El 8 de marzo, en una entrevista en la radio del ejército israelí, Bennett dejó claro que se presentará a candidato como primer ministro cuando Netanyahu “abandone la vida política".
En unas recientes declaraciones pronunciadas en una conferencia del Comité Estadounidense de Asuntos Públicos de Israel (AIPAC, por sus siglas en inglés), Bennett, una de las principales figuras partidarias de la construcción de asentamientos, insistió en que no se renunciará a ningún bloque de asentamientos ni a ninguna sección amplia de la Cisjordania ocupada.
El Washington Post citó las palabras de Bennett, que afirmó que, probablemente, las críticas de Occidente respecto a la anexión del territorio ocupado serán fugaces. “Tras dos meses (de anexión) se desvanecerán, y de aquí a 20 o 40 años seguirá siendo nuestro. Para siempre.”
El líder del partido centrista - Kulanu - y el ministro de Finanzas del país, Moshe Kahlon, es uno de los principales miembros de la coalición de extrema derecha de Netanyahu.
Formó parte del partido de Netanyahu, Likud, y sólo difiere con Netanyahu en cuanto a ciertos problemas nacionales.
Aunque Kahlon aboga por la reanudación del llamado proceso de paz, él, al igual que Netanyahu, culpa sobre todo al gobierno palestino y no a las políticas de Israel, basadas en la expansión constante de los asentamientos ilegales.
Si se convierte en primer ministro, es probable que Bennet reproduzca la estrategia política de Netanyahu para mantener a su partido cercano a la derecha, y para engendrar futuras coaliciones con los extremistas y ultranacionalistas del país.
Gideon Sa’ar también es un antiguo miembro de Likud. A pesar de su popularidad en el partido (como demuestran los resultados de las elecciones de 2008 y 2012), dimitió de la política en 2015 debido a sus diferencias con Netanyahu. Dejó claro que su principal objetivo es “guiar al país hacia el futuro.”
Ahora, Sa’ar ha vuelto a la política después de los escándalos de la corrupción de Netanyahu, y ha articulado sus programas políticos en varias plataformas mediáticas. Descartó la ‘solución de dos Estados’ como un ‘eslogan de dos Estados’, no por que crea en la coexistencia en un solo Estado democrático, sino porque el estatus quo le conviene a Israel.
Tras conocer la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, del pasado diciembre, con la que aceptó la definición israelí de Jerusalén como la ‘eterna capital del pueblo judío’, Sa’ar declaró: “es crucial comprobar que este conflicto no es el núcleo del conflicto regional, tal y como ha afirmado el presidente de EEUU.”
“Se trata de un conflicto muy, muy pequeño y marginal en comparación con la guerra regional a varios frentes entre chiitas y sunníes.”
Una de las ultranacionalistas de derechas más conocidas es Ayalet Shaked, conocida por sus puntos de vista racistas y, a menudo, escandalosos.
Es una de las miembros más influyentes del partido de Bennet, La Casa Judía, y ejerce como ministra de Justicia en la coalición actual de Netanyahu.
Lo más problemático sobre sus opiniones no es sólo la falta de interés en un Estado palestino, como ha repetido varias veces, sino más bien su punto de vista sobre las minorías no judías en el país y sobre la democracia en general.
“Hay lugares donde el carácter del Estado de Israel como Estado judío debe conservarse y, a veces, esto se logra a expensas de la igualdad,” declaró, según afirma el periódico israelí Haaretz.
“Israel es un Estado judío. No es el Estado de todas sus naciones. Ha de conservarse una mayoría judía, incluso pagando el precio de la violación de los derechos humanos.”
Y, por último, tenemos a Avi Gabbay, que se separó del partido Kulanu hace cuatro años para presentarse y, eventualmente, liderar el Partido Laborista, el principal partido ‘de izquierdas’ de Israel.
De hecho, las opiniones políticas de Gabbay son tan extremas como las de Netanyahu y demás políticos de derechas en cuanto se refieren a los asentamientos judíos, ya que entiende que, ahora mismo, la principal constitución política del país es la derecha.
En una entrevista celebrada poco antes de hacerse con el liderazgo del Laborista, declaró que la paz con los palestinos no requiere necesariamente el desmantelamiento de los asentamientos judíos ilegales.
La política israelí puede ser complicada, como muchas veces se refleja en sus intrincadas coaliciones de gobierno. Sin embargo, en cuanto a la ocupación militar israelí de Palestina, todos los políticos israelíes opinan más o menos lo mismo.
Independientemente del futuro político de Netanyahu, las políticas israelíes respecto a Palestina seguirán iguales, dejando en manos de los palestinos la urgente responsabilidad de desarrollar su propia política estratégica unificada para resistir la ocupación, las violaciones de los derechos humanos y los asentamientos ilegales de Israel.