La historia ha demostrado que a veces, más que su política, es la personalidad de los líderes globales lo que juega un papel crucial a la hora de determinar el impacto que generan durante su gobierno. Hoy en día, Oriente Medio, que ha producido o atraído a algunos de los líderes más megalómanos, es el testamento de esta teoría. Nadie duda que estas personalidades volátiles generen aún más inestabilidad en la región a medida que todos ellos intentan aumentar su propio poder político en una zona transcontinental de estratégica importancia, que también resulta ser muy rica en recursos naturales.
De todos los líderes mundiales involucrados actualmente en los asuntos de Oriente Medio, podemos destacar a cinco por su carácter y su consecuente enfoque a la política.
Este es el podio de la infamia.
#5. Rodrigo Duterte
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha sorprendido al mundo una y otra vez con sus escandalosas declaraciones en las que les decía a sus partidarios que, como alcalde de la ciudad, debería haber violado a la misionaria australiana Jaqueline Hammil, quien fue asesinada por una banda de prisioneros, o que el ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, era un “hijo de puta”. Habiendo alardeado antes de disparar a un antiguo compañero de universidad que le había ofendido, también ha dicho que “le encantaría descuartizar” a los 3 millones de drogadictos en la lucha del gobierno contra los narcóticos.
Filipinas ha mantenido una relación tensa con Oriente Medio, conservada en gran medida debido a la dependencia del primero de los exportes petrolíferos del segundo. Sin embargo, su relación se ha visto expuesta a más presión debido al trato recibido por los trabajadores inmigrantes filipinos en el Golfo, sobre todo en el sector doméstico.
El año pasado estalló una guerra diplomática cuando salió a la luz que la embajada de Filipinas había ayudado a varios trabajadores a escapar de sus jefes en Kuwait después de alegar abusos. Kuwait expulsó al embajador y retiró la delegación kuwaití de Manila; más tarde, Duterte replicó que prohibiría permanente a sus ciudadanos que trabajaran en el Estado del Golfo. Kuwait anunció de mala gana que cumpliría con los requisitos de Filipinas, por miedo a las repercusiones que tendría una prohibición en el país: la tensión sigue siendo palpable.
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#4. Abdel Fattah Al-Sisi
Desde que llegó al poder hace cinco años, tras expulsar en un golpe de Estado a Mohamed Morsi – el primer presidente egipcio elegido democráticamente – el ex general ha gobernado con puño de hierro. Durante su gobierno han abundado los asesinatos extrajudiciales, las desapariciones y el cierre de agencias de medios de comunicación.
Sin embargo, al fijarnos en los medios egipcios, pensaríamos que el presidente es la celebridad más querida de Egipto, con todo repleto de informes sobre Al-Sisi que le describen como el “Mesías redentor”, el “salvador” o incluso “mejor que el profeta Mohammad”. Después del golpe de Estado de 2013, se ha creado una especie de secta adoradora entre los partidarios de Al-Sisi: un poeta egipcio ha proclamado que “las mujeres egipcias quedaron embarazadas de la estrella de Al-Sisi”, mientras que varias mujeres columnistas le han suplicado que las tome como concubinas.
Al-Sisi ha declarado que su gobierno tiene una inspiración divina y que soñó que lideraría Egipto, llenando al pueblo egipcio con su supuesta benevolencia. Pero la prosperidad prometida aún se espera, mientras que el país sufre una tasa de pobreza de casi el 30%, altos niveles de desempleo y un aumento del precio de los recursos básicos.
Sin embargo, Al-Sisi dice estar a la altura de esta situación. En las elecciones de Egipto de finales de marzo, consiguió presionar a la mayoría de las figuras de la oposición a abstenerse de la carrera electoral. Se hizo con un 97,08% de los votos, consiguiendo un segundo mandato como presidente. Sin embargo, con una participación de sólo el 41,5%, probablemente el megalómano egipcio no está tan contento como esperaba con el resultado electoral.
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#3. Mohammad Bin Salman
Aclamado como un reformista revolucionario, el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammad Bin Salman, ha atraído todas las miradas desde su repentino ascenso a la primera línea de sucesión del trono el pasado junio. Nombrado como la “Persona del Año” de la revista Time, Bin Salman comenzó a llamar la atención desde su primer año como heredero levantando la prohibición del país contra las mujeres conductoras, promoviendo un plan de desarrollo para el país - “Visión 2030” - y convirtiendo el lujoso hotel Ritz-Carlton de Riad en una prisión improvisada durante tres meses para su “represión contra la corrupción”, con la que arrestó a varios multimillonarios y miembros de la vasta familia real.
Una carta escrita por un príncipe saudí anónimo en 2015 se refería a Bin Salman como el “ladrón, corrupto y destructor de la nación” y le acusaba a él y a sus hermanos de malversar cientos de miles de millones de riales. Aunque el príncipe es una persona con una reservada vida privada, lo poco que ha aparecido sobre él ha causado intriga y controversia.
La compra de un yate de 500 millones de dólares en 2016 sugirió que Bin Salman tenía un gusto caro, lo que no es sorprendente, dados los hábitos de otros miembros de la familia real del reino rico en petróleo. Aún así, el padre casado de cuatro hijos también incluyó en su lista de compras extravagantes el “Salvator Mundi” de Leonardo Da Vinci, que compró en una subasta por un precio récord de 450 millones de dólares. También se ha especulado que le ofreció millones a Kim Kardashian West por pasar una noche con él.
Sin embargo, la detención simultánea a manos de Bin Salman de docenas de empresarios ricos saudíes sugiere que el príncipe no sólo quería simples lujos, sino también hacerse con el control de quienes pudieran suponerle un obstáculo. También se rumorea que el príncipe ha pasado los dos últimos años escondiendo a su madre de su padre, sometiéndola a un arresto domiciliario el pasado junio por si acaso impedía su ascenso al poder.
Cuando no estaba intercambiando información clasificada con el asesor jefe de Trump, Jared Kushner, el príncipe heredero se dedicaba a pasar el rato con algunos de los mayores magnates mediáticos durante su último viaje a Estados Unidos. Durante la cena, se sentó en la misma mesa que Dwayne “La Roca” Johnson, quien bromeó con que compartiría “su mejor tequila” con el príncipe cuando visitara Arabia Saudí donde, por supuesto, el alcohol está estrictamente prohibido.
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#2. Vladimir Putin
Desde hacer de negociador entre Siria, Irán y Turquía a fortalecer los lazos comerciales, el presidente ruso Vladimir Putin ha hecho lo posible por asegurar que el segundo país más poderoso del mundo esté involucrado en los asuntos de Oriente Medio.
Glorificado en su tierra natal – tiene perfumes, su foto en camisetas y fundas de móvil, etc. - el presidente de 65 años también goza de un estatus exagerado en los medios, que le dan una imagen de macho publicando fotos suyas encima de una Harley Davidson junto a otros moteros. También demuestra sus habilidades en el judo, deporte en el que cuenta con un cinturón negro. Putin es conocido por ser un hombre activo; igual nada en lagos siberianos congelados como monta a caballo por el campo, muchas veces renunciando a llevar una camiseta puesta. Sin embargo, sus gestos más filantrópicos han sido sujetos al escrutinio; hay quien sugiere que su rescate espontáneo de un equipo de conservación atacado por un tigre en 2008 no fue más que un truco publicitario.
La participación de Rusia en el conflicto sirio ha permitido a Putin colocarse estratégicamente no sólo como el líder de una superpotencia, sino también como un aliado en la región. Presentando a Rusia como la antítesis del imperialismo estadounidense, Putin ha usado el estatus de Siria como una economía en desarrollo para abogar por el comercio y la cooperación mutuos. Sin embargo, también se ha involucrado en África del Norte, fortaleciendo sus lazos con Egipto y jugándosela con las facciones opuestas del gobierno libio del comandante militar Khalifa Haftar y el gobierno del primer ministro Fayez Al-Serraj, respaldado por la ONU.
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#1. Donald Trump
Tras un primer año extremadamente polémico será difícil que alguien supere al presidente estadounidense, Donald Trump, como el gobernante más volátil involucrado en los asuntos de Oriente Medio. Desde sus frecuentes diputas en Twitter hasta el despido de varios de sus oficiales más cercanos, el enfoque infantil del ex magnate de los negocios respecto a las decisiones políticas le ha supuesto muchas críticas. Su decisión de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel el pasado diciembre fue condenada por la comunidad internacional, mientras que su cercana amistad con el austero monarca saudí se contradice con sus duras declaraciones contra Irán. Sin embargo, el comportamiento errático de Trump y sus declaraciones inapropiadas sólo han aumentado el escrutinio de su volátil personalidad.
El libro “Fuego y Furia” de Michael Wolff apareció este año en todos los titulares; supuso una mirada cercana muy esperada al carácter de Trump y cumplió con todas las expectativas. Wolff contaba cómo el presidente ordenó que se pusieran dos televisiones adicionales en su dormitorio, además de colocar cerraduras en su puerta, a pesar de las preocupaciones del servicio secreto. Ha impuesto reglas estrictas a su personal de limpieza; por ejemplo, nadie puede tocar sus pertenencias, y la ropa que deje en el suelo no puede ser recogida.
Como jefe de Estado, Trump ha demostrado ser igual de obstinado; el libro cita la extraña capacidad de su hija Ivanka de “pulsar su botón del entusiasmo”. Supuestamente, tras el ataque químico sirio de 2016, Ivanka pidió que se incluyeran más imágenes en el PowerPoint que documentaba el acontecimiento para convencer a su padre de atacar al régimen de Assad.
Esta opinión fue reforzada el pasado mes, cuando el ex director del FBI, James Comey, consideró que Trump no estaba “moralmente capacitado” para ser presidente, citando su actitud hacia las mujeres, a quienes trata como “carne”. Estas no son las primeras acusaciones; la publicación de unas grabaciones de su campaña electoral en las que describía abusos sexuales hacia mujeres causó mucha controversia.
Sin embargo, el presidente Trump no ha dejado que la presión le consuma. Además de por recurrir a Twitter para describir las noticias de los medios como “noticias falsas”, es conocido por disfrutar del golf; ha pasado unos 105 días en su propio club de golf desde que llegó al cargo. Ha admitido que esperaba que su trabajo “iba a ser más fácil”, mientras recordaba con melancolía ante unos periodistas la libertad de la vida que había dejado atrás. Una de las personalidades más poderosas del mundo ha demostrado ser igual de ególatra y errática; ¿realmente hay que preguntarse porqué continúa el ciclo de conflicto y caos de Oriente Medio?
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