gobierno británico siguiera con la venta de armas a los saudíes.
Por lo tanto, puede que se cuestione la postura de Griffith como resultado de lo que los hutíes llaman la “guerra de Arabia Saudí contra Yemen” y el apoyo que el Reino Unido percibe para ello.
Agotamiento del conflicto
El propio Ould Cheikh ha sido acusado de no respetar el principio de “neutralidad” o “imparcialidad”, basado en su proximidad con la coalición saudí. La falta de confianza en él se hizo más evidente en mayo del año pasado, cuando el convoy de Ould Cheikh fue atacado cuando llegaba a Saná. Aunque el ataque fue descrito como un “intento de asesinato” por el ministro de Exteriores de Yemen, sirvió también como amenaza para Ould Cheikh para que no entrara en Saná, según contó Muhammad Al-Bukhaithi a MEMO. El enviado de la ONU suponía un “enorme obstáculo”, declara el oficial huthí.
En el repunte de la violencia en diciembre del año pasado, los hutíes ejecutaron redadas en la capital buscando al difunto presidente Ali Abdullah Saleh y a miembros leales del GPC. Los grupos de hutíes en Telegram y otros sitios de comunicación de código abierto hablaron de grandes sumas de oro y plata almacenadas en escondites. La web de noticias Saba, dirigida por el pueblo hutí, afirmó que estos almacenamientos serían trasladados al Banco Central para pagar salarios – pero, al parecer, este no ha sido el caso.
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Todas las partes del conflicto sienten el cansancio de la guerra, y cualquier línea de negociación será de ayuda en medio del terrible contexto humanitario que vive la población civil. El único país extranjero que prepara un proyecto de política exterior a largo plazo es Emiratos Árabes Unidos. El tiempo dirá cómo reaccionará el Consejo Transicional del Sur, respaldado por Emiratos, frente a las potenciales conversaciones de paz, y si se sacrificarán los planes de secesión para poner fin al conflicto – ya que el presidente Hadi, reconocido internacionalmente, ordenó originalmente a la coalición de Estados árabes a ayudarle a resolverlo.