Recibí una llamada telefónica de una mujer muy culta y cualificada que me preguntó sobre el silencio de Cisjordania respecto al Derecho al Retorno y las marchas que se están produciendo en la Franja de Gaza. Dijo que Gaza sufre unas condiciones horribles impuestas por el asedio, mientras que Cisjordania sufre de un modo distinto, a pesar de contar con unas mejores condiciones de vida comparadas con Gaza. Así que me preguntaba, ¿por qué Gaza toma medidas con firmeza, determinación y compromiso, mientras que Cisjordania apenas actúa? Ella argumenta que hay razones de sobra para que el pueblo de Cisjordania actúe en defensa de los derechos del pueblo palestino, y quería una respuesta concisa.
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La respuesta es que, desde el nacimiento de la Autoridad Palestina (AP), muchas partes interesadas, empezando por la AP, Israel y Estados Unidos, han intentado destruir la cultura nacionalista palestina y el sistema de valores morales del pueblo palestino en la Franja de Gaza y Cisjordania. Lo han conseguido en Cisjordania, pero la pérdida de poder de la AP en la Franja de Gaza ha evitado el sabotaje de la zona.
El sentimiento nacionalista sigue muy presente en Gaza, junto a un sentido de responsabilidad y compromiso nacionales, pero esta cultura se ha perdido casi por completo en Cisjordania. Se han producido tres guerras sucesivas en Gaza, acompañadas de asesinatos masivos y una destrucción inmensa, pero la interacción de otros pueblos con Gaza ha sido mayor que con Cisjordania. Gaza lleva años bajo asedio, y su pueblo sufre grandes dificultades, pero Cisjordania es cómplice del asedio.
Estos factores antes mencionados han intentado por varios medios destruir la psique nacional del pueblo, sobre todo en Cisjordania, y alejarlo de las preocupaciones nacionales. Uno de estos mecanismos es la política de corrupción adoptada por la Autoridad Palestina, que ha sido sujeta a críticas constantes. Cualquiera que quiera destruir una sociedad tan sólo necesita destruir sus tejido social.
La misión de la corrupción es llevar al pueblo a violar los valores, las leyes y las costumbres nacionales, y desarrollar una cultura de picaresca, que pretende ganar injustamente todo lo posible quitándoselo a otros, sin tener que rendir cuentas legalmente. Si el jefe es corrupto, es de esperar que los demás se inclinen hacia la corrupción. La gente se pregunta, si el mundo está lleno de ladrones, ¿por qué no me convierto yo en ladrón y me libro de trabajar?
La corrupción se ha extendido a nivel oficial, y el nivel popular empezó a imitar a sus líderes, que afirmaban ser patriotas. La cultura del matón, que incluye intimidar, aterrorizar y extorsionar a otros, se ha extendido por varios pueblos y ciudades, y continúa a día de hoy. Debido a sus repetidos ataques contra el pueblo, muchos matones se han enriquecido y han adquirido influencia en la sociedad y en el mundo de la economía nacional.
El sistema educativo también ha sido atacado, con el objetivo de eliminar el aspecto nacional de la educación y la enseñanza y distorsionar la historia y la ideología religiosa para complacer a los sionistas y cumplir con las condiciones de los europeos y los estadounidenses. El pueblo de Occidente, que estableció Israel y desalojó a nuestro pueblo, es el que ha dictado nuestro currículum educativo, nuestros programas mediáticos e incluso varias de nuestras leyes a lo largo de los años. Han intentado excluir las ideas y deberes patriotas y nacionales y la afiliación a estas plataformas.
El mecanismo más efectivo para quitarle la voluntad al pueblo es asestar un golpe a la seguridad de la gente respecto a sus condiciones de vida y su situación financiera. Con el estímulo de los sionistas y los estadounidenses, la AP ha vinculado el sustento de muchas personas a sus ingresos, cuyo dinero inicialmente provenía del extranjero. Esto obligó a los empleados a fijarse en lo que decían y hacían para no participar en la oposición o en activismo respecto a temas que no aprueban los israelíes. Por lo tanto, todos los empleados tenían cuidado, sabiendo que eran palestinos y que las agencias de seguridad israelíes les tenían vigilados. Las instituciones bancarias pasaron a estar disponibles para la gente, muchas personas se endeudaron y se vieron obligadas a pensar en cómo pagar las deudas y en cómo administrar sus gastos mensuales para poder comprar una barra de pan. ¿Qué podemos esperar cuando la vida de la gente está ligada a la voluntad del enemigo?
Por otro lado, era necesario que el pueblo se sintiera con un cierto lujo comparándose con Gaza. Los países europeos tendieron la mano a las ONGs y dieron trabajo a miles de personas. También financiaron varios proyectos, incluidos proyectos de servicios y producción. Los americanos hicieron lo mismo mediante USAID.
La gente de Cisjordania comía Kit Kats mientras que la de Gaza no tenía acceso ni a unas aceitunas. ¿Recuperará el pueblo de Cisjordania sus responsabilidades patriotas y nacionales, sacrificando la cultura consumista que ha desarrollado? Esta cultura se ha tragado a la cultura nacional, reemplazando las preocupaciones nacionales por preocupaciones personales. Es cierto que el pueblo de Cisjordania conoce la dificultad de la situación en la Franja de Gaza, pero la mayoría de la gente se conforma con expresar su tristeza por ello.
A eso se debe el silencio de Cisjordania, y estoy seguro de que otras personas plantearían otras razones que complementan a las que he mencionado. Cisjordania vive una tragedia nacional, pero la cultura del consumo que prevalece acabará cambiando. Sin embargo, no hay ninguna esperanza de cambio mientras que los líderes de Oslo sean quienes controlan al pueblo.
Este artículo apareció primero en árabe en el Centro de Información Palestina el 28 de mayo de 2018.
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