El futbolista egipcio Mohamed Salah intentará que su equipo, el Liverpool FC, levante la copa de campeones el sábado en la final de la prestigiosa Champions League de la UEFA, probablemente la competición de clubes más importante del mundo. En cuanto a los acontecimientos deportivos, – aparte del Mundial de la FIFA – es la cita más importante del año; es una batalla por la supremacía entre el Real Madrid y el Liverpool, dos de los mejores equipos del continente.
Probablemente se trate de una de las finales más reñidas en años, ya que las estrellas de ambos equipos intentarán impresionar a sus entrenadores y aficionados nacionales antes de que llegue el Mundial de este verano en Rusia. Aficionados de todo el mundo estarán pegados a la televisión a las 2:45 de la tarde, hora local, cuando el partido de comienzo en el Olimpiyskiy National Sports Complex en Kiev, la capital de Ucrania. El estadio tiene una capacidad para más de 70.000 espectadores, y las entradas están agotadas.
Sin embargo, en medio de toda esta emoción previa al partido, el vicepresidente del grupo egipcio Salafi Dawah, Yasser Borhami, ha decretado que, según la ley sharia islámica, Salah, el delantero del Liverpool, no puede interrumpir su ayuno durante la final de la Champions League, que se disputa durante el mes de Ramadán,mes en el que los musulmanes de todo el mundo se abstienen de comer y beber desde el alba hasta el ocaso de cada día.
Esta fetua es una historia intrigante que ha hecho viral desde que apareció por primera vez en la web de Monitor de Oriente. Al parecer, Borhami dijo que el fútbol como deporte no entra en la categoría de trabajo duro y, por lo tanto, no permite que los musulmanes que se dediquen a ello puedan romper su ayuno durante el mes del Ramadán.
Como mera conversa al islam, está claro que no estoy ni cerca de ser una estudiosa de esta gran fe, mucho menos una erudita, pero sé que los viajeros están exentos del ayuno (así como los ancianos, los niños muy pequeños, los enfermos y las mujeres embarazadas), y, a menos que el Liverpool haya abandonado su hogar en el norte de Inglaterra para establecerse en Ucrania, Salah tendría permitido saltarse el ayuno, ya que estaría clasificado – según la misma ley islámica, sharia – como un viajante. Puede compensar los días perdidos después del Ramadán, no supone ningún problema.
Dejando a un lado ese tecnicismo, el fútbol profesional si es un trabajo duro. Requiere disciplina, una condición física excepcional y la concentración de un atleta para ser capaz de competir al nivel internacional al que ha llegado Mo Salah. Por lo tanto, el dictamen del clérigo egipcio es extraño, pero investigando un poco descubrimos que parece haber construido su carrera con fetuas extravagantes. En 2014, por ejemplo, emitió una fetua contra el Mundial de la FIFA de ese año argumentando que podría distraer a los musulmanes de rezar durante el Ramadán.
Borhami forma parte del último partido islamista de Egipto permitido por el gobierno; hace poco, apoyó al ex general Abdel Fattah Al-Sisi cuando se postuló para un segundo mandato presidencial. El partido ultraconservador Nour declaró que no le quedaba otra opción más que apoyar a Sisi si quería sobrevivir en Egipto. Nour se separó de los Hermanos Musulmanes cuando quedó claro que el golpe de Estado de 2013, liderado por Sisi, expulsaría al único presidente elegido democráticamente en Egipto, Mohamed Morsi.
Borhami es un importante clérigo adjunto a la organización matriz de Nour, que proporcionó líderes religiosos y políticos para flanquear a Sisi cuando apareció en televisión para anunciar la expulsión de Morsi, de los Hermanos Musulmanes. Casi cinco años después, el grupo, que sólo ocupaba el 25% de los escaños del Parlamento, aunque ahora sólo cuenta con el 2%, sigue apoyando a Sisi.
Nos preguntamos por qué uno de los pocos islamistas que quedan en pie en Egipto decidió atacar al gran Mohamed Salah. ¿Podría deberse a que tiene fama de haber “atraído” cerca de un millón de votos en las elecciones presidenciales, en las que los egipcios descontentos tacharon el nombre del candidato sin posibilidades de vencer a Sisi y pusieron en su lugar el nombre de Salah? ¿Están Barhami y su grupo, Salafi Dawah, siendo utilizados para atacar al icono y leyenda del fútbol, prácticamente intocable? Al fin y al cabo, existen rumores de que quizá se esté viniendo arriba tras una disputa comercial con las autoridades futbolísticas egipcias.Al parecer, a Salah le molestó que apareciera su imagen en el avión del equipo nacional egipcio, proporcionado por un patrocinador oficial del equipo. Salah tiene un acuerdo de patrocinio con Vodafone, la firma rival de telecomunicaciones, y quedó claro que utilizar su imagen para publicitar un producto rival amenazaba con poner en peligro su acuerdo lucrativo. La disputa se resolvió rápidamente con una batalla que resaltó la influencia y el poder que posee la estrella de 25 años del Liverpool.
El ministro de Deportes y Juventud, Khaled Abdel-Aziz, se vio obligado a convocar una reunión de emergencia de la Asociación de Fútbol Egipcia y, finalmente, se cumplieron las demandas del agente de Salah. “Puedo asegurar que lo apoyaremos para cumplir todos los contratos que contrajo en Inglaterra”, twitteó Abdel-Aziz.
Está claro que las esperanzas del Mundial de Egipto recaen sobre los hombros de Salah, así que Borhami ataque al jugador estrella es muy extraño, a menos que haya sido persuadido para tratar de atrapar a Salah pocas semanas antes de que lidere al equipo nacional en el torneo. Será la primera aparición de Egipto en esta etapa del Mundial desde 1990, y jugará en el Grupo A contra Rusia, Arabia Saudí y Uruguay. Las expectativas son altas y un resultado decepcionante – dentro o fuera del terreno de juega – podría ser peligroso para el jugador del Liverpool, al que hoy se elogia como la “cuarta pirámide de Egipto”; tal es su poder de atracción.
El oficial militar y dictador Abdel Fattah Al-Sisi tiene cuidado con cualquiera que reciba adulaciones indebidas en Egipto. Por lo tanto, Salah debería prestar atención a la historia con moraleja de su confidente y mentor, el también futbolista egipcio Mohamed Aboutrika, a quien su país adoraba del mismo modo que a Salah ahora.
Aboutrika, de 39 años, se hizo querer en todo el mundo árabe cuando se quitó la camiseta tras marcar un gol en 2008 para mostrar otra camiseta con “simpatizar con Gaza” escrito en ella. La Asociación de Fútbol Egipcia le multó debidamente. Sin arrepentirse, dijo que quería que le enterraran con la camiseta. A raíz de la notoria masacre de fanáticos del fútbol de Port Said en 2012, declaró: “Esto es una guerra, y mueren personas delante de nosotros. ¿Así de barata es la vida?”Habiendo respaldado a los Hermanos Musulmanes en las elecciones, los activos de Aboutrika fueron incautados después de haber sido acusado de financiar al movimiento, que ahora está designado como organización terrorista por el Egipto de Sisi. El propio nombre de Aboutrika fue incluido el año pasado en una lista de “terroristas” redactada por las autoridades egipcias.
No es el único futbolista que se ha enfrentado a la ira de Sisi. En 2015, el contrato de Ahmed El-Merghany, que participó en la revolución de 2011, fue cancelado después de que hiciera comentarios críticos con el presidente egipcio en Facebook. “Lo único que recibimos de ti son palabras inútiles, no acciones”, escribió.
Otros héroes deportivos también han sido despojados de sus méritos, como el medallista de oro de 2013 en artes marciales, Mohammed Youssef, quien, en el Campeonato Mundial de Rusia, llevó una camiseta con el saludo pro primavera árabe de Rabaa cuando fue a recibir la medalla. La visión del saludo de cuatro dedos utilizado en apoyo a los manifestantes que murieron en la masacre de Rabaa Al-Adawiyya, orquestada por Sisi, fue demasiado que digerir para el dictador, sobre todo cuando el vídeo se hizo viral en las redes sociales. Youssef fue enviado a su país desde Rusia, le expulsaron del equipo nacional, fue interrogado y le prohibieron participar en más competiciones.
Aunque Salah es alguien demasiado grande como para que el régimen de Sisi le utilice como a un títere, su actuación o comentarios fuera del campo en el próximo Mundial de la FIFI podrían hacer que atraviese la delgada línea entre icono y héroe caído.
Sin duda, Aboutrika le habrá advertido a Salah sobre la trampa de la adulación en el Egipto de Sisi. Una vez más, apareció de nuevo este mes en la lista de terroristas de Egipto, junto a otros 1.500 nombres publicados por el Tribunal Criminal de El Cairo. Ahora vive exiliado en Qatar. Aunque la mayoría de los aficionados le siguen considerado un héroe local, a día de hoy su adulación está silenciada, en un país que ya cuenta con 60.000 presos políticos que sobreviven en pésimas condiciones en la cárcel por cortesía de las autoridades egipcias.
En Egipto, la popularidad parece ser un arma de doble filo, y ni siquiera la cuarta pirámide de Egipto es inmune al escrutinio de un régimen paranoico. Si el equipo nacional fracasa en Rusia, lo más inteligente que podría hacer Salah sería montarse en un vuelo directo a Liverpool y no regresar a un país en el que ser demasiado popular puede llevarte a la cárcel, o algo peor. El estrellato no te protege de la tiranía, incluso aunque te llames Mo Salah.
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