Los islamistas han progresado en las elecciones celebradas recientemente en Túnez, Libia y Malasia; siendo este último el más sorprendente de los tres. Ha ocurrido un terremoto político que logró derrocar al líder de un gobierno corrupto, el ahora ex-primer ministro Najib Razak. Las elecciones restablecieron al Dr. Mahathir Bin Mohamad como primer ministro, quién estuvo detrás del renacimiento de Malasia y es uno de los fundadores del estado moderno, y que ahora vuelve al poder 15 años después de renunciar al cargo en el que prestó servicios a su país durante casi 25 años.
Durante su etapa como primer ministro, consiguió convertir a Malasia de un país agrícola que dependía de la producción y exportación de materias primas en un estado avanzado con un sector industrial contribuyendo a aproximadamente al 90% de su producción interna. Los productos manufacturados representan alrededor del 85% de las exportaciones totales de Malasia. Además, el país experimentó una etapa de prosperidad y crecimiento económico con Mohamad en el poder, lo cual generó un aumento extraordinario en los ingresos de los ciudadanos malayos. Tampoco cargó a su país con préstamos del Banco Mundial evitando que las generaciones futuras se vieran paralizadas o afectadas por deudas. Consideraba el Banco Mundial como una nueva forma de colonización económica de países en desarrollo o del tercer mundo, y se oponía firmemente a la globalización. Se merecía ser el líder asiático más influyente del mundo.
Sin embargo, esto no le impidió gobernar Malasia con mano de hierro. Creía que un tirano justo era algo necesario, sino esencial, en esa etapa de construcción y desarrollo si quería alcanzar todas sus ambiciones y el deseado renacimiento del país. Despidió a su adjunto y compañero, Anwar Ibrahim, cuya prioridad era preservar la identidad islámica de Malasia, algo en lo que había trabajado desde una edad temprana. Ibrahim ha creado el Movimiento de Jóvenes Musulmanes de Malasia, que marcó el comienzo de su carrera política. Esto preparó el camino que le llevó a convertirse en una de las personalidades políticas más destacadas del país, mientras que la estrella de Mahathir Mohamad brillaba en la constelación política de Malasia.
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Un desacuerdo entre los dos hombres siguió a la crisis económica que golpeó el este de Asia en la década de 1990. Intercambiaron acusaciones y Mahathir Mohamad destituyó a Ibrahim de sus cargos políticos y lo metió en prisión por cargos injustos ofensivos a su identidad como político. Sin embargo, el juego de la política hizo que el ex-primer ministro se aliara de nuevo con él para las últimas elecciones, lo cual supuso un inesperado golpe para el gobierno. A pesar de la feroz hostilidad entre los dos hombres durante 18 años, lograron pasar página y comenzar de nuevo, lo que les permitió ganar las elecciones y superar a Najib Razak, quien era respaldado por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.
Mahathir Mohamad se opuso a la tendencia internacional antiislamista prevalente, cuando se alió con Anwar Ibrahim, afiliado a los Hermanos Musulmanes. Además, después de su victoria electoral cumplió su promesa inmediatamente y emitió una amnistía para Ibrahim, recibiéndole directamente después de su liberación de prisión.
La victoria del Dr. Mohamad ha sido también un golpe para Mohammad Bin Zayed y Mohammad Bin Salman, los príncipes herederos de Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, respectivamente, que han conspirado contra la nación. Son los que financian todas las contrarrevoluciones y los regímenes y movimientos antiislamistas, y se cree que han gastado grandes sumas de dinero para asegurarse de que Najib Razak ganara las elecciones de Malasia. Aunque se mantuvieron firmes contra la coalición opositora para evitar que ganara, todos sus planes y conspiraciones fracasaron y su dinero ha resultado desperdiciado.
Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos han sido acusados de blanqueo de dinero a través de un fondo encabezado por Razak. Su derrota significa una doble pérdida para los dos Estados del Golfo, creando tensión entre ellos y el nuevo gobierno en Malasia. Además, Malasia bajo Najib Razak era leal a Arabia Saudí y miembro de la coalición árabe en Yemen. Este es un desafío para el nuevo gobierno. ¿Permanecerá dentro de la coalición, a pesar de la ira de Mahathir Mohamad con Riad por el regalo a Razak de una cifra estimada en 681 millones de dólares? Mi predicción es que Malasia no permanecerá en la coalición liderada por Arabia Saudí y que se independizará de la independencia saudí. Creo que Mahathir Mohamad restaurará la independencia de Malasia y completará el renacimiento que comenzó.
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