El martes 15 de mayo marcó el 70 aniversario de lo que el pueblo palestino llama Youm al-Nakba, o el Día de la Catástrofe. La Nakba es el evento definitorio que formó y solidificó la lucha por la liberación palestina.
Entre 1947 y 1948, más de 750,000 palestinos -alrededor de la mitad de la población árabe en Palestina en ese momento- fueron expulsados de sus hogares y tierras por las milicias sionistas que más tarde formaron el núcleo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Como parte de este acto calculado de limpieza étnica, las milicias dinamitaron y arrasaron 531 aldeas palestinas en un intento de garantizar que los refugiados palestinos nunca regresaran.
A diferencia de la mayoría de otras post-guerras, en este caso a los refugiados se les negó sistemáticamente su derecho a regresar a su tierra natal, Palestina. Hoy, ellos y sus descendientes suman al menos 5,2 millones de personas en la Franja de Gaza, Cisjordania y los países árabes circundantes.
El estado de Israel fue declarado unilateralmente por el movimiento sionista en la Palestina ocupada por los británicos el 14 de mayo de 1948. En la desacreditada mitología israelí y occidental, la narrativa era que Israel, el valiente pequeño David ante el enorme Goliath árabe, solo quería vivir en paz con sus vecinos, pero el estado naciente fue invadido por ejércitos árabes, sin provocación, al día siguiente. La realidad histórica es muy diferente.
La verdad es que para cuando algunos Estados árabes intervinieron de forma reacia el 15 de mayo, las milicias sionistas Haganah, Irgun y Lehi ya habían llevado a cabo una campaña sistemática de limpieza étnica, expulsando del país a tantos palestinos árabes indígenas como les fue posible. En su libro seminal The Ethnic Cleansing of Palestine, el historiador israelí Ilan Pappé señala que casi un cuarto de millón de palestinos ya habían sido expulsados antes del 14 de mayo de 1948, mucho antes de la intervención de los ejércitos árabes.
Por lo cual la narrativa tradicional israelí es esencialmente una mentira.
Este es un resumen muy breve, y para aprender más recomiendo leer el libro de Pappé, así como otro texto seminal, Expulsión de los palestinos, escrito por el brillante erudito palestino Nur Masalha. Ambos libros se basan principalmente en documentos desclasificados del gobierno israelí escritos en hebreo original, pero también se basan en fuentes árabes y palestinas.
¿Por qué siguen importando a día de hoy estos eventos históricos? Principalmente por un simple hecho: que setenta años después, a los refugiados palestinos todavía no se les permite regresar a sus hogares. El estado de Israel les ha bloqueado sistemáticamente el regreso a Palestina, con el apoyo financiero de Occidente.
Además, como destaca Joseph Massad, probablemente el intelectual y académico palestino más destacado del mundo, la Nakba no es simplemente un evento histórico, sino algo actualmente en proceso. El número de refugiados palestinos y de desplazados internos se suman año tras año, década tras década, gracias a la implacable limpieza étnica de Israel.
Muchos pueblos y vecindarios palestinos -en Cisjordania y en el sur del Israel actual- son atacados sistemáticamente hoy en día por las fuerzas de ocupación israelíes para su demolición, utilizando falsos pretextos. En su lugar se construyen asentamientos ilegales, que son exclusiva o predominantemente para los colonos judíos israelíes.
La Nakba es, por lo tanto, un proceso continuo de limpieza étnica; una realidad diaria para los palestinos. Sin embargo, nunca han perdido la esperanza, y 70 años después, siguen luchando contra la catástrofe..
Hoy, más de 1.3 millones de refugiados registrados en las Naciones Unidas viven en la Franja de Gaza; es uno de los territorios con más densidad de población del mundo, con una población total que se calcula en casi 2 millones de personas. Además, durante las últimas ocho semanas, decenas de miles han participado en un movimiento popular masivo que exige su legítimo derecho a regresar a su hogar en Palestina, como lo era previo a 1948. Los manifestantes desarmados se han dirigido a la cerca del ejército de ocupación israelí y a la "frontera" entre la Franja de Gaza e Israel.
Las protestas de la "Gran Marcha del Retorno" han devuelto la atención de todo el mundo a la difícil situación de los refugiados palestinos, pero a costa de miles de bajas civiles palestinas. La marcha culminó la semana pasada en la manifestación masiva contra la cerca. Israel respondió a estos pacíficos manifestantes civiles masacrando a más de 60 personas en un día, incluyendo siete niños. Agregado a las víctimas de semanas anteriores, el número de muertos se eleva a más de 100 palestinos.
La respuesta ha sido tan sangrienta - con el Ministro de Defensa de Israel haciendo la indignante afirmación de que "no hay inocentes" en Gaza - que incluso algunos de los asociados a Israel en Gran Bretaña están empezando a avergonzarse lo suficiente como para distanciarse de una Israel cada vez más tóxica.
Dos de los palestinos muertos eran periodistas, y 12 eran niños, incluido Mahmoud Ibrahim Ayoub, de 14 años. El general de brigada israelí reservista Zvika Fogel confirmó en una entrevista en la radio israelí que los francotiradores del ejército habían atacado deliberadamente a niños palestinos. Dijo que, cualquier "niño u otra persona" palestina que se acercara a la cerca de la ocupación de Gaza, "su castigo es la muerte".
A pesar de la propaganda de las FDI en las redes sociales y en los medios de comunicación, donde afirman de que los manifestantes son "protestantes violentos", se ha informado que solo un israelí ha resultado levemente herido. Ningún israelí ha sido asesinado. En un tweet eliminado rápidamente, la FDI afirmó que "todo fué precisamente calculado y medido, y sabemos dónde cayó cada bala". Durante un ataque de pánico, por lo tanto, admitió haber cometido crímenes de guerra premeditados contra una manifestación civil desarmada, en la que los manifestantes buscaban el derecho humano básico de regresar a su patria.
A pesar de tales crímenes, las tendencias históricas a largo plazo parecen claras: la lucha popular palestina, respaldada por la solidaridad global, acabará derrotando al régimen de apartheid de Israel. Los manifestantes palestinos en Gaza solo piden su derecho consagrado en la ley internacional.
Los hechos son claros, por lo que es hora de que nuestros políticos abandonen su mantra de que Israel tiene derecho a defenderse. Israel no ha actuado en defensa propia en las últimas semanas; sus crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad son imposibles de defender. Un buen comienzo para poner fin a su impunidad actual sería un embargo total de armas.
Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Monitor.