Estos últimos días, los titulares británicos han hablado sobre la “Bestia del Este” y la corriente siberiana que ha cubierto de nieve al Reino Unido y que amenaza con seguir haciéndolo durante los próximos días. Como si se tratara de una competición por ver quién sufre la peor tormenta de nieve, las redes sociales se han inundado de imágenes de paisajes y ciudades nevadas, carreteras cortadas y aeropuertos cerrados; soy igual de culpable, he caído y he subido fotos de las fronteras escocesas nevadas.
Aunque la nieve ha provocado muertes y destrucción en Reino Unido, aún leí con gran vergüenza el último boletín mensual de la ONG británica Interpal, al descubrir que la única planta energética de la Franja de Gaza no está en funcionamiento. Dejó de funcionar a mediados de febrero debido a la escasez de combustible, lo que, sin duda, tendrá un enorme impacto en las vidas de los dos millones de palestinos que habitan el enclave sitiado.
Esta crisis sirve para poner en tela de juicio nuestras quejas autoindulgentes por la nieva. Mientras que, en Europa, comparamos temperaturas y niveles de nieve, muy pocos medios importantes se han molestado en informar sobre las desastrosas consecuencias que provoca en invierno el fallo de una gran planta energética. ¿Pueden imaginarse los titulares si Reino Unido estuviera sumido en la oscuridad, con nieve o sin ella? El gobierno de Gaza conoce demasiado bien las consecuencias, y se ha visto obligado a declarar el estado de emergencia.
Tres hospitales y 16 centros médicos ya han dejado de ofrecer servicios muy importantes a lo largo de las últimas semanas debido a la paralizante escasez de combustible causada por el asedio israelí y exacerbada por el cierre de la central eléctrica. Mientras Israel mantiene su bloqueo total por tierra, mar y aire, Egipto es igual de riguroso a la hora de vigilar la frontera de Rafah y la rede de túneles utilizados para el contrabando de recursos básicos. Para empeorar las cosas, la corrupta Autoridad Palestina de la Cisjordania ocupada alimenta al asedio de su propio pueblo y ha impuesto medidas punitivas en la Franja de Gaza, algunas de ellas vinculadas a la crisis energética.
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Por supuesto, bien podría ser que simplemente los medios no crean que la situación en Gaza merezca ser noticia, ya que lleva muchos años siendo terrible. “Cabe destacar que, en realidad, Gaza lleva años bajo el estado de emergencia,” señala Interpal. “El asedio israelí, que cumple 11 años, ha arrebatado a los ciudadanos necesidades básicas para su supervivencia.” Esta crisis es una noticia anticuada.
“Para la gente de Gaza, es una realidad diaria el no poder echar gasolina en sus vehículos, cocinar y preservar alimentos o acceder a servicios sanitarios”, añade la ONG. “Los sistemas de alcantarillado del enclave están completamente desbordados; hasta 90 millones de litros de aguas residuales parcialmente tratadas o sin tratar se descargan cada día en el Mar Mediterráneo.”
Esto lleva años pasando, y cada vez es peor. Piénsenlo; el combustible es necesario para casi todas las actividades que mantienen en pie a una comunidad.
“Los agricultores y los pescadores necesitan combustible para sus vehículos y sus barcos, y los medios de subsistencia agrícola sufren una situación terrible”, explica Interpal. “Incluso aunque tengan gasolina, la armada israelí impide a los pescadores de acceder a todas las aguas de su territorio, y mucho menos llegar a aguas profundas para permitir que las especies de peces de bajura se repongan. Los barcos y las vidas de sus tripulantes se ven amenazadas si intentan ejercer sus derechos legitimos.” De hecho, un pescador fue asesinado por Israel el domingo; otros dos resultaron heridos en el ataque.
Parece que en Occidente nos han consumido tanto nuestros pequeños dramas que somos inmunes a los verdaderos problemas a los que se enfrentan diariamente los palestinos y otros pueblos necesitados de todo Oriente Medio. ¿Sabemos y nos importa remotamente lo que ha sucedido en Mosul? ¿En Fallujah? ¿En Ghouta? Esta inmunización también se aplica a los medios, a los que no parece importarles en absoluto la predicción de la ONU de que Gaza se hará “invivible” en 2020.
¿Realmente se ha parado alguien a pensar en ello? Dejad que se asiente por unos segundos; Gaza se hará “invivible” en 2020. Si vieran algún titular de Occidente, los palestinos se preguntarían qué tienen que hacer para recibir un mínimo de atención.
La realidad es que, en unos pocos días, la histeria de Reino Unido y de toda Europa habrá disminuido y se harán camisetas con estampados sobre cómo sobrevivimos al gran invierno de 2018. Mientras tanto, en Gaza, los palestinos cavarán más tumbas para quienes no sobrevivieron a la última crisis.
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Es hora de que pongamos en orden nuestras prioridades y dejemos de ser tan introspectivos y de obsesionarnos con cualquier mínimo problema al que nos enfrentamos. Pregúntate: ¿preferirías estar acurrucado en una cálida casa durante unos días, aunque fuera esté nevando, sabiendo que saldrás ileso; o sentarte en la penumbra y la oscuridad de un ruinoso refugio en Gaza, sabiendo que el futuro se ve sombrío para el pequeño enclave que lleva más de una década aislado del resto del mundo?
Independientemente de la escasez de bienes, servicios y recursos esenciales, los palestinos también tienen que lidiar con el hecho de que viven puerta con puerta de un Estado militar violento y psicópata que ha librado tres guerras en su contra a lo largo de la última década, asesinando a miles de hombres, mujeres y niños. Si sobreviven al frío, al hambre o a la falta de agua potable, siempre queda la amenaza de que les mate una bala, una bomba o un misil cortesía del Estado ocupador de Israel.
Así que, admitámoslo, la Gaza apocalíptica deja a la “Bestia del Este” en una perspectiva muy lejana. Mientras que Israel se queja de amenazas existenciales y ataques contra su legitimidad, en el mundo real sólo hay un pueblo cuya mera existencia en la Palestina ocupada está en riesgo. Sin premios por adivinar quiénes son.