Los israelíes piensan que nunca les había ido tan bien. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, suele jactarse de ello. Afirma que, aparte de unos pocos inconformistas, la mayoría de los países árabes han normalizado en secreto su relación con Israel. A pesar de sus declaraciones públicas, han abandonado, a todos los efectos, a la causa palestina.
Pero esta no es la única razón por la que los israelíes creen que están en su época dorada. Al fin y al cabo, ahora hay un presidente en la Casa Blanca estadounidense que está dispuesto a cumplir con todos sus deseos.
Hay que admitir que el presidente Donald Trump ha cumplido con las promesas electorales que hizo a Israel. El mes pasado, se retiró del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPA) entre Irán y el P5 más Alemania y la Unión Europea. Y, menos de una semana después, autorizó el traslado de la embajada estadounidense a la ciudad ocupada. Ambas acciones provocaron un gran escándalo en Oriente Medio, Europa y más allá. Mientras que el traslado de la embajada americana a Jerusalén ha causado protestas en todo el mundo y ha aumentado las tensiones políticas en la región, la retirada de Estados Unidos del JCPA ha puesto en peligro los intereses comerciales de decenas de empresas europeas. No es de extrañar que los grandes empresarios y diplomáticos estén luchando por salvar el Acuerdo.
Los europeos se equivocaron al pensar que nada podía ir a peor. Esta semana, tuvieron que fingir normalidad y recibir al primer ministro israelí, que ha embarcado en una ofensiva de encanto para convencer a los líderes europeos de retirarse también del JCPA.
Pero esto no es todo; exigirán más. En los últimos días, los políticos israelíes han intensificado la presión sobre el gobierno de Trump para que reconozca la "soberanía" de Israel sobre los Altos del Golán ocupados en Siria.
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Como dice el refrán, cuando el río suena, agua lleva. El revuelo diplomático en Teherán, Moscú, Tel Aviv, Damasco y Amán sugiere que algo anda mal. Aunque los detalles siguen siendo secretos, la realidad es que Israel quiere contar con garantías firmes de que no habrá una presencia iraní en el sur de Siria. Así, la Rusia de Vladimir Putin ha asegurado que en la zona sólo se estacionarán tropas sirias y, lo más importante, que no habrá beligerancia o irredentismo sirio respecto al territorio.
Muchos iraníes sienten que Rusia les ha traicionado. De hecho, les está resultando difícil encontrar la forma de ocultar su consternación. Los mensajes que transmiten son confusos, como mínimo. Mientras que algunos cargos en Teherán afirman que Irán no cuenta con personal militar en Siria, excepto en calidad de asesores; el embajador del país en Jordania, Mojtaba Ferdowsi-pour, declaró a Al-Ghad, un periódico local, que el despliegue de fuerzas iraníes en Siria no incluye la zona sur.
A pesar de lo mucho que los diplomáticos quieran esconder la verdad, hay una sensación de ira palpable en las calles de Teherán. Dos generaciones de iraníes se han criado pensando que los Altos del Golán son tierras ocupadas ilegalmente y que deben ser devueltas a Siria. Ahora acusan a sus aliados rusos de traición por haber cedido implícitamente a las demandas de Israel.
Es cierto que la reclamación de Israel sobre el territorio sirio es tan antiguo como el propio movimiento sionista. En febrero de 1919, la Organización Sionista presentó un memorándum ante la Conferencia de Paz de País en el que exigía, además de Palestina, ciertas partes del Líbano, Siria, Jordania y Egipto, en todas las cuales se establecería su control político, administrativo y económico.
Algo más inquietante es que este mismo memorándum también exigía un acceso libre a la vía ferroviaria de Hiyaz, que, en aquel momento, iba desde Damasco a Medina, en Arabia Saudí.
Con Donald Trump en la Casa Blanca, parece que es sólo cuestión tiempo que Estados Unidos reconozca la "soberanía" de Israel sobre los Altos del Golán conquistados. Del mismo modo, con un gobierno saudí desesperado por normalizar su relación con Israel, Israel no tardará en reavivar las demandas judías para acceder a Medina.
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Si resucitaron la reivindicación "histórica" de Palestina después de 3.000 años, seguramente nada impida que hagan lo mismo con Medina 1.439 años después.
Setenta años después de su creación, Israel aún no ha definido y declarado oficialmente sus fronteras; tiene asuntos pendientes. Dicho de otra forma, su visión territorial es mucho mayor a la que asignó la ONU en 1947. Alentados por respaldo de los EE.UU. respecto a su anexión de Jerusalén, ahora los israelíes exigen decisiones similares para declarar a los Altos del Golán como su territorio "soberano".
Puede que este desdén descarado por el estado de derecho les provoque una satisfacción y una sensación de grandeza momentáneas. Pero, dado que es contrario a los principios básicos de justicia, a la larga acabará generando más conflictos y caos en la región.Además, animará a otros países a apoderarse de territorios extranjeros a la fuerza. Un ejemplo que lo refleja es el caso de la Península de Crimea. ¿Con qué autoridad se opondrán ahora EE.UU. y sus aliados de la OTAN a las políticas de Rusia en Ucrania?
Un buen amigo no permite que camines directo al infierno. Impide que te autodestruyas. Si el gobierno actual de los Estados Unidos es un verdadero aliado de Israel, pondrá fin a estas políticas expansionistas. Y, en cuanto a los potentados árabes con pocas miras que han abandonado descaradamente a Palestina, la advertencia está clara: hoy son los Altos del Golán, mañana será Medina.
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