Hace 70 años, unos 120 miembros de las milicias judías clandestinas invadieron el pueblo árabe palestino de Deir Yassin y asesinaron a entre 120 y 250 personas: hombres, mujeres, niños y ancianos. Se han documentado mutilaciones, violaciones y cómo los supervivientes fueron obligados a desfilar por los barrios judíos antes de ser ejecutados. Con todo esto, la masacre se recuerda como una de las más brutales de la historia del conflicto israelí-palestino. Siete décadas después, se sigue asesinando a palestinos con aparente impunidad, como demuestran los acontecimientos actuales en la Franja de Gaza.
¿Qué?
La masacre de Deir Yassin.
¿Cuándo?
9 de abril de 1948.
¿Dónde?
El pueblo de Deir Yassin, a las afueras de Jerusalén Occidental.
¿Qué sucedió?
La masacre se produjo tras el duro conflicto que precedió al fin del Mandato Británico en Palestina. Tan sólo unos meses antes, en noviembre de 1947, la ONU propuso la división de Palestina en un estado árabe y otro judío, con Jerusalén administrada independientemente mediante un organismo internacional. Los árabes rechazaron la propuesta de la ONU y el conflicto se intensificó aún más.
Deir Yasin era un pueblo pacífico de unos 400 habitantes que había firmado un pacto de no agresión y así quedaba excluido de los enfrentamientos. Debido a su proximidad a Jerusalén Occidental, se incluyó en el Plan de Partición de la ONU como parte de la zona independiente de Jerusalén.
Las fuerzas judías que invadieron Deir Yassin formaban parte a dos grupos extremistas paramilitares clandestinos; la Irgun (Organización Militar Nacional) y los Lehi (Combatientes por la Libertad de Israel, también conocidos como la Banda Stern), ambos alineados con el movimiento sionista de derechas, han sido descrito como grupos “judíos terroristas”. Los dos grupos asaltaron el pueblo para eliminar a los ciudadanos árabes de Jerusalén, así como para enviarles un mensaje a los demás palestinos de la región. La Palmach, una unidad de Haganah (el precursor de las Fuerzas de Defensa de Israel), alineada con la izquierda política, también formó parte de la masacre, aunque en menor grado.
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La fuerza de ataque consistió en unos 120 combatientes, que se reunieron para una sesión informativa la mañana de la masacre. Los presentes describieron la atmósfera que se respiraba entre los militantes como festiva, mientras se preparaban para masacrar a los palestinos en sus propias casas. Llegaron a la entrada del pueblo a las 4:30 de la madrugada, donde tomaron posiciones y comenzaron a disparar a los ciudadanos. Aunque los grupos judíos esperaban que los palestinos huyeran, los habitantes no previeron que el ataque pretendía matarles o expulsarles; pensaron que no era más que una redada y se negaron a huir.
Las milicias entraron en el pueblo disparando a todo el que se encontraron por la calle y lanzando granadas de mano dentro de las casas, destruyendo edificios y asesinando a los ciudadanos que se ocultaban dentro. Los testigos oculares, entre ellos combatientes del Haganah, testificaron cómo vieron a las tropas de Irgun y Lehi saqueando las casas y a los cuerpos, robando dinero y joyas a los supervivientes y quemando cadáveres. También se han documentado casos de violaciones y mutilaciones, así como un número de aldeanos que fueron asesinados después de hacerles marchar en un desfile de victoria a través de los barrios judíos de Jerusalén Occidental.
¿Qué sucedió después?
El comité de emergencia árabe en Jerusalén tuvo conocimiento del ataque sobre las 9 de la mañana del mismo día. A pesar de pedir al ejército británico que interviniera para proteger a los palestinos, las autoridades del Mandato Británico no estaban dispuestas a enfrentarse a las milicias judías; el general Sir Gordon MacMillan, comandante de las fuerzas británicas en Palestina, declaró infamemente que sólo arriesgaría vidas británicas por intereses británicos.
Dos días después de la masacre, Jaques de Reynier, jefe del Comité Internacional de la delegación de la Cruz Roja en Palestina, visitó Deir Yassin. En sus memorias, publicadas en 1950, rememora la visión de los cuerpos de más de 200 muertos, hombres, mujeres y niños: “[Uno de los cadáveres era el de] una mujer que debía estar embarazada de ocho meses, con un disparo en el estómago, y con manchas de pólvora en la ropa, lo que indicaba que había sido un disparo a quemarropa”.
El 14 de abril, el Inspector General Adjunto de la policía palestino-británica, Richard Catling, entrevistó a las mujeres supervivientes de la masacre que se refugiaron en la ciudad cercana de Silwan. En un informe posterior, concluyó que “no había duda” de que los grupos judíos habían cometido varias atrocidades sexuales contra las habitantes del pueblo.
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“Muchas estudiantes jóvenes fueron violadas y después asesinadas. Las ancianas también fueron acosadas. A una joven la partieron literalmente en dos. Muchos niños fueron masacrados y asesinados. También hablé con una mujer de 104 años que había recibido golpes muy fuertes en la cabeza con la culata de un rifle”.
Estas noticias sobre la matanza indiscriminada causaron terror entre los palestinos; muchos de ellos huyeron de sus pueblos y ciudades. Tras conocerse otras atrocidades cometidas en Haifa y Yaffa, la ira del pueblo árabe llegó a un nuevo nivel durante el mes siguiente y exigieron que sus gobiernos tomaran medidas. En consecuencia, el 15 de mayo de 1948, un día después de que acabara en Mandato Británico e Israel declarara su independencia, varios ejércitos árabes invadieron y empezó la guerra de 1948 entre árabes e israelíes.
Las consecuencias
Después de finalizar la guerra en 1949, el barrio judío de Giyad Shaul Bet se construyó sobre lo que antes era Deir Yassin, a pesar de que se produjeran varias manifestaciones y peticiones para que el territorio quedara inhabitada. Hoy en día, forma parte de Har Nof, una zona judía ortodoxa.
Aunque los dos principales grupos responsables de la masacre se consideraban milicias extremistas clandestinas, sus dos líderes – Menachem Begin, de Irgun, y Yitzhak Shamir, de la Banda Stern – se convirtieron más tarde en primeros ministros del Estado de Israel.
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Hoy en día, Israel sigue matando palestinos con aparente impunidad y la indignación de la comunidad internacional suele limitarse a condenas en plataformas globales. Los palestinos conmemorarán los 70 años desde la Nakba (“Catástrofe”, la creación de Israel en Palestina) el mes que viene, mientras que las vidas y los derechos de los habitantes de Cisjordania y de la Franja de Gaza siguen siendo pisoteados, y a millones de personas por todo el mundo se les niega su derecho legítimo a regresar a sus hogares. La masacre de Deir Yassin es un recordatorio de la inhumanidad y brutalidad de la actual ocupación y crisis de refugiados.