La población refugiada alojada en los campos de refugiados habilitados en Grecia, particularmente en el de Moria, situado en la isla de Medellje, siguen enfrentándose al peligro de padecer diversas enfermedades, algunas epidémicas, por causa de la mala salubridad y la dureza de las condiciones de vida. Como suele ocurrir este peligro se acrecienta en los sectores más débiles de la población: menores, ancianos, mujeres embarazadas y personas que padecen ya otros problemas.
Representantes de organizaciones civiles y humanitarias presentes en la región han informado al corresponsal de Anadulu que las malas condiciones de salubridad, debidas particularmente al hacinamiento, amenazan de forma especial la salud de los menores y las mujeres embarazadas alojados en el campo de refugiados.
En el campamento de Moria, que se encuentra sobrepoblado, residiendo en el mismo casi el doble de población de lo proyectado, las condiciones de salubridad son muy malas, denunciándose carencias como falta de higiene en los baños y servicios públicos, falta de infraestructura de alcantarillado, falta de agua potable y contaminación ambiental en el entorno del campamento.
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Amanda Goedbali, responsable del hospital móvil que la ONG Médicos sin Fronteras ha instalado en este campo, ha explicado en declaraciones a Anadulu que su hospital proporciona servicios médicos a unos 100 menores por día, señalando que las condiciones de vida en el campamento son motivo de profunda preocupación.
Y ha denunciado que la escasez de agua potable y las duras condiciones de vida en el campo se cuentan entre las razones principales de que "muchos menores que tratamos en el centro sufran de problemas gastrointestinales, entre ellos diarrea; así como enfermedades de la piel como infecciones, hongos y piojos, debido sobre todo a la sobrepoblación existente en el campo de refugiados".
También ha señalado que "el campo fue testigo de una epidemia de sarampión durante el mes de febrero pasado, cuando unos 10 menores se infectaron de esta enfermedad. Por ello hemos organizado una campaña de vacunación en cooperación con las autoridades griegas".
También ha denunciado que la capacidad de establecer zonas de cuarentena era prácticamente inexistente en el campo, advirtiendo por ello de la posibilidad de que epidemias de enfermedades contagiosas como la hepatitis se conviertan en un problema grave como resultado de la sobrepoblación, la falta de agua potable y la falta de condiciones sanitarias en el campamento.
También subrayó el peligro derivado de las malas condiciones de vida en el campo para las mujeres embarazadas, que carecen de instalaciones especiales. Y ha denunciado igualmente que "muchas mujeres se quejan de acoso sexual ya sea verbal o físico".
Médicos Sin Fronteras ha denunciado también en un comunicado que la situación en el campamento parece estar en un momento muy crítico, ya que el número de menores que han atendido en su centro sanitario se ha duplicado durante el último mes, hasta llegar a los 60 menores al día.
Dilba Ibash, refugiada siria de 31 años, ha explicado por su parte a Anadulu que llegó al campo hace unos dos meses y ha expresado su preocupación por el estado de salud y de seguridad de sus hijos debido a los enfrentamientos sectarios y algaradas que se dan cada día en el campo.
Y añade: "Los servicios de salud son muy limitados en el campamento y los niños tosen toda la noche, y si conseguimos consultar a un médico, se limita a darles una pastilla".
E indica que no es posible proporcionar alimentos adicionales a los refugiados en el campamento, que suelen compartir la comida con sus hijos.
Por su parte, Astrid Castellin, responsable de ACNUR en la isla de Medellje, denuncia que el principal problema que sufre el campamento es el que la población refugiada en él alojada doble lo proyectado.
Y explica que aunque la capacidad máxima del mismo es de sólo 3.000 refugiados, actualmente acoge a cerca de 5.500 debido al aumento de la llegada de refugiados a la isla, que se ha multiplicado por 4 en comparación con el año pasado.
Según ACNUR el campo está experimentando también diversos problemas de seguridad debido a la sobrepoblación, por lo que ha incidido en que es imprescindible transferir a parte de la población refugiada a otros sitios.
Y por otro lado, ha condenado enérgicamente la violencia perpetrada por grupos extremistas contra los campos y la población refugiada que se encuentra en la isla.
También ha señalado que las peticiones de asilo formuladas por esta población tardan demasiado tiempo en resolverse, explicando además que "los tratados Europa-Turquía sobre Refugiados sólo se ejecutan de forma parcial. Por nuestra parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados no se opone a la repatriación de refugiados a Turquía".
Y añade: "La plena implementación de la Convención sobre Refugiados contribuirá a que esta población refugiada compruebe que existe la posibilidad de su regreso, lo que provocará una disminución en su número".
Se debe recordar que esta ola de refugiados alcanzó su pico en 2015, cuando más de un millón de refugiados llegaron a Europa.
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Los acuerdos turco-europeos sobre la readmisión de los refugiados, que entraron en vigor en marzo de 2016, contribuyeron significativamente en la reducción de esta inmigración forzada. El número de refugiados se ha reducido a 57,000 en los últimos dos años.
El acuerdo también consiguió que se redujeran las cifras de muertes por ahogamiento en las aguas del Mar Egeo. Así, en 2017 se registró un número de 30.000 refugiados, de los que murieron ahogados 54.
El número de refugiados en las islas griegas es actualmente de alrededor de 15,000. Estos viven en difíciles condiciones de vida debido a la sobrepoblación y la falta de recursos, lo que hace que el trato que se les otorga y la situación en que se encuentran sea motivo de crítica por parte de muchas organizaciones civiles y humanitarias.